Autor Benjamin Garcia
Columnista Estrella de Oasis
He decidido, como lo han hecho otros menos agraciados,
asumir una candidatura a la presidencia de la República. Entiendo bueno el momento, para ofrecer a
nuestro electorado, una propuesta verdaderamente alternativa, libre de presunciones
mesiánicas, sin compromisos con grupos económicos, sindicales, académicos o
clubes de dominó en lomas de reservas y concubinas de alto “cilindraje”.
No tengo estructura partidaria ni plataforma económica,
mucho menos una claque que resuene en cada actividad donde me encuentro, un
sonoro “dame lo mío”.
Mi relación con
los uniformes es nula. Habré saludado a
algún coronel, creyéndolo raso de un ejercito en abandono y he tenido la cercanía
de un generalato retirado. Además, los
uniformes me parecen tristes, propio de gente deshojada y sin razones de vida,
ni aspiraciones trascendentes.
Mi vínculo con la burocracia estatal se limita a haber sido
profesor de teatro en Bellas Artes y relacionador público en la alcaldía de mi
pueblo, además de director de un fallido Teatro Municipal. Recientemente asumí responsabilidades de
contratista, mas con el deseo de dejar una impronta, que de hacer negocios.
En
el Palacio Nacional he sido “nombrado” solo cuando algún amigo de conexiones
con las “mieles del poder” me ha mencionado.
Es decir, no tengo recursos económicos, ni ejército, mucho
menos vínculos con el poder. Eso sí,
puedo asegurarles, mi discurso tiene menos carga de somníferos que el de
algunos candidatos y puedo jurar por la Virgencita de la Altagracia, que no soy
un desalmado.
Me anima el deseo de
servir, de aportar a la causa justa de rescatar nuestra nación. De arrancarla de manera definitiva a los
buitres de siempre.
Por lo tanto, mi campaña estará basada únicamente, en la
presentación de propuestas.
En ventilar
ideas en los muros de las páginas sociales.
Publicar en las páginas de este prestigio periódico de Santiago, donde
me atrinchero cada semana y en blogs de amigos. Enviar correos electrónicos.
Conversar con amigos o pasajeros del concho.
Convertirme en interactivo sin sueldo, para llamar a cuanto programa lo permita,
ya sea de televisión o de radio.
Y cuando logre convencer a alguien de la viabilidad de mi
proyecto, entonces buscaremos lo necesario para asumir un liderazgo
auténticamente humano y generoso. Libre
de prejuicios de clases, dogmas carnavalescos o rezos de casa cural y basílica
protestante. Me haré con la ilusión de
la gente, la llevaré al hombro y en la conciencia colectiva intentaré dejar
grabada la canción de una esperanza verdadera.
Evitaré por todos los medios las
frustraciones, ofreciendo solo, cuanto sea posible realizar en función de
nuestras riquezas.
Las donaciones serán bien recibidas, desde una bola en
“motoconcho”, el espacio de ciento cuarenta caracteres, compartir un artículo
virtual, o subir una frase libre de retaliación y ánimo de chisme.
Este primer artículo es simplemente, una notificación de lo
que vendrá. Solo avanzar, que nos
proponemos decir la verdad, no jugar con la esperanza de la gente ni con el
sacrificio económico de nadie. No habrá
cuentos con relación a lo que quise decir y no dije pero dejé dicho.
Asumiremos el poder para servir, equilibrando la balanza de
la justicia hacia quienes auténticamente necesiten de ella. La poesía reinará por encima de las coplas
insulsas de un merengue sin clase.
El
maestro ganará más que el juez o el policía, porque basaremos la seguridad
ciudadana en la prevención y no en el castigo.
Estas son solo algunas de las acciones. Les invito a esperar más en una
próxima entrega.
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