Dos horas y diez minutos bastaron para que la tenista
rusa Alisa Kleybanova volviera con un triunfo al tenis profesional,
menos de un año después de ser diagnosticada con la enfermedad de
Hodgkin, un cáncer del tejido linfático del que no se conocen las
causas.
Pocas semanas antes del regreso de Kleybanova en
el abierto que se disputa en Miami, el jugador de fútbol americano Mark
Herzlich vivió una historia similar.
Sus médicos le habían dicho que
tenía sarcoma de Ewing, un tipo extraño de cáncer en los huesos, y que
era posible que nunca volvería a caminar. Su regreso parecía improbable
y, sin embargo, el linebacker o apoyador viajó con su equipo,
los Gigantes de Nueva York, al más reciente Superbowl, en Indianápolis
(al final no fue alineado).
Aunque no son los únicos casos, las de
Kleybanova y Herzlich sí son las más recientes historias de deportistas
que lograron superar un cáncer para regresar profesionalmente a sus
disciplinas.
¿Qué papel jugó en su recuperación la actividad
física profesional? ¿Es posible recuperar el nivel de competencia tras
una enfermedad potencialmente mortal?
Para responder estas preguntas, BBC Mundo habló
con uno de los oncólogos que trató al ciclista Lance Armstrong, con la
directora de la fundación del exjugador de hockey Mario Lemieux y con
una especialista en el rol del deporte en los tratamientos cancerígenos.
Ventajas físicas
Cinco deportes, cinco historias
- El jugador de hockey sobre hielo Mario Lemieux (foto) sufrió linfoma de Hodgkin en 1993. El mismo día en que terminó el tratamiento de recuperación, convirtió un gol e hizo una asistencia. Su equipo, los Pittsburgh Penguins, ganó desde entonces 17 partidos seguidos. El 7 de marzo fue presentada una estatua en su honor.
- El ciclista Lance Armstrong tuvo cáncer testicular en 1996. Hizo metástasis y afectó su cerebro y sus pulmones. Se recuperó para ganar siete veces el Tour de Francia, un récord en esa disciplina.
- El beisbolista John Kruk también tuvo cáncer testicular, en 1994. Le fue removido el testículo y volvió para disputar 75 partidos en esa temporada para su equipo, los Phillies de Filadelfia.
- En 1993, al golfista Paul Azinger le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin. En 2008 fue el capitán del equipo de Estados Unidos que venció a Europa en la Copa Ryder.
- A Éric Abidal, defensor de Barcelona, le fue extirpado un tumor en su hígado en marzo del año pasado. Dos meses después disputó la final de la Liga de Campeones. Recientemente se conoció que tendrá que someterse a un transplante de hígado y que su carrera está en juego.
Los expertos coinciden en que por su actividad
profesional, los deportistas tienen una ventaja de entrada frente a
quienes no realizan actividad física de alto nivel.
"Hay décadas de evidencias que muestran que los
individuos que están mejor físicamente -y los atletas claramente entran
en esta categoría- resistirán cualquier tratamiento médico al que tengan
que someterse con menos complicaciones y una recuperación más rápida
que quienes son sedentarios y están fuera de forma", explica Kathryn
Schmitz, profesora de la facultad de medicina de la universidad
estadounidense de Pennsylvania.
En el caso de Lance Armstrong, el ciclista que
superó un cáncer testicular (con metástasis en sus pulmones y cerebro)
para ganar luego el Tour de Francia en siete ocasiones, eso parece estar
claro.
Su oncólogo, Craig Nichols, señala que Armstrong
tenía un estado físico extremadamente bueno al comenzar el tratamiento
-antes de ser ciclista había sido triatleta profesional- y que eso lo
ayudó a tolerar la quimioterapia y las cirugías, hasta el punto que le
pudieron dar la dosis completa de medicamentos sin que el sufriera
alteraciones importantes.
"Su nivel físico básico tuvo un impacto
sustancial sobre su habilidad de soportar el tratamiento", dice Nichols,
quien es miembro de la junta directiva de la fundación de Armstrong.
Recuperación mental
Pero además hay otro factor: los deportistas son
competitivos por naturaleza, y eso parece ayudarles a afrontar los
retos mentales que vienen acompañados del cáncer.
"El hecho de que tenía confianza en sí mismo y
estaba acostumbrado a sobreponerse a obstáculos sin duda ayudó en la
parte mental de la recuperación", dice Nichols.
Y Nancy Angus está de acuerdo.
Ella es la directora ejecutiva de la fundación
que creó Mario Lemieux, un exjugador de hockey sobre hielo que superó un
linfoma de Hodgkin y se convirtió luego en una leyenda de los
Pittsburgh Penguins y en miembro del hall de la fama de la liga de
hockey de Estados Unidos y Canadá (NHL, por sus siglas en inglés).
"Tiene que ver con su dinamismo y su deseo de vencer la enfermedad", dice Angus.
"Por supuesto está el talento, pero es más que sólo el talento".
Después del cáncer
Schmitz y Nichols, ambos en diálogo con BBC
Mundo, coinciden en que el cáncer debe mirarse de manera individual y
que rara vez son comparables los casos de los pacientes.
Por eso, tampoco es posible determinar si
deportistas como Kleybanova o Herzlich podrán tener un nivel
sobresaliente y constante luego de la recuperación, como ocurrió con
Armstrong y Lemieux.
Para los que no son atletas profesionales
Kathryn Schmitz explica que las
personas que no son atletas profesionales deben tener especial cuidado
cuando tratan de comenzar una actividad física tras un cáncer.
La situación, enfatiza, no es igual que en los deportistas de élite.
Sin embargo, sí es recomendable hacer ejercicio como parte de un tratamiento anticancerígeno.
"Hay evidencia convincente para afirmar que cualquier persona que ha sido diagnosticada con cáncer debería permanecer tan activa como le sea posible durante todo su tratamiento".
La situación, enfatiza, no es igual que en los deportistas de élite.
Sin embargo, sí es recomendable hacer ejercicio como parte de un tratamiento anticancerígeno.
"Hay evidencia convincente para afirmar que cualquier persona que ha sido diagnosticada con cáncer debería permanecer tan activa como le sea posible durante todo su tratamiento".
"Depende de los tratamientos a los que fueron sometidos", dice la investigadora de la universidad de Pennsylvania.
"Lo que puedo decir es que hay ejemplos en los
que la respuesta es sí (pueden volver a un nivel competitivo alto) y hay
ejemplos en los que la respuesta es no".
Abidal y Lyle
En algunos casos también puede ocurrir una
respuesta intermedia. Un deportista puede recuperarse de un cáncer o
tumor inicial y volver a los terrenos de juego, para luego tener que dar
un paso al costado -temporal o definitivo- por una recurrencia de la
enfermedad.
Sólo en marzo de 2012 se conocieron dos de estos casos: el de Éric Abidal y el de Jarrod Lyle.
Abidal, futbolista francés de Barcelona, deberá
someterse próximamente a un transplante de hígado, lo que pone
seriamente en duda su regreso a las canchas. En marzo del año pasado le
había sido extirpado un tumor en ese mismo órgano, tras lo cual ganó la
Liga de Campeones con su equipo.
El golfista australiano Lyle, por su parte, se
recupera de su primera sesión de quimioterapia luego de que le fuera
diagnosticada una recurrencia de leucemia. Su primer diagnóstico fue a
los 17 años y hoy tiene 30. Entre las dos enfermedades logró competir en
el PGA Tour.
En ese sentido, Nichols explica que ahora hay un
énfasis mucho más grande en la supervivencia con calidad de vida para
tratar de minimizar las posibles consecuencias del tratamiento
anticancerígeno en el futuro, en todo tipo de personas.
El médico agrega que ese énfasis actual se debe, por lo menos en parte, a la historia exitosa de deportistas como Armstrong.
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