Vistas de página en total

miércoles, 17 de marzo de 2010

El Bichán


Autor: Alfredo Garcia
Columnista invitado


Por las calles polvorientas y florexidas de piedras de las barriadas santiagueras, se desplazaba con aire arrogante y paso singular un personaje simpatiquísimo: El bichán. De la cabeza a los pies, su indumentaria, a excepción de las medias y calzoncillos, era exclusiva, pues él mismo diseñaba desde su corte de pelo, pasando por las camisas (mas bien parecían blusas femeninas) y pantalones, hasta los zapatos.




Nuestro galán era de gustos extravagantes, por lo que tendía a exagerar el estilo y era amigo íntimo de los colores chillones y modas exóticas.



Aunque El Bichán juraba que estaba acabando, a sus espaldas sus conocidos se burlaban de su “playera”, sus camisas y pantalones multicolores y llenos de cremalleras; sus zapatos tan puntiagudos que se parecían bastante a los del genio salido de la lámpara mágica de Aladino.



Más que caminar, El Bichán parecía bailar: casi sin afincar los talones y con el “brinca’ito” característico de “tíguere de barrio”, mientras que lanzaba miradas alternativas hacia los lados y de arriba hacia abajo en inspección estética sin desdeñar ni un sólo detalle de su escasa anatomía.



Como la fortuna económica había pasado por su lado sin reparar en él, El Bichán no contaba más que con su “swing” para ofrecerle a las chicas, las cuales tenían plena conciencia de que al lado de este “bacano” disfrutarían de las noches de amor en los solares yermos de la ciudad y bailoteos en las fiestas callejeras a ritmo de “disco-lights”, pero jamás el reposo y la “tranquilidad espiritual” que sólo la estabilidad económica puede dar.



El Bichán era una especie de “tíguere de barrio inofensivo”, pues en raros casos era agresivo (como el Tabarrón) o ladrón; él era más bien el máximo exponente de la cultural barrial, sintetizando en su persona los vicios y virtudes de un segmento de la población que se veía obligado a enfrentar los problemas cotidianos de su vida de pobreza con el único recurso que poseía en abundancia: la sabichosería, que es la forma que adopta la astucia en nuestros barrios marginados.



Como buen joven de barrio “que se las sabe todas”, El Bichán era buen bailador, especialmente de Merengue y Salsa. Era experto en el arte de tomar y fumar; con gran conocimiento de la sicología femenina que aprendía en la Universidad del Tiguerraje: la “Esquina Caliente” de su barrio, y que enriquecía y confirmaba en sus múltiples conquistas en fiestas y “barras”.



Nuestro personaje no era un vago consagrado: solía trabajar como empleado en sastrerías, zapaterías, talleres de mecánica, o en su defecto, algún almacén de comestibles de Gurabito o la avenida Valerio; además asistía a la Escuela Nocturna, razón por la cual su tiempo disponible para “bufear” estaba reducido a las noches sabatinas y las tardes dominicales.



El escaso dinero que El Bichán recibía como remuneración a su trabajo, se lo gastaba, además de su supervivencia, en confeccionarse nueva vestimenta y en las discotecas La Antorcha o Candilejas, razón por la cual era asiduo visitante de las “compraventas” (casas de empeño) que nunca lo desamparaba en las horas de angustias (las cuales eran muy frecuentes) en que su bolsillo esta “chiquito” .



El Bichán, que surgió como producto del auge de los combos merengueros en los años ochenta: Epoca de Oro del Merengue, que influenció grandemente a la juventud de nuestros barrios marginados en su apariencia física, su forma de bailar y su comportamiento social: todos soñaban con formar parte del frente de una “orquesta” de merengue.



Este personaje tan común en los ochenta fue desapareciendo de nuestros barrios populares al compás de la transculturación de nuestra socieddad que cambió los referentes de nuestra juventud hacia los cantantes de Rock y los raperos de los Estados Uninos de América, escuchando cada vez más sus canciones y viendo sus videos en MTV gracias al “teleclub”. A causa de ello, el Bichán se vio reemplazado por su sucesor: El Heavito o Rockero, que lo superó en vicios sin conservar sus virtudes.









No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion nos ayuda a crecer