Tras la decisión del partido Laborista de poner el millonario
bono del gerente general del Royal Bank of Scotland (RBS), Stephen
Hester, a votación en la Cámara Baja en Reino Unido, al banquero no le
quedó otra opción que renunciar a sus más de US$1,5 millones en
acciones.
Como me lo dijo el director de RBS,
habría sido un gran error para el banco seminacionalizado discutir con
el Parlamento británico para mantener el bono de su gerente general, que
para muchos es visto como excesivo.
Se esperaba que los diputados votaran en contra
del pago del bono -y en esas circunstancias, hubiera sido imposible para
él aceptarlo. O al menos ésa fue la conclusión a la que llegó Hester
esta noche en una conversación con el presidente del banco, Sir Philip
Hampton.
Dicho esto, los directores no ejecutivos del
banco RBS continúan apoyando que a Hester se le otorgue 60% de la prima
máxima que podría haber ganado -porque sienten que ha fortalecido al
banco y argumentan que a él se le paga menos que a sus colegas.
Así que, en ese sentido, la junta directiva considera que Hester tomó la decisión correcta al hacer un sacrificio financiero.
Su renuncia a la bonificación resuelve un
problema. Pero el banco todavía tiene que decidir cómo bonicar a Hester
bajo un esquema de pago por separado, conocido como el plan de
incentivos a largo plazo -en las que podría recibir acciones por valor
de hasta cuatro veces su salario de US$1.8 millones.
Sin embargo, los directivos del banco no tomarán
ninguna decisión al respecto hasta que hayan visto lo que otros bancos,
especialmente Barclays, pagarán a sus ejecutivos. RBS sólo desea
recompensar a Hester en línea con lo percibido por otros en el mercado o
un poco menos.
Es por ello, que los directivos del banco ahora
lamentan amargamente haber adelantado alrededor de un mes la decisión de
otorgar el bono a Hester. Aceleraron la decisión del bono poque el
gobierno les pidió que lo hicieran -ya que los diputados creían que era
una buena idea terminar con la controversia sobre los bonos lo más
pronto posible.
Los directores de RBS ahora reconocen que habría
sido mucho mejor retrasar la decisión hasta después de que el mundo
conociera cuánto se le pagaría, por ejemplo, como bonificación al
director ejecutivo de Barclays, Bob Diamond -y es que el bono de Hester
en comparación no se vería tan exhorbitante.
El daño al gremio ya está hecho, y también a la moral de Hester.
Sus colegas dicen que no está considerando dejar
el banco -a pesar de que se siente atacado por el escrutinio público al
que ha sido sometido. Pero si se le presentara la oportunidad de irse a
otro gran trabajo con menos reflectores puestos sobre él, la tentación
de irse bien podría resultar irresistible.
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