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domingo, 9 de septiembre de 2012

Uno de los hombres más buscados por EE.UU. reaparece 28 años después


Hemler no le reveló su verdadera identidad ni siquiera a su esposa.
David Hemler desertó de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y, por 28 años, figuró en la lista de los hombres más buscados.


 Tras huir, asumió una identidad falsa, se casó y formó una familia en Suecia. Pero, al final, se descubrió su secreto.

Era 1984. En el momento más álgido de la Guerra Fría, el entonces presidente de EE.UU. Ronald Reagan desplegó los misiles conocidos como Persing II en Alemania Occidental.

En ese entonces David Hemler, de 21 años, trabajaba para la Fuerza Aérea estadounidense en Augsburgo, Bavaria. Pero no estaba contento.

Hemler se acercó a sus superiores para pedir que le dieran de baja, argumentando que se había vuelto pacifista.

A modo de respuesta, lo enviaron a un psiquiatra.
"No pensé que ser pacifista significara que tenía una enfermedad mental. Pero venía sintiéndome mal", dice. "Durante la noche me quedaba despierto pensando, sin poder dormir. También tenía dificultades para comer y me desmayé un par de veces".

Las autoridades no lo dejaron ir, pero le quitaron su trabajo ultrasecreto y lo pusieron a limpiar pisos.
"Quería que lo entendiesen como una forma de pedir ayuda, de hacerle entender a la gente que no me sentía bien"
Después de un año como empleado de limpieza, Hemler se dio cuenta de que no le iban a permitir que abandonase la Fuerza Aérea.

"Fue muy duro. Ya habían pasado tres años y todavía quedaban otros tres".
Así fue que Hemler empezó a darle vueltas a la idea de desertar.
Pensó irse sólo por un tiempo. "Quería que lo entendiesen como una forma de pedir ayuda, de hacerle entender a la gente que no me sentía bien".
Pero no le salió como pensaba.

Vivir con miedo

David Hemler
Para Hemler es una alivio no tener que seguir mintiendo. 

Hemler decidió ir a Suecia. Había estado allí antes y creía que ese país había albergado a soldados estadounidenses que habían desertado durante la Guerra de Vietnam. Cuando llegó adoptó el nombre de Hans Schwarts y dijo que era el hijo de una pareja de viajeros que habían vivido en 35 países diferentes.

La policía sueca tenía sospechas y quiso deportarlo. Por su acento, se dieron cuenta de que venía del este de EE.UU, "pero nadie sabía a donde enviarme", explica Hemler. "Yo les dije que había nacido en Suecia".

Al final, no hallaron pruebas suficientes para determinar su origen y, en vez de enviarlo a prisión, lo dejaron quedarse en el país. Un año y medio más tarde, le dieron un permiso de residencia.

No obstante Hemler vivía atemorizado. Sabía que le habían otorgado un permiso gracias a un identidad falsa y que las autoridades estadounidenses lo estarían buscando.

"Cada vez que escuchaba una sirena de policía pensaba que estaban viniendo por mí".
La Fuerza Aérea estadounidense lo puso en la lista de los diez fugitivos más buscados, junto a asesinos y violadores.

Para evitar que lo capturasen, Hemler aprendió sueco y cambió su apariencia. Se dejó crecer el pelo hasta los hombros y dejó de afeitarse.

Tuvo varios trabajos, incluyendo uno en una residencia para personas de la tercera edad. Fue a la universidad y estudió Estadística. Ahora desempeña un cargo en una agencia gubernamental sueca en la ciudad de Uppsala, en el sur del país.

Secreto

En los últimos 28 años, Hemler no reveló su identidad a nadie, ni siquiera a su novia en Suecia, con la que tuvo una hija, ni a la mujer con la que se casó más tarde, con quien tuvo dos hijos más.

Corría un riesgo demasiado grande si entraba nuevamente en contacto con su pasado. "Temía que si me comunicaba con mis padres me deportasen y ya no pudiese volver a ver a mi hija".
Obligado a elegir, Hemler optó por su hija.

Cuando la mayor creció, ya no pudo soportar más estar separado de sus padres. "Había esperado demasiado y ellos también".

Así fue que en junio de este año tomó la decisión de llamar a su familia. Antes de hacerlo, reveló su historia a un periódico danés y le envió un correo electrónico a las Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Área, que aún lo considera un fugitivo.

La actitud de su familia sorprendió enormemente a Hemler.
"Yo esperaba que todo el mundo estuviese enojado y merecía que me castigaran, pero todos estaban tan felices de que hubiese vuelto, que nadie me pidió siquiera una explicación. Estaban felices de saber que estaba vivo y bien".

La alegría también se apoderó de las autoridades estadounidenses, que por fin lograron hallar a uno de sus hombres más buscados. Sin embargo, aún no está claro que medidas podrán tomar para sancionar contra Hemler.

Mientras permanezca en Suecia no hay mucho que puedan hacer. Si bien este país tiene un tratado de extradición con Estados Unidos, éste no es válido para extraditar a ciudadanos estadounidenses por ofensas políticas o militares.

Confesión difícil

La otra persona a la que le tuvo que contar la verdad fue su esposa.
"Al principio no sabía que pensar. Le mostré mi foto en la página de los más buscados para que me creyese".

Hemler dice que su pareja -mitad sueca, mitad tailandesa- no se siente traicionada y entiende por qué se hizo pasar por Hans Schwarz.

Para ella es importante que su marido conozca a sus padres que viven en Tailiandia, pero mientras el proceso legal contra él siga vigente, viajar representa un riesgo.
28 años después, Hemler todavía lamenta su decisión de desertar.
"Fue un proceso gradual. Me metí en un lío del que no pude salir".

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