Presidiendo
una plaza en un humilde barrio de Pachuca, en el centro de México, se
erige una inmensa capilla. Con su enorme cruz plateada y sus altos muros
naranjas podría ser el orgullo de la ciudad. Pero es la vergüenza de la
Iglesia Católica mexicana.
Hasta hace poco, de una de sus paredes colgaba
una placa con el nombre del benefactor que ayudó a financiar el templo:
Heriberto Lazcano, generoso católico y según las autoridades, "El
Lazca", líder del sanguinario cartel de Los Zetas.
Al "Centro de Evangelización Juan
Pablo II" le han bautizado como "narcocapilla", el término con el que en
México se conoce a los templos donados por traficantes de drogas.
Aquí, cada 2 de febrero se celebra una fiesta, se levanta un escenario y una banda toca corridos que hablan del "jefe de jefes".
Todo bajo la mirada de una enorme mansión en lo lejos que, según los locales, pertenece a un gran capo.
Los obispos mexicanos han condenado estas
prácticas, argumentan que el dinero del narco corrompe y está manchado
de sangre, y que se trata de casos aislados.
Obligados a vigilar
"Si alguien tiene constancia de que ese dinero
viene del narcotráfico hay que denunciarlo", le dice tajante a BBC Mundo
Oscar Arias Bravo, sacerdote de Cáritas México.
Aunque asegura que no se puede responsabilizar a los párrocos de todas las limosnas con rastro de violencia.
"Si bien un sacerdote está obligado a vigilar
que esas limosnas son buenas, también es muy complicado investigar el
origen de esos fondos. Si el párroco quisiera hacer un juicio a una
familia de narcotraficantes por una limosna estaríamos haciendo el papel
del gobierno", apunta.
"Los sacerdotes en México hemos celebrado miles
de misas y funerales por las víctimas, hemos ido a los hospitales", dice
este cura, defendiendo la labor de su iglesia ante la mayor crisis de
inseguridad de las últimas décadas.
Amenazados
La de Pachuca, Hidalgo, y más narcocapillas en
pie en otras partes del país también forman parte del México que
Benedicto XVI visitará este viernes.
El Papa llegará a León, donde el arzobispo pidió
a los narcotraficantes que aprovechen este evento para arrepentirse por
sus crímenes y dejar de matar.
Y es que el líder de los católicos se encontrará
en su primer viaje a México con un país golpeado por la violencia, con
cerca de 50.000 muertos tras una llamada Guerra al narcotráfico que
también ha tocado a su Iglesia.
En algunos casos, como el de las narcolimosnas,
porque la institución ha convivido con este fenómeno durante años, sobre
todo en la zona norte del país.
"Sí hay muchas diócesis, por ejemplo en Sinaloa,
donde está la tentación de ser cómplices, por la misma intensidad de la
amenaza (del crimen organizado). Ese es un reto grande en la Iglesia",
asegura Angela Casas Méndez.
Esta monja trabaja ahora con religiosos colombianos que vivieron los peores años de la violencia en aquel país.
La Iglesia Católica busca aprender de esa
experiencia para responder a las necesidades de las víctimas, ayudar a
reconstruir el tejido social mexicano… y protegerse de los ataques.
Casas asegura que a los religiosos también les ha tocado arriesgar su vida por realizar su labor pastoral en zonas de conflicto.
"En Nuevo Laredo, a un sacerdote le balearon el
templo, en Acapulco la situación es muy fuerte y la Iglesia está
intentando organizarse. Todos se están viendo afectados de una u otra
manera", explica.
Rebaño sin pastor
Pocos lugares conocen mejor la violencia del
narcotráfico y su combate como los habitantes de Coahuila, en la
frontera con Estados Unidos.
En Saltillo, la capital, se han sucedido en las últimas semanas los enfrentamientos entre bandas rivales, granazados y tiroteos.
El Obispo de esta ciudad, Raúl Vera, se ha convertido en uno de los líderes morales de una comunidad afligida.
Pero es también, dentro de la jerarquía
católica, el mayor crítico de la estrategia del presidente Felipe
Calderón contra el crimen organizado.
"Los carteles se están multiplicando, el número
de muertos crece, la corrupción está cada día más adentro… Cuando
escuchamos hablar al presidente de que su estrategia está teniendo éxito
pensamos o bien que lo tienen en una campana de cristal o que
sencillamente es un mentiroso. Yo me iría por lo segundo", denuncia.
Raúl Vera representa a una parte de la Iglesia
Católica Mexicana que se ha puesto del lado de organizaciones como el
Movimiento por la Paz del poeta Javier Sicilia.
Otros sacerdotes también han denunciado el
abandono de las víctimas, como Alejandro Solalinde, quien en los últimos
años se ha revelado como uno de los principales defensores de los
migrantes centroamericanos amenazados por el crimen en el sur del país.
Según Vera, el gobierno no es el único que le ha fallado a viudas y huérfanos. También la Iglesia.
"En este momento deberíamos estar haciendo un
trabajo extra por un pueblo sin pastor. Y no lo estamos haciendo", le
dice a BBC Mundo.
"La gente tiene una esperanza de que la Iglesia
la defienda, que el Santo Padre llame la atención de los políticos, de
los obispos, para atender a las víctimas" afirma.
Mensaje papal
La Nunciatura Apostólica confía en que la visita de Benedicto XVI pueda servir para terminar con el derramamiento de sangre.
Mientras, muchos católicos esperan que el Papa
traiga un mensaje de paz, como el que parece colgar de las puertas de la
narcocapilla en Pachuca.
En este templo financiado por la muerte da la bienvenida un cartel.
Y en él, un mensaje que muchos quisieran para su país: "Sí a la vida".
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