"Tras la autorización para que los creyentes puedan
entrar al Partido Comunista (PCC), Fidel Castro quiso saber cuántos de
nuestros fieles habían ingresado. Le explicamos que ocurrió en realidad
lo contrario: muchos miembros del partido comenzaron a vivir la fe
religiosa".
La anécdota nos la contó el bautista Joel
Suárez, activista del Centro Martin Luther King de La Habana, y
demuestra que, de alguna manera, aquella medida no solo devolvió sus
derechos a los religiosos, sino que también benefició a muchos miembros
del PCC.
A partir de que, en los años 90, el gobierno
convocó a cesar la discriminación contra los religiosos, la nación fue
mucho más auténtica y reflejó ese sincretismo que les permite a algunos
cubanos adorar a Fidel, Jesús y Changó sin sentir el menor conflicto.
La respuesta de la gente fue inmediata, en los
cuellos aparecieron los crucifijos y los collares de santería,
confirmando la sentencia del etnólogo cubano Fernando Ortiz, quien
aseguraba en 1910 que la simulación forma parte de la idiosincrasia
nacional.
Rezando en el baño
Al cantautor Amaury Pérez, miembro de la Nueva
Trova, su tía-abuela lo crió dándole una formación católica que él
ocultó incluso a su propia madre. "Para entrar a cualquier organización
te preguntaban si tenías alguna creencia y entonces uno mentía", nos
cuenta.
Recuerda que fue muy conflictivo: "a los jóvenes
católicos se les veía con cierta burla, con cierto desdén, pensaban que
éramos como unos santurrones muy conservadores, así que uno mentía y
después le pedía perdón a Dios en los rezos de antes de dormir".
"Yo perdí novias por ser católico. El primer día
que tuve relaciones con mi esposa pensaba que si me veía rezar me
dejaría, así que lo hice en el baño. Una imagen un poco salvaje: yo
desnudo, apoyado en el inodoro, rezando y rogándole a todos los santos
que ella no fuera a entrar por la puerta".
Pero el mayor conflicto de Amaury residía en que
además de ser católico apoya a la revolución. Reconoce que "la iglesia
cubana era muy conservadora y muy cercana a la aristocracia criolla. En
realidad una iglesia bastante alejada del pueblo".
Así "empezaron los conflictos con las
autoridades cubanas y hubo extremismos de las dos partes, o sea, la
iglesia provocó todo lo que quiso y Cuba provocó a la Iglesia. Yo
siempre he creído que esto ha sido por parte y parte, la intolerancia
vino de los dos lados".
Ayudando a los más necesitados
Carmen Luisa Castillo es militante del PCC y fue
jefa de cuadros del Instituto del Libro hasta su jubilación. Riendo,
nos cuenta que su "relación empezó en contradicción con el padre de la
iglesia porque ofrecía desayunos a los niños y llegaban tarde a la
escuela".
"Se arregló el problema y nos seguimos
encontrando, ayudando a los vecinos, el padre desde su misión y yo desde
las Organizaciones de Masas", nos cuenta Carmen y agrega que un día el
sacerdote le pidió que trabajara como voluntaria en las actividades
sociales de la iglesia.
"Yo provengo del movimiento obrero, fui
seleccionada para el PCC como trabajadora ejemplar en 1968 y en aquel
momento les dije que creía en la Virgen de la Caridad del Cobre, lo
verificaron y me aceptaron. Parece que en aquel momento no era tan
estricto", nos dice.
"Después las cosas cambiaron, en 1978 se me
quiso sancionar por acompañar dentro de la iglesia a una compañera de
trabajo en el entierro de su hija. Durante le investigación me
preguntaron si lo volvería a hacer y les respondí que sí, que yo nunca
dejaría a esa madre sola en su dolor".
Desde hace una década, Carmen es la mano derecha
de un misionero. Una mano por la que pasa toda la ayuda en medicinas,
ropa y alimentos que la iglesia entrega a las personas más necesitadas
del barrio, la mayoría ancianos a los que la jubilación no les alcanza.
Nos cuenta que hace sus tareas del PCC y las de
la iglesia y que no ve contradicción porque en ambos casos la labor es
en favor de los pobres."Yo siempre le digo al padre que él sigue la
línea de Fidel, ayudando a los más necesitados, y él se me echa a reír".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer