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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Habemus Doctor‏



 Por Tiberio Castellanos
El autor es un comunicador dominicano residente en Miami,Estados Unidos


Y bien, el viernes 13  y como ya lo habíamos anunciado. En La universidad de Texas en Austin y casi al pié de la gran torre de la universidad, Edificio Parlem, Salón 103. A las dos de la tarde, se abrió el aula y entramos. El grupo, para este tipo de evento, era algo nutrido. 

Rebeca y Medar, Rocio, Sama, Ari y yo; Alana y Scott y otros campañeros del curso de Rebeca y Medar, que están, precisamente en estos días, en el asunto de sus tesis; unos jóvenes que fueron alumnos de Rebeca y Médar, y algún otro.
 
     Y fueron entrando al aula y saludando los Profesores. Y cuando ya estaban los cuatro que eran, uno de ellos nos invitó a salir del aula y esperar fuera unos minutos. Entiendo que entonces, los Profesores fueron acordando ciertos detalles del evento.
 
Y quizás, pienso yo, intercambiando opiniones sobre la leída tesis (500 páginas). Entiendo que no todos la habían estudiado con igual empeño. Eso entiendo, porque este momento duró como unos 30 minutos y un poquitico más.
 
     Entonces, un Profesor nos invitó a entrar nuevamentre al aula,  y    comenzó "la defensa de la tésis". Cada uno a su turno, los Profesores fueron haciendo sus preguntas y añadiendo luego sus opiniones. Me pareció que fueron muchas más sus observaciones que sus preguntas, pues vi a Rebeca haciendo anotaciones en su libreta. Esto me pareció una muy buena señal. 
 
Lamentablemente para mi, todo esto transcurrió en ingles.Y yo no tengo el oído suficientemente educado en la lengua de Walt Whitman. No obstante, sí que   escuché varias veces mencionar a Pelayo y al Rey Alfonso el Sabio, por lo cual sospecho que la cosa andaba por el medioevo español. 
 
     Como al cabo más o menos de una hora, otra vez un Profesor nos pidió a todos salir del aula. Y allí  quedaron los cuatro Profesores mas o menos media hora más.
 
     Luego otro Profesor nos manda a entrar de nuevo al aula y vemos como, a su turno, cada uno de ellos, con mucho afecto, va saludando a Rebeca y diciéndole: "congratulation Doctor".
 
     Todos abrazamos a Rebeca. Pero ninguno vió el tradicional humo blanco saliendo de la chimenea del edificio.
 
No, pero estaba saliendo de mi corazón. 
Y la fiesta prosiguió en el Magnolia Cafe con ensaladas y cervezas.

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