El sueño de muchos adolescentes
tailandeses no es tener una cámara digital con decenas de gigas de
memoria sino una cámara analógica de carrete que puedan revelar a la
antigua en un laboratorio.
Mientras el gigante de la fotografía Kodak,
creador de la cámara de mano, se acoge al Código de Bancarrota de EE.UU.
después de perder la batalla con la fotografía digital, irónicamente
invento suyo, en las calles de Bangkog se forman clubes de fotografía
analógicas.
Cámaras pesadas y vetustas como las
primeras Kodak, las Polaroid y las míticas cámaras lomográficas que se
inventaron en los estertores de la Unión Soviética, son valoradas como
fetiches de glamour y elegancia.
"Cuando parecía que la fotografía tradicional
estaba muerta, surgió esta nueva tendencia para sacar del armario y
desempolvar las cámaras antiguas", detalla Khun Boy, propietario de una
tienda de antigüedades.
Una joven cliente detalló que para ella "una
fotografía es como un libro, necesito tocarla, saber que la puedo
guardar y volverla a ver en otro momento de mi vida".
La tienda de Khun se ha convertido en un sitio
de culto para los amantes de la fotografia tradicional. Allí se pueden
encontrar auténticas rarezas como el primero modelo de la setentera
Polarodi SX-70 de diseños más vanguardistas.
El comerciante le explica a los medios que dedica muchos horas a buscar cámaras antiguas por Internet.
Fotoguffy y Siam TLR son otras de las tiendas de
época que han surgido en Bangkok. Allí se pueden encontrar diferentes
versiones de posiblemente la cámara más contundente y misteriosa del
pasado: las cámaras lomográficas de la ex Unión Soviética.
La poderosa cámara lomográfica
Es una cámara llena de errores que encantan a
sus seguidores. Inventada en los últimos años de la U.R.S.S. la cámara
lomográfica tiene un lente gran angular que se caracteriza por
intensificar los colores, produciento un efecto túnel.
Así mismo oscurece las esquinas de la imagen como si imprimiera el aura del objeto fotografiado.
"Cámaras pesadas y vetustas como las primeras Kodak, las Polaroid y las míticas cámaras lomográficas que se inventaron en los estertores de la Unión Soviética, son valoradas como fetiches de glamour y elegancia"
"El atractivo de esta cámara está en sus
defectos, nunca sabes como saldrá la fotografía", comenta Sudathip
Stecha, miembro fundador de la Embajada Lomográfica de Bangkok.
La embajada pertenece a una red de tiendas en diferentes ciudades: Santiago de Chile, Budapest, Jakarta y Lisboa, entre otras.
Durante los años ochenta estas máquinas eran las
que se utilizaban en los países que conformaban el bloque socialista y
estuvieron a punto de desaparecer tras la caída del muro de Berlín.
En 1991 unos jóvenes austriácos que viajaban por la antigua Checoslovaquia compraron un par de ellas.
De regreso a su país quedaron sorprendidos por
las imágenes que sacaron con las lomográficas y decidieron montar una
tienda e importar de forma clandestina las cámaras de la marca LOMO.
A partir de entonces comenzó una corriente artística que se ha extendido por galerías, museos y clubes de fotografía.
"La intensidad de los colores, sobreponer varias
imágenes en una sola fotografía, las variaciones de la luz o el efecto
de antigüedad son algunos de los atractivos que ofrecen estas cámaras",
apuntan en la embajada de Bangkok.
Los jóvenes tailandeses, por su parte, intentan
reunir dinero para comprar unas de estas venerables cámaras. Con una
sola LOMO podrían comprarse seis o siete cámaras digitales estándar. Una
LOMO puede costar unos 25.000 bat (unos US$800). Todo un lujo.
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