Es posible imaginar el tipo de
pesadillas que una adolescente puede sufrir en un viaje en solitario
alrededor del mundo: secuestros por parte de piratas, arrecifes de coral
traicioneros, miedo a grandes olas, tormentas o a encuentros con
criaturas marinas.
Pero ninguna de esas fue la peor pesadilla de Laura Dekker.
Lo que perturba el sueño de la
estudiante de 16 años de edad son los recuerdos de las experiencias
traumáticas con las autoridades holandesas.
Laura -la persona más joven en dar la vuelta el mundo en solitario- recuerda que siempre quiso hacer ese viaje.
Sin embargo, desde que inició los preparativos, los autoridades de su país, Holanda, hicieron todo lo posible para impedirlo.
Ardua batalla
Laura Dekker nació en un barco. A los seis años
ya navegaba en lagos por su cuenta. A los 13 años partió de Holanda
hacia el Reino Unido.
Y a medida que crecía también lo hacían sus ambiciones.
Cuando cumplió los 13 años ya había decidido que su próximo desafío sería dar la vuelta al mundo ella sola.
A pesar de la resistencia inicial, sus padres finalmente accedieron a apoyar los esfuerzos de su hija.
No obstante, las autoridades holandesas no fueron tan fáciles de convencer.
Un tribunal bloqueó los planes de Laura quien
casi fue puesta bajo el cuidado de los servicios de protección de
menores con la premisa de que ella era demasiado joven para cuidarse
sola en el mar.
Después de una ardua batalla judicial Laura
finalmente ganó el derecho a alzar velas con la condición de que
completara un curso de primeros auxilios y se inscribiera en un programa
de educación a distancia.
Pero incluso después de emprender su viaje Laura
seguía sometida a presión porque su familia todavía estaba bajo el
escrutinio de las autoridades holandesas.
A principios de mes, funcionarios escolares citaron a su padre alegando que la estudiante no había terminado su tarea a tiempo.
Como dice el abogado de la familia, Peter de
Lange, no siempre es tan fácil terminar a tiempo los deberes escolares
cuando estás navegando alrededor del mundo.
"Había limitaciones. Laura no siempre tenía
acceso a internet. A veces había tormentas y tenía que poner su propia
supervivencia en primer lugar," explica.
"Ella se esforzó lo más que pudo, y la escuela sabía que habría momentos en los que no sería capaz de cumplir los plazos".
Entereza
Las autoridades, pese a todo, también estaban obligadas a intervenir en el curso de los acontecimientos.
"Tenemos el deber de investigar. La ley dice que
los jóvenes tiene que ir a la escuela hasta que cumplen 16 años", dice
Caroline Vink, del Instituto Holandés de la Juventud.
"También teníamos que asegurarnos de que Laura
fuera capaz de hacer frente a las demandas de un gran desafío, como
permanecer despierta y estar sola todo el tiempo", agrega.
A la vez, reconoce que "es muy difícil juzgar un caso como este, y más cuando estás frente una joven tan decidida"
Vink aclara que "nunca tuvimos la intención de
hacerle la vida difícil; sólo velar por su seguridad. Espero que no nos
guarde rencor".
Y añade: "Al final ella ha demostrado una entereza de carácter extrema tanto antes como durante el curso de su aventura".
Navegando
En el mar, Laura se siente libre. Mediante un blog compartía sus pensamientos."En el mar me siento cómoda y relajada, especialmente durante largas travesías como las del Índico y el Atlántico", dijo.
"He navegado el mundo entero, por puertos difíciles y peligrosos arrecifes y a través de tormentas fuertes, y en todo momento he cuidado de mí de y Guppy (su barco)", escribió.
"Mirando hacia atrás siento que las autoridades holandesas me trataron mal. Me temo que la pesadilla continuará atormentándome", manifestó.
Las autoridades son conscientes de los comentarios de Laura, pero Joost Lanshage, de la Oficina de Asistencia a los Jóvenes, insiste en que no tuvo más remedio que intervenir.
"Si Laura se hubiese ahogado nos habrían acusado de no haber hecho lo suficiente para protegerla", dijo.
"Gracias a Dios ella está bien y creo que eso se debe en parte debido a las medidas de seguridad que establecimos como condición para permitirle viajar", añadió.
"Siento que Laura esté traumatizada, pero no me arrepiento de haber cumplido con nuestra responsabilidad".
En tierra firme
Laura Dekker eligió la isla holandesa de San Martín, en el mar Caribe, como punto de llegada a tierra, el mismo sitio de donde partió hace un año y al que arribó este sábado.Y ahora, en tierra firme, tiene planes que la mantendrán ocupada.
Actualmente está escribiendo un libro y trabaja en una película documental sobre su vida en el mar que estará lista a finales de este año.
Ella prefiere irse a Nueva Zelanda, donde tiene derechos de la ciudadanía debido a que nació en un barco amarrado frente a sus costas.
La joven no entrará en el Libro Guinness de los Récords debido a que la organización decidió retirar la categoría para evitar promover que
los menores corran riesgos.
Pero ella dice que su motivación para emprender el viaje no era el reconocimiento sino cumplir un sueño.
Y no hay dudas de que, junto a su orgullosa familia, Laura tiene motivos para celebrar porque este logro de una escolar holandesa tal vez no quede oficialmente registrado en el libro de los récords pero sí pasará a los libros de historia.
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