Victoria Sanderson era una modelo de 17 años cuando su vida dio un vuelco a causa de una grave enfermedad de la piel.
Primero, empezó a darse cuenta de unas manchas
rojas en sus codos. Después de unos días, estaba cubierta desde la
cabeza a los pies con parches rojizos que no desaparecían.
"Tuve que dejar de posar porque no podía servir como modelo para nadie y perdí mi trabajo de camarera en un restaurante chino porque el jefe decía que estaba ahuyentando a la clientela".
El médico de Victoria le dijo que el problema
desaparecería en una semana, así que no estaba preparada para recibir la
dura noticia de que sufría una enfermedad llamada psoriasis.
"No entendía lo que era. Pensaba que se trataba de un sarpullido que desaparecería. Nadie me dijo que los tendría para siempre".
Empezó a untarse crema, pero su piel se secaba, se quebraba y se endurecía. Incluso al peinarse le dolía.
Cuando finalmente fue al dermatólogo tres meses más tarde, Victoria estaba en un estado terrible.
"No podía mantenerme en pie, no podía usar mis manos. El simple hecho de ponerme ropa y sentirla sobre mi piel era una pesadilla".
Este trastorno, que afecta a 3% de la población,
está vinculado a un sistema inmune "hiperactivo". Aproximadamente un
tercio de los afectados contrae la enfermedad antes de los 16 años.
Christopher Griffiths, profesor de Dermatología en la Universidad de Manchester y portavoz
de la Fundación de la Piel Británica dice que contraer la enfermedad
como adolescente o joven es particularmente difícil.
"A veces puede aparecer a una etapa de la vida muy delicada, en una época de exámenes o durante el primer empleo o la primera relación amorosa. Puede llegar a arruinar la vida".
"Enfermedad solitaria"
Aunque la mayoría
de los pacientes tienen una predisposición genética para contraer la
enfermedad, también se cree que puede aparecer como consecuencia de un
mero dolor de garganta o durante una etapa de mucho estrés.
No solo es una incómoda y dolorosa
enfermedad de la piel, sino que también es un problema visible que
puede causar un gran impacto en la calidad de vida de quienes lo sufren.
"Es una enfermedad solitaria que, a veces, puede darme ganas de esconderme"
Victoria Sanderson
Victoria dice que le pone nerviosa conocer a gente nueva y le preocupa que la gente se le quede mirando.
Ahora a sus 28 años, es una consultora de marketing y es muy consciente de la presión que pesa sobre ella para mostrarse atractiva cuando representa las marcas de sus clientes.
"Es una enfermedad solitaria que, a veces, puede darme ganas de esconderme", dice.
El profesor Griffiths dice que la mayoría de la población desconoce de qué se trata esta enfermedad.
"La gente piensa que la psoriasis es contagiosa,
que debe ser el resultado de haber comido algo malo. La primera
reacción es echarse un paso atrás. Imagina cómo afecta eso a quien tiene
la enfermedad".
La psoriasis es causada por una
aceleración del proceso habitual de mudanza de la piel. Normalmente las
células de la piel tardan entre 21 y 28 días en reemplazarse. En un paciente con psoriasis ese tiempo se reduce a entre dos y seis días.
Esto supone una acumulación de células de la
piel en la superficie de la piel. El color rojizo se debe al aumento de
los vasos sanguíneos que se necesitan para soportar el incremento de la
producción celular.
En los últimos años han surgido tratamientos más efectivos contra la psoriasis que han mejorado la vida de quienes la padecen.
Las terapias tópicas y cremas de vitamina D son usadas ahora, mientras que las terapias biológicas, en forma de inyecciones
que tienen como objetivo el sistema inmunológico, son empleadas para
tratar los casos más graves que no responden a cualquier otro tipo de
tratamiento.
"Ninguno de ellos es una cura, pero pueden suponer una mejora considerable y conseguir que la interacción social vuelva a ser normal", afirma el profesor Griffiths.
Victoria encontró su salvación en la terapia con
luz ultravioleta. Después de ocho semanas de tratamiento intensivo con
radiación, desaparecieron los parches rojos que cubrían su piel.
Lentamente volvieron, sin embargo, y ahora tiene que someterse a sesiones de rayos ultravioletas cada seis meses para mantener su enfermedad bajo control.
"Es difícil evitar hablar de mi problema de piel", asegura Victoria.
"La gente me pregunta si tengo el VIH; a
veces me preguntan si he tenido un accidente de automóvil. Intento
explicarles que es una enfermedad del sistema inmunológico y que no es contagiosa".
"De repente no es una cosa tan espantosa y desagradable..."
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