Autor Fernando Rodríguez Céspedes
Columnista Estrella de Oasis
Cuando pienso en la incompetencia de la
Justicia Dominicana, no puedo dejar de recordar al fiscal adjunto de la
Provincia Valverde, licenciado Nelson Rodríguez
como paradigma de un funcionario judicial altamente cuestionable por sus
atropellantes ejecutorias y comportamiento que distan mucho de su deber de
hacer justicia, actuando sin prejuicios,
con prudencia y sabiduría.
Los casos sobran y para muestra basta
citar el esposamiento y arbitrariedad con que desconsideró a una joven abogada
que en uso de su derecho a proteger a su
cliente, insistió en presenciar el chequeo que le harían al vehículo del mismo.
Otro caso, es el torpe o mal
intencionado manejo que dio a las investigaciones del asesinato de Yasmín Valdez de Rodríguez en
Mao.
Este sonado y horrible crimen ocurrió en
la mañana de 25 de mayo del 2010 y pese a que desde el Palacio de Justicia al
residencial donde ocurrió, hay una distancia transitable en 3 minutos, el
Magistrado Rodríguez se apareció una hora después de ser notificado del mismo,
dando tiempo a que el sangriento escenario fuera contaminado por la multitud de
curiosos presente que abarrotó el lugar.
A esta negligencia hay que agregar su
complejo de Sherlock Holmes cuando a los
pocos minutos de apersonarse al lugar y luego de breves interrogatorios al
cónyuge de la occisa, profesor Manuel
Rodríguez Bonilla, proclamara ante los periodistas y curiosos que el hecho tenía
todas las características de un crimen pasional, que no hubo robo y……que: “el
esposo fue quien la mató”.
Como era de esperarse, ese “juicio al vapor,“
desató los demonios de la morbosidad y el chisme tan propio de los pueblos, y
dio pies a una campaña de desinformación, conjeturas y oprobios que “asesinaron
moralmente”, al esposo y, de hecho, han obstaculizado y desviado las
investigaciones impidiendo que los verdaderos asesinos de Yasmín sean
capturados pese a la chapusería con que actuaron.
Pero si ese juicio a priori fue
temerario, peor fue su labor de
convencimiento a los padres y hermanos de la difunta en ese sentido y el
ocultamiento de informaciones puntuales a la Fiscalía de Santiago, cuando el
caso fue pasado a esa jurisdicción, informaciones que pudieron facilitar la rápida
solución del crimen como fue la visita, a su despacho, de una vecina del sector
que denunció a los criminales.
Además, su afán de presentar al esposo
de la occisa como responsable del crimen fue tan grande que el convicto José
Rubén Matías Infante, quien hacía poco
había salido de la cárcel por robar en una vivienda frente al escenario de
crimen, fue visto por él entre los curiosos, en el lugar de la tragedia, y lo dejó
ir con la sola advertencia de que no saliera del pueblo para posible interrogatorio
futuro.
Como era de esperarse, este huyó de Mao
y luego apareció Enyi García Rivera confesando, ante su esposa y dos amigos,
aunque después lo negó, que ese sujeto, junto al nombrado Jonathan, quien visitaba
frecuentemente la casa vecina a donde ocurrió el crimen, le
habían pagado 10 mil pesos para que le avisara cuando el esposo de Yasmín
Saliera de la vivienda para ellos cometer su fechoría.
Si como sugieren algunos, el apresamiento
de Enyi, por el propio padre de Yasmín, oficial retirado de la Policía, fue un
montaje, ¿Por qué no se investigó a fondo quién y para qué se montó el mismo? .
Con Enyi detenido, esa no era una tarea difícil para las autoridades, pero
estas, ni siquiera se han interesado en ubicar
y detener para interrogar, a Matías
Infante ni al nombrado Jonathan.
Mientras tanto, el esposo sigue
padeciendo un largo viacrucis con sus dos hijos menores a cuesta y el estigma
de que “fue el asesino de su esposa,” pese a que ni los difamadores, los padres
de Yasmín, ni las autoridades policiales y judiciales han podido encontrar un
solo indicio de culpabilidad en su contra. Y todo esto, gracias al manejo
prejuiciado del caso, del flamante fiscal adjunto de Valverde, licenciado
Nelson Rodríguez.
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