Las sequías son la principal amenaza para los
cultivos, provocando la pérdida de millones de toneladas de alimento en
todo el mundo.
Hasta ahora, los expertos en biotecnología
agrícola no habían logrado dar con una fórmula para hacer frente al
problema que, debido al cambio climático, pareciera ser cada vez más
recurrente.
Pero científicos en Argentina acaban
de anunciar ese hito: lograron identificar a un gen que, incorporado a
otras plantas, las hace más resistentes ante la falta de agua.
El gen, HAHB-4.2, obtenido del girasol, también hace a los cultivos más tolerantes a la salinidad del suelo.
Según el gobierno argentino, el descubrimiento “podría duplicar la productividad de la soja, el trigo y el maíz”.
“Se trata de uno de los descubrimientos más
importantes en términos de mejorar la calidad de la semillas”, resaltó
la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al dar a conocer
públicamente la noticia.
BBC Mundo habló con la investigadora responsable
por el hallazgo, Raquel Chan, del Instituto de Agrobiotecnología del
Litoral, un centro creado por el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas de Argentina (Conicet) y la Universidad
Nacional del Litoral (UNL).
Chan se mostró cauta ante el impacto que podría tener su descubrimiento.
“Si bien es cierto que en algunas pruebas se
logró aumentar hasta el 100% de la productividad del cultivo, en
promedio diría que la mejora es cercana al 20%”, afirmó.
No obstante, la experta confirmó que se trata de
un aumento muy importante, que podría tener un fuerte impacto en la
producción mundial de alimentos.
Un largo camino
El hallazgo argentino ya fue patentado en los
principales países que compran y venden soja (Argentina, Brasil, China,
Estados Unidos e India), pero para que la nueva tecnología pueda ser
comercializada primero se debe obtener la habilitación en cada país.
"Si bien es cierto que en algunas pruebas se logró aumentar hasta el 100% de la productividad del cultivo, en promedio diría que la mejora es cercana al 20%"
Raquel Chan, del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, responsable del hallazgo.
Chan advirtió que ese proceso –conocido como
desregulación- puede tardar años, por eso estimó que la nueva semilla
transgénica podría estar a la venta recién en 2015.
“Para otorgar el permiso los organismos
nacionales buscan que se cumplan tres pautas: que el producto
genéticamente modificado no tenga elementos tóxicos, que sea
nutricionalmente equivalente al producto original y que no cause un daño
al medio ambiente”, resumió la científica.
Si bien los ensayos de campo superaron todas
esas exigencias, Chan admitió que existe el riesgo de que algún país no
apruebe el uso del gen.
Sin embargo, el proyecto tiene un sustento
fuerte: la empresa estadounidense Arcadia Biosciences, líder en
biotecnología, ya se comprometió a darle un impulso al nuevo producto en
los mercados globales.
Unión pública-privada
El hallazgo sobre el uso del gen HAHB-4.2 se dio gracias a una asociación entre el sector público y privado.
Para desarrollar las costosas pruebas de campo
necesarias para la investigación, el Estado (a través del Conicet y la
UNL) se asoció con la empresa argentina Bioceres, propiedad de unos 230
agricultores de América Latina, incluyendo a Gustavo Grobocopatel, uno
de sus directores, conocido como el “rey de la soja” de Argentina.
Fue Bioceres la que se asoció con Arcadia,
creando una empresa conjunta llamada Verdeca, que estará a cargo de
gestionar la desregulación y la comercialización internacional de la
nueva semilla.
Bioceres tendrá la licencia para el uso y explotación de la patente por 20 años. También tiene el 40% de la titularidad.
En tanto, se estima que los ingresos para el
Estado argentino -de prosperar esta tecnología- serán multimillonarios,
no sólo en concepto de regalías sino también por la entrada de más
impuestos a la exportación (retenciones) generados por un aumento de la
producción.
Temor de Greenpeace
Si bien muchos en Argentina celebraron este hito
científico, la organización de defensa del medio ambiente Greenpeace
advirtió por el efecto que podría tener para el ecosistema.
Según el organismo, la nueva semilla
transgénica, “fomentará la sojización de nuevas regiones, como la
Patagonia”, debido a que permite el desarrollo de cultivos en lugares
secos.
Sin embargo Chan aportó una mirada diferente:
“Esta tecnología podría servir para aumentar la
producción en zonas donde ya hay soja y otros cultivos, por lo cual no
tiene por qué generar desmontes, sino todo lo contrario”, señaló.
Según la experta, son las autoridades las que
deberán cuidar el medio ambiente y delimitar las zonas de cultivos para
evitar la deforestación.
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