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martes, 31 de agosto de 2010

Reflexion‏

Por Humberto Marte
Desde Philadelphia Estados Unidos de Norteamerica

Observando al mundo desde diferentes perspectivas me dispuse a meditar sobre mi comportamiento en los últimos cincuenta años y me atreví a poner en balanza las circunstancias tanto en mis desvaríos como en mis aciertos.


Pero para eso tuve que ser valiente y acudir a la difícil tarea de la realidad que todo sabio debe tomar de herramienta, no como defensa en si, sino para reducirse a la más mínima expresión de humildad al admitir que el mundo es tan diverso e inmenso en la forma particular de verlo desde la perspectiva humana, que se hace imposible mantener un punto ideológico sin variar posturas y sin aceptar que solo la omnipotencia es capas desde lo oculto de saber de que lado esta la razón

Pero que esa misma omnipotencia en su inmensa sabiduría no interfiere entre el comportamiento humano porque de hacerlo seria como herir el orgullo colectivo y porque el hombre carece de la paciencia que solo es dada a los dioses seria inevitable el colapso de la especie


Esa omnipotencia con su inmensidad de amor por los humanos no marca limites para su espera de que algún día se llegue a un consenso sobre la mejor manera de convivencia entre los hombres y mujeres porque intereses de todos tipos y valores fomentan la enemistad

En todo lo que observo medito y puedo llegar una conclusión, si la omnipotencia no interviene entre los seres humanos sino que espera pacientemente que los hombres puedan volver a verse como hermanos me pregunto

¿quien soy yo para querer arreglar al mundo?

Y concluyo la perfección es de Dios y si yo no lo soy como puedo querer que mi prójimo lo sea quiero volver a nacer

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