Es más o menos a esta altura del año cuando las
resoluciones que tomamos para 2012 -y que a fines de diciembre nos
parecían tan razonables- empiezan a flaquear.
Pero quienes están decididos a no apartarse de
la buena senda, pueden ahora recurrir a una serie de sitios en internet y
aplicaciones para teléfonos móviles en busca de ayuda.
Estos
sitios aplican la teoría de la economía conductual en torno a los
cambios de hábitos o conductas. En otras palabras: si el usuario no
abandona los postres o junta fuerzas para ir al gimnasio o deja de fumar
recibe una multa. Y si lo hace, el sitio lo premia con una compensación
monetaria.
Programas como StickK, GymPact y 21 Habit están
basados en investigaciones que demostraron que la gente es más proclive a
cumplir con sus promesas si tiene algo que perder.
Los usuarios de StickK, por ejemplo, firman un
"contrato de compromiso" en torno a un comportamiento en particular, ya
sea levantarse temprano por la mañana, pasar más tiempo con la familia o
hacer ejercicio tres veces por semana.
Luego, ellos mismos fijan multas por no cumplir con los objetivos y designan a un referí para controlar si dicen la verdad.
Las multas no son necesariamente monetarias,
pero cuando lo son, el sitio le cobra al usuario directamente de su
tarjeta de crédito.
GymPact está dedicado exclusivamente al gimnasio. El usuario decide cuántas veces irá por semana.
Si cumple con lo que se propuso (algo que la
página verifica a través de un sistema de GPS), el sitio le paga. En
caso contrario, el usuario le paga al sitio y éste redistribuye el
dinero entre las personas que sí cumplieron con su objetivo.
Con 21 Habit los suscriptores hacen un pacto en
el que prometen hacer algo, ya sea lavar los platos, escribir un diario o
correr cinco kilómetros- y pagan US$21.
Por los próximos 21 días, los usuarios deben
informar si cumplieron o no. Cada día que cumplen con el pacto la página
les paga US$1, cuando no cumplen, el dólar que pierden va a una
organización de caridad.
Costo versus beneficio
"Biológicamente somos más sensibles a las pérdidas y a las ganancias inmediatas"
Stephen T. Higigns, psicólogo y psiquiatra
La idea de poner un incentivo de esta clase para seguir adelante con los objetivos vinculados de salud no es nueva.
Cuando las compañías estadounidenses comenzaron a
notar un aumento en el gasto en salud para sus empleados, los estudios
en el campo de las finanzas conductuales se tornó más urgente.
"Las empresas ven cómo aumentan los costos en el
rubro salud, y por eso buscan una forma de frenar esta curva", explica
Mark Stehr, profesor asociado de Economía de la Universidad Drexel, en
Philadelphia, Estados Unidos.
"Biológicamente somos más sensibles a las
pérdidas y a las ganancias inmediatas", explica Stephen T. Higigns,
psicólogo y psiquiatra de la Universidad de Vermont.
Es decir, el deseo de estar delgados para usar
una bikini el próximo verano no parece valer la pena comparado con el
costo de transpirar durante una hora en el gimnasio.
Según los investigadores, combinar esta filosofía con la tecnología puede dar muy buenos resultados.
La mayoría de la gente atraviesa dos facetas
cuando trata de alcanzar una meta: primero prepara el bolso con
entusiasmo para ir al gimnasio después de trabajar y luego, después de
trabajar durante diez horas, se siente completamente desmotivado para
hacer el esfuerzo.
Una aplicación que alienta a los usuarios a
cumplir con su promesa, incluso cuando se encuentran en su momento más
débil, puede ayudar a retomar esa energía que el usuario sintió por la
mañana.
Y, como la motivación autoimpuesta aumenta
cuanto más rápido llega la recompensa, las aplicaciones para celulares o
los sitios de internet resultan ideales.
"Las aplicaciones pueden ser muy importantes porque recompensan la conducta en el acto", dice Higgins.
Incentivos permanentes
Sin embargo, existe un problema: es el usuario
el que tiene que reportar sus acciones. Stehr, no obstante, considera
que esto no es un obstáculo ya que los usuarios que hacen estas promesas
tienen el deseo de cambiar sus hábitos, y, por ende, se toman el
proceso muy en serio.
Si bien estos programas han demostrado ser
ventajosos a corto plazo, "el largo plazo es la verdadera cuestión",
dice Stehr, y añade que no se han hecho estudios en ese sentido.
Lo que muestran las investigaciones es que es
posible mejorar los métodos para bajar de peso y sostener los resultados
aunque desaparezca el incentivo.
Pero por otro lado, dice el experto, si sabemos que el programa con incentivos funciona, ¿por qué vamos a eliminarlos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer