Durante la Segunda Guerra Mundial México libró
batallas en dos frentes: envió tropas para combatir a los ejércitos del
Eje (formado por Alemania, Japón e Italia), y al mismo tiempo mantuvo
bajo vigilancia especial a miles de japoneses y sus familias que vivían
en el país.
Muchos fueron obligados a abandonar sus hogares y
concentrarse en las ciudades de México y Guadalalajara, además que
debieron reportar sus movimientos ante la Secretaría de Gobernación.
Algunos incluso fueron encarcelados por varios años.
Es una historia que poco se conoce, y
que ahora se revela en el libro La Guerra contra los japoneses en
México durante la Segunda Guerra Mundial.
Es el producto de varios años de investigación
en archivos oficiales que recientemente fueron desclasificados, y que
pone en claro los abusos que se cometieron contra inmigrantes japoneses y
sus familias, explica a BBC Mundo el historiador Sergio Hernández
Galindo, autor del libro.
Muchos de quienes fueron obligados a concentrarse eran ciudadanos mexicanos amparados por la Constitución del país.
"Fueron violados sus derechos elementales, no se
les permitía moverse de un lado a otro, solamente con permiso. Hay una
violación masiva de sus derechos como ciudadanos mexicanos", afirma
Hernández Galindo, investigador de la Dirección de Estudios Históricos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Activismo
"Fueron violados sus derechos elementales, no se les permitía moverse de un lado a otro, solamente con permiso. Hay una violación masiva de sus derechos como ciudadanos mexicanos"
Sergio Hernández Galindo, INAH
En diciembre de 1941, cuando fue destruida la
base naval de Pearl Harbor de Hawai, en México vivían unos 6.000
migrantes japoneses y sus familias.
Algunos tenían décadas de residir en el país,
pues formaron parte de la primera oleada de inmigrantes que llegó a
fines del siglo XIX. Otros habían nacido aquí, y la mayoría estaba
completamente integrada a la sociedad mexicana.
En los años previos a la Segunda Guerra Mundial,
el gobierno de Estados Unidos solicitó a varios países de América
Latina que vigilara a los japoneses que residieran en sus territorios.
México accedió sin problemas. Antes que
iniciaran las hostilidades en Europa y Asia, el país mantenía un intenso
activismo diplomático y comercial con los adversarios del Eje.
De hecho, el gobierno mexicano ayudó a la
repatriación y refugio de ciudadanos de naciones aliadas, aumentó la
venta de petróleo crudo a Estados Unidos y reconoció abiertamente a las
autoridades en el exilio de países como Francia y España.
Una de las primeras acciones fue remover a los
japoneses que vivían en ciudades fronterizas con Estados Unidos, a
quienes la Casa Blanca consideraba como enemigos potenciales, cuenta el
historiador.
Pero las autoridades mexicanas hicieron lo mismo
con inmigrantes que vivían en zonas lejanas a la frontera, como Oaxaca o
Chiapas.
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En México, como en otros países de América Latina, había un clima social adverso a los migrantes de Alemania, Italia y Japón.
Los derechos de quienes habían optado por
convertirse en ciudadanos fueron acotados, y en algunos casos se
cancelaron las cartas de naturalización.
El congreso mexicano modificó algunas leyes,
como el Código Penal, para crear el delito de espionaje y disolución
social. Los hijos de inmigrantes japoneses que no demostraran haber
nacido en el país fueron considerados "enemigos externos".
Los medios de comunicación y las organizaciones
sindicales oficialistas contribuyeron a este clima anti inmigrante.
Algunas incluso advirtieron que un desembarco de naves militares
japonesas en México "no estaba descartado", según cuenta el libro de
Hernández.
El joven Masao Imuro fue detenido por escribir
una carta donde aseguraba que pondría una bomba en el Canal de Panamá, y
asesinaría al presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt.
Aunque se comprobó que el inmigrante no tenía
forma alguna de cumplir sus deseos, fue encarcelado sin juicio durante
siete años. Dejó la prisión en 1949.
Indemnización
¿Por qué abordar el tema, 67 años después de concluida la Segunda Guerra Mundial?
"El gobierno no les ha pedido disculpas al considerarlos enemigos por el sólo hecho de tener sangre japonesa"
Sergio Hernandez Galindo
Hernández Galindo reconoce un interés histórico, el dar a conocer una etapa de la vida mexicana de la que se conoce muy poco.
Pero también existe un elemento de
reivindicación social. El gobierno de Estados Unidos indemnizó a miles
de ciudadanos de origen japonés, que vivían en su territorio, por la
violación de sus derechos humanos durante la guerra.
México no lo ha hecho. "El gobierno no les ha
pedido disculpas al considerarlos enemigos por el sólo hecho de tener
sangre japonesa", explica el historiador. "Tuvo una una perspectiva
xenofóbica y racista".
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