Las autoridades sanitarias en
todo el mundo nos dicen que si seguimos siete conductas podremos tener
una buena salud cardiovascular y vivir más, evitando eventos como
infartos, enfermedad del corazón o enfermedad cerebrovascular.
Estos "siete hábitos para un corazón sano" son:
no fumar, hacer ejercicio, controlar cuatro factores que son la presión
arterial, el nivel de glucosa y colesterol y el peso corporal, y
consumir una dieta sana.
Sin embargo, una nueva investigación
en Estados Unidos que siguió a 45.000 adultos encontró que sólo 1,2% de
los participantes seguía estas conductas.
Como era de esperarse, fue este grupo el que
mostró el menor riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares,
cerebrovasculares o del corazón, señalan los investigadores en Journal of the American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Estadounidense).
También se ha demostrado que reducir estos siete
factores de riesgo está asociado a un menor riesgo de desarrollar
ciertos tipos de cáncer y diabetes tipo 2.
Las enfermedades cardiovasculares se han convertido ya en la primera causa de muerte en todo el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS)
cada año mueren más de 17 millones de personas a causa de estos
trastornos, principalmente (80%) en países de medianos y bajos ingresos.
A pesar de que estos trastornos pueden
prevenirse con cambios en el estilo de vida, los resultados del estudio,
llevado a cabo en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de
Harvard, la Universidad de Emory y los Centros para el Control y
Prevención de Enfermedades (CDC), muestran que muy poca gente está
llevando a cabo estos cambios.
Conductas "adversas"
"El problema trasciende los servicios y sistemas de salud pública y la solución debe surgir también con la mejora en el medio ambiente que rodea al individuo y el mejor acceso a alimentos sanos y actividad física. Un buen comienzo es que cada persona se pregunte si está cuidando su salud cardiovascular"
Dr. Donald Lloyd-Jones
Los investigadores utilizaron datos del Sondeo
Nacional de Salud y Nutrición que siguió a 44.959 individuos de 20 años o
más de 1988 a 1994, 1999 a 2004 y de 2005 a 2010.
Durante los tres períodos de la investigación
los científicos encontraron en promedio que sólo 1,2% había cumplido con
todos los siete hábitos del corazón sano.
Entre 1988 y 1994, 7.2% de los participantes
habían seguido más de una de las recomendaciones y de 2005 y 2010, esa
cifra aumentó ligeramente a 8,8%.
Los resultados mostraron que durante el estudio
la prevalencia de tabaquismo se redujo de 28% a 23% desde 1988, pero no
se notaron cambios para lograr niveles "deseables" de presión arterial,
colesterol o índice de masa corporal (IMC) de los participantes.
Cuando se analizaron las tasas de mortalidad, se
encontró que los que habían seguido seis o más hábitos mostraron 51%
menos riesgo de morir por cualquier causa, 76% menos riesgo de morir por
trastornos cardiovasculares y 70% menos riesgo de morir por cardiopatía
isquémica (varios trastornos del corazón) que aquéllos que siguieron
sólo uno o ningún hábito.
Asimismo, los investigadores observaron que los
participantes más jóvenes, las mujeres, los individuos blancos no
hispanos, y aquéllos con los niveles más altos de educación fueron los
que siguieron el mayor número de hábitos para un corazón sano.
Salud y nivel educativo
En un comentario sobre el estudio, el doctor
Donald Lloyd-Jones, experto de la Escuela de Medicina Feinberg de la
Universidad Northwestern, pregunta "¿por qué hay tan pocos
estadounidenses con una salud cardiovascular ideal?".
"La respuesta es clara. Los datos de todos los
estudios recientes indican que el rostro de la salud cardiovascular
ideal es el de una mujer joven, educada y blanca".
La salud cardiovascular ideal, agrega el
experto, "se pierde rápidamente durante la infancia, adolescencia y
juventud debido a la adopción de conductas adversas de salud vinculadas a
la dieta, peso y estilo de vida sedentario, particularmente en las
poblaciones de niveles socioeconómicos más bajos".
El experto expresa que el problema "trasciende
los servicios y sistemas de salud pública y la solución debe surgir
también con la mejora en el medio ambiente que rodea al individuo y el
mejor acceso a alimentos sanos y actividad física".
"Un buen comienzo -agrega el doctor Lloyd-Jones- es que cada persona se pregunte si está cuidando su salud cardiovascular".
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