Ya se sabía que el ruido
afecta el canto de las aves, pero también tiene un impacto negativo en
las plantas, según un nuevo estudio.
Científicos en Estados Unidos
encontraron que los ruidos asociados a actividades industriales
perturban el comportamiento de animales que tienen un rol clave en la
polinización y la dispersión de semillas.
El
aumento de decibeles debido a la acción humana podría estar modificando
lentamente algunos ecosistemas y afectando especialmente a los árboles.
Los científicos, del Centro Nacional de Síntesis
Evolutiva en Carolina del Norte, NEScent por sus siglas en inglés,
investigaron el impacto del ruido en un hábitat conocido como Rattlesnake Canyon Habitat Management Area (RCHMA), en el estado de Nuevo Mexico.
El sitio es ideal para evaluar los efectos del
ruido en la fauna, ya que se trata un área con cobertura de bosque y al
mismo tiempo con pozos de explotación de gas natural.
Las características del lugar permiten aislar el
impacto del ruido de otros posibles factores negativos como las luces
artificiales.
Picaflores
Estudios anteriores ya habían determinado que el
ruido en los centros urbanos lleva a las aves a cantar a una frecuencia
más alta para que sus llamados puedan ser oidos por otras aves.
El experimento de NEScent se realizó en dos
fases. En una primera instancia, los investigadores estudiaron los
efectos en las aves, "que son especialmente sensibles a la contaminación
acústica ya que dependen de una comunicación eficiente para
sobrevivir", señala el estudio.
Los científicos colocaron flores artificiales
con tubos de néctar en áreas ruidosas y en áreas tranquilas, para medir
exactamente la cantidad de líquido consumido por picaflores o colibríes.
El ruido industrial causó un aumento en la actividad de las aves. Una especie en particular (Archilochus alexandri) visitó cinco veces más flores en sitios ruidosos que en áreas más silenciosas.
Clinton Francis, autor principal del estudio,
cree que los picaflores prefieren los lugares ruidosos porque otras aves
que atacan sus nidos, como los arrendajos azules, tienden a evitar esos
lugares.
Pinos y ratones
En una segunda fase del experimento, los
investigadores evaluaron el impacto del ruido en uno de los árboles más
comunes del lugar, una especie de pino piñonero denominado Pinus edulis.
Los científicos esparcieron conos debajo de 120
árboles en áreas ruidosas y tranquilas y utilizaron una cámara sensible
al movimiento para registrar los animales que buscaban semillas.
Varios animales visitaron el lugar durante tres días, incluyendo ratones, ardillas, aves y conejos.
Los ratones prefirieron los sitios más ruidosos, pero los arrendajos azules o urracas azules (Cyanocitta cristata) ni siquiera se acercaron a ellos. Esto es muy preocupante, según los científicos.
Las semillas ingeridas por los ratones no
sobreviven al pasaje por el aparato digestivo del animal, de forma que
un aumento en la población de ratones se traducirá en una menor
germinación de semillas.
Los arrendajos azules cumplen un papel
fundamental en la dispersión de semillas de árboles. Un ave puede
recoger cientos o incluso miles de semillas y enterrarlas para comer
posteriormente. Algunas de esas semillas eventualmente logran germinar.
"El estudio demuestra que es preciso evaluar las consecuencias ecológicas de los cambios que los seres humanos están introduciendo en hábitats en todo el mundo"
Clive Francis, NEScent
En el caso del experimento, el número de arbolitos fue cuatro veces menor en las áreas ruidosas que en las más tranquilas.
"Esto significa que podrá reducirse el numero de
árboles en áreas más ruidosas, pero esto podría haber pasado
desapercibido durante muchos años porque los piñones crecen muy
lentamente", explicó Francis.
"Y si hay menos piñones el hábitat dejará de ser
favorable para los cientos de especies que dependen de estos árboles
para sobrevivir".
Los científicos señalan que "la contaminación
acústica es cada vez mayor y la investigación demuestra que es preciso
evaluar las consecuencias ecológicas de los cambios que los seres
humanos están introduciendo en hábitats en todo el mundo".
El estudio fue publicado en la revista de la Academia de Ciencias Británica, Proceedings of the Royal Society Biology.
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