Cuando los pulgones, un diminuto insecto verdoso, intentan acercarse a este trigo, la planta expulsa una feromona olorosa y repelente típica de la menta que los espanta en el acto.
La planta forma parte de los primeros experimentos con cultivos genéticamente modificadas que se desarrollan en el Reino Unido.
Para los pulgones, el olor es una
señal de alarma que les advierte de un ataque de depredadores. Los
investigadores esperan que la feromona mantenga a raya a insectos y
plagas sin necesidad de utilizar insecticidas químicos.
El trabajo se está desarrollando en el
Rothamsted Research, uno de los centros más importantes en el estudio de
las plantas. Este es el primer ensayo en una planta modificada
genéticamente que incorpora feromonas.
En las últimas semanas los investigadores
plantaron trigo transgénico en ocho parcelas de tierra, cada una de seis
por seis metros, para estudiar la reacción de los insectos.
Los pulgones son una de las principales amenazas para el cultivo del trigo en muchos países.
El profesor Maurice Moloney, director del Rothamsted Research, los describe como un "problema de US$10.000 millones".
El profesor Maurice Moloney, director del Rothamsted Research, los describe como un "problema de US$10.000 millones".
Aromas que atraen avispas
"Los experimentos han demostrado que el sentido del olfato de los pulgones es muy sensible. Los insectos no van a alejarse si sospechan que la feromona ha sido liberado por la planta"
La idea de crear una variedad de trigo que
pudiera recurrir al olor para repeler a los insectos se planteó por
primera vez en 1985.
El profesor John Pickett, referente mundial en el estudio de la ecología química y parte del grupo de investigadores del Rothamsted Research, explica que la idea se ha venido aplicando con éxito en sus pruebas de laboratorio.
"El objetivo es aprovechar los procesos naturales en lugar de pesticidas y responder a las preocupaciones del público sobre el uso de sustancias químicas", detalló a la BBC.
Los ensayos se realizan bajo fuertes medidas de seguridad para mantener alejados a los animales y evitar protestas de grupos ecologistas.
El profesor John Pickett, referente mundial en el estudio de la ecología química y parte del grupo de investigadores del Rothamsted Research, explica que la idea se ha venido aplicando con éxito en sus pruebas de laboratorio.
"El objetivo es aprovechar los procesos naturales en lugar de pesticidas y responder a las preocupaciones del público sobre el uso de sustancias químicas", detalló a la BBC.
Los ensayos se realizan bajo fuertes medidas de seguridad para mantener alejados a los animales y evitar protestas de grupos ecologistas.
A una parte de las plantas de trigo se les ha
añadido un gen de la planta de la menta, mientras que a otra parte se le
ha agregado un gen sintético.
La idea del experimento es comprobar de qué
manera la planta emite una versión más pura de la feromona conocida como
A-Farneseno.
No obstante, los experimentos han demostrado que
el sentido del olfato de los pulgones es muy sensible. Los insectos no
van a alejarse si sospechan que la feromona ha sido liberada por la
planta.
Otro objetivo de las investigaciones es ver si la feromona atrae al principal depredador de los pulgones, una diminuta avispa parasitaria.
Otro objetivo de las investigaciones es ver si la feromona atrae al principal depredador de los pulgones, una diminuta avispa parasitaria.
La polémica sobre los transgénicos
Las pruebas de laboratorio demuestran que el
aroma de la menta tiene un efecto doble: repele a los pulgones y atrae a
las avispas.
Los investigadores plantean que uno de los posibles riesgos de aplicar esta técnica es que las plagas que se ahuyenten terminen afectando a los cultivos vecinos.
Los investigadores plantean que uno de los posibles riesgos de aplicar esta técnica es que las plagas que se ahuyenten terminen afectando a los cultivos vecinos.
Los campos existentes de trigo suelen protegerse
con pesticidas, mientras que otras plantas silvestres tienen sus
propios mecanismos de defensa.
Los científicos esperan que las plantas modificadas genéticamente reduzcan el uso de insecticidas. Pero esta es una tecnología caracterizada por la polémica.
Los científicos esperan que las plantas modificadas genéticamente reduzcan el uso de insecticidas. Pero esta es una tecnología caracterizada por la polémica.
El desarrollo de alimentos genéticamente
modificados sufrió un revés hace una década por la publicidad negativa y
el nerviosismo público sobre este tipo de productos.
Las principales cadenas de supermercados de Gran
Bretaña no ofrecen alimentos transgénicos. Además la Unión Europea
tiene que aprobar su cultivo.
Pero investigaciones como la del trigo, de carácter científico, pueden ser autorizadas por los gobiernos nacionales.
Ante una población global de 7.000 millones de
personas que necesita ser alimentada, muchos científicos creen que la
solución tiene que pasar por la modificación genética de las plantas.
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