Por Tiberio Castellanos.
El autor es un veterano comunicador dominicano residente en Miami
Ayer lunes 11 amaneció aquí con una temperatura de 35 grados Fahrenheit. Dos grados Centígrados o Celsius. Digo, así era a las 5 cuando yo me levanté. Decia el locutor en la noticia, que éste era un record de baja temperatura en treinta y tantos años. Sí, en los veinticinco que llevo aquí no recuerdo que hubiera bajado nunca de los 40.
Pero aun así, y después de mis breves ejercicios con mis pesitas,
como de costumbre, yo sali a mi caminata mañanera. Eso si, forrado, y con guantes y bufanda. ¡Cómo no iba a salir! si en marzo voy a Grand Rapids, Michigan, donde Rebeca y Médar. Marzo es el último mes del invierno. Y así como el invierno se adelanta con frecuencia, también la primavera se adelanta a veces. Ya veremos.
A un señor que me ve trotando esta mañana y, aparentemente sorprendido, me pregunta por qué lo hago, le he dicho una mentira blanca. "Me estoy entrenando para la Olimpíadas de los Viejos en Sarajevo, 2012", sigo trotando, y él me grita ¿dónde queda eso? yo sigo trotando y le grito ¡búscalo en el mapa!.
De regreso a mi suite del Dante Fasscell Buiding y mientras tomo mi desayuno, "Huellas y Caminos", Radio Paz, 8.30. El Padre Hernando glosa aquello de Jesús y los pájaros. Porque ellos ni hilan ni siembran. Y el Señor cuida de ellos. Y luego dice, y eso, al menos, me pareció oir, que yo valgo mucho más que los pájaros.
Claro, que esto ya lo sabía. ¡Pero me place tanto oirlo de nuevo!. Lo recuerdo a diario cuando veo revoloteando por donde quiera los numerosos gorriones que hay aqui. Y, claro, tengo que pensar que si Dios cuida de estos tan pequeños pajarillos, cuánto más no va a cuidar de mi, que valgo mucho mas que ellos.
El padre José Luis Hernando en su breve homilía mañanera. !Que suerte tengo de oirla mientras me desayuno!, menciona con frecuencia alguno de esos grandes poetas que en el mundo han sido. Esta vez recuerda a Juan Ramon Jimenez quien también habló de los pájaros.
Pienso yo, pájaros en el huerto y junto a al pozo de su entrañable casa moguereña. " Y yo me iré, y se quedarán los pájaros cantando". Muy bella frase, como para el final de un sueño.
Pienso que es algo para tenerlo muy en cuenta, sobre todo cuando uno ya ha cruzado, y muy deportivamente, los ochenta.
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