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miércoles, 27 de octubre de 2010

La situación dominicana es realidad o percepción

Autor: RAMON A. CABRAL
Columnista invitado

He aprendido que existen dos sistemas filosóficos para interpretar el mundo: la concepción materialista y la idealista, la primera fundamentada en la materia o en la evolución de las especies y la segunda fundamentada en el idealismo y en la creación.



Independientemente de estos dos sistemas filosóficos, también he aprendido que la realidad existe independientemente de la conciencia, de que yo quiera o no, de que yo la perciba o no, de que yo la afirme o la niegue.



Los medios de comunicación se hicieron eco de lo dicho por el fiscal del Distrito Nacional, Alejandro Moscoso Segarra: “es más grande la percepción que la criminalidad”, por lo que planteó que debe convocarse el Consejo de Seguridad Ampliado para que desde allí se pueda mostrar la realidad de la criminalidad y de la violencia en la República Dominicana, no sin antes establecer que el auge y aumento de la criminalidad se debe a la percepción que tenemos los dominicanos.



En verdad que no puedo entender la explicación que trata de dar el fiscal del Distrito Nacional sobre el auge vertiginoso de la criminalidad, porque soy de los que creen que la criminalidad y su auge no dependen, bajo ninguna circunstancia, de los deseos de los dominicanos.



Entre realidad y percepción existe una estrecha relación, ya que lo primero se define como todo lo que es o existe independientemente de la conciencia del ser humano y lo segundo se puede definir como el conocimiento del mundo exterior por medio de las impresiones que comunican los sentidos.



Es bueno que el fiscal del Distrito Nacional sepa que la criminalidad y todos los demás flagelos y males existentes en nuestra nación, como tales, no dependen en modo alguno del grado de percepción que podamos tener sobre la misma.



A juicio del fiscal, existen muchas personas que no entienden que las estrategias que se articulan para dar repuestas a la criminalidad y la violencia no sólo deben ser repuestas del Estado dominicano, sino que debe ser un compromiso de todos, lo que no deja de ser un puro trabalenguas y una evasiva inexplicable de un funcionario que ha sido nombrado para enfrentar ese y otros flagelos sociales.



De manera que la criminalidad, el narcotráfico, los apagones, la corrupción gubernamental, etc., no son el producto de la especulación de la opinión pública, sino de la incapacidad de las actuales autoridades para encarar y solucionar unos males sociales que mantienen en jaque a una población que se siente desprotegida e impotente, porque al parecer no tiene quien la defienda.



La realidad es que la criminalidad se ha generalizado y muchos de sus actos se realizan a la luz del día, sin que nuestras autoridades puedan dar una respuesta contundente y satisfactoria para la familia dominicana.



Sería bueno que nuestras autoridades puedan percibir métodos correctos y efectivos para encarar la criminalidad.

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