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jueves, 7 de octubre de 2010

EL GRAN TEATRO GRIEGO

CULTURA VIVA

Por Lincoln López

Los textos especializados sobre historia del teatro nos dicen que para el mundo occidental, el teatro nace en Grecia. Sus orígenes se remontan a unas ceremonias o procesiones rituales en honor a Dioniso, dios del vino y de la vegetación; amigo de las musas y de las artes.


Esas festividades se celebraban cuatro veces al año ante el templo del dios: primavera, verano, otoño e invierno. Aparecía una comitiva compuesta de sátiros, los hombres vestidos con pieles de macho cabrío, en griego tragós, de donde derivó la palabra tragoidia o tragedia para designar esos cantos y ceremonias a Dioniso.

 Un individuo del coro con pocas palabras exhortaba a los danzantes para que iniciaran el canto. Posteriormente, hacia el año 530 a. de J.C., Tespis añadió a los cantos corales que una persona separada del coro, el solista, representara la leyenda de Dioniso, dando así lugar a la aparición del actor. En este momento comienza un intercambio de discursos que en el proceso evolutivo desembocó en el diálogo.

La temática de la tragedia griega, una vez desligada del carácter exclusivamente dionisíaco del primitivo ditirambo, se nutre, unas veces, de las leyendas sobre los héroes antiguos, y otras veces, de hechos históricos, como es el caso de Los Persas de Esquilo.

En El Siglo de Pericles (siglo V a. C.), el teatro griego alcanzó su máximo desarrollo. Es la época de las armoniosas construcciones arquitectónicas en la Acrópolis de Atenas, época destacada del pensamiento filosófico. La tragedia llega a la cima más alta gracias a tres grandes poetas (dramaturgos): Esquilo, Sófocles y Eurípides.

El contenido argumental de las obras griegas fue fundamental para el éxito del teatro: populares, originales, desarrolladas dentro de su contexto histórico-social, por lo que el público podía sentir la historia como suya. Todas ellas modelaron la cultura occidental: Edipo Rey, Prometeo, Los Caballeros, Antígona, Medea…

No debemos excluir los otros dos géneros dramáticos griegos: el drama satírico y la comedia.

La comedia deriva su nombre de la palabra griega comos, que significa fiesta, con la que se designaba la procesión de máscaras que recorría las calles cantando alrededor de un carro en forma de nave (carrus navalis en latín, de donde procede la palabra carnaval). Uno de los más grandes poetas cómicos fue Aristófanes.

A propósito, las máscaras constituían uno de los elementos más importantes de la indumentaria del intérprete. Las que usaban los actores eran de gran tamaño, con rasgos convencionales y expresiones exageradas. La enorme boca de la máscara y su forma interior ahuecada le permitía funcionar como megáfono para amplificar la voz al público.

El actor se llamaba en griego hypocrites, (hipócrita), y, por consiguiente, tenía dos caras. Ambas unidas (tragedia y comedia) constituyen hoy día el símbolo del teatro universal.

Ni hablar de los aportes a la arquitectura mundial del anfiteatro, la escenografía, la maquinaria escénica, el maquillaje.

Igual que ayer los desafíos del mundo actual en los albores del siglo XXI, es el conocimiento y la cultura como única salida de la pobreza mental y del subdesarrollo.


































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