Vistas de página en total

martes, 6 de marzo de 2012

Una noche... dos experiencias









DE FATULE A PABLITO‏

Benjamin Garcia 
 "Columnista de Oasis desde Moca"

Carlos Alfredo Fatule, en un gesto de valentía, decide contar su vida en un espectáculo.  Inicia el show con su participación en un festival de la canción en Puerto Rico interpretando una composición de su profesor de medicina.  La voz en off anunciando “el ganador”, se convierte en un elemento del que hace uso para identificar momentos de trascendencia, ordenando el silencio cuando la situación le ha sido adversa.


Hace un recorrido por sus momentos de éxitos.  Su entrada al programa Fiesta de Teleantillas, oportunidad que le permite dejar su carrera y el puesto de pasante en una clínica, cuyo sueldo era de 60 pesos al mes con horario de veinticuatro horas incluidas las noches completas, para pasar a ganar cuatrocientos por una participación semanal de dos canciones.  Una gran diferencia. 

Un show con ritmo, salvo algunos momentos lentos o actuación de poca fuerza.  Bien llevado y donde demuestra ser uno de los artistas más completo y talentoso del país.  Por las noticias de prensa sabemos del éxito en Santo Domingo y este fin de semana fuimos testigos del apoyo dado por el público de Santiago, regio, en actitud de disfrutar cada ocurrencia. 

Finalizado este evento nos trasladamos a Moca. Una popular discoteca de la ciudad presentaba un espectáculo de percusión con el famoso baterista Pedro Pablo Peña, mejor conocido como Pablito Drum. Toque de tambores, sensuales movimientos, ritmo, mucho ritmo, golpes resonando en el cuerpo y poniendo a vibrar hasta el más indiferente de los mortales presente bajo aquella carpa llena de luces y aroma etílico.

En una misma noche, dos experiencias opuestas. El teatro nos ofrece la oportunidad de disfrutar un ambiente calmo pero intenso.  Un solo artista en escena, ayudado con efectos especiales, capaz de hacer vibrar con la música o sacudirse con la risa a un público expectante y sobrio.  Del otro lado, el ritmo, la magia de las luces, el desenfreno y la incitación al gozo, al placer sin limites del tambor y los movimientos de cintura.

Con Drum estaba la juventud, algo salpicada de quienes todavía no abandonamos la escena, desenfadada, mal vestida o con poca tela que le cubra. En consumo constante de alcohol.  Un ambiente disipado, licencioso, disoluto.  Aunque guardada la compostura, sin animo de levantinas, mas bien en actitud de disfrute pero sin nada que lo limitara en el deleite.

Con Carlos Alfredo tenemos lo tradicional, la seducción a través de la hilaridad, el tema reflexivo y la contundencia del mensaje.  Con Pablito la rabia, el sonido estridente, el golpe duro de tambor, la aceleración de la vida moderna.  Dos espectáculos, dos formas de ver la vida o valorarla.  De vivirla y disfrutarla, sentirla.

Fatule tiene muchas condiciones para seguir ofreciendo su talento en cualquier escenario.  La radio con su música, la televisión con su inventiva, su genio.  El espectáculo con sus ocurrencias, su capacidad para desdoblarse hasta como un chivo de los que viaja amarrado al para choque de una “voladora” en ruta de Montecristi a Santiago.

Pablito tiene la fuerza, la potencia de la época, se impondrá durante mucho tiempo dada la aceleración de la vida moderna y el desinterés de la gente por la lírica.  El ritmo se impone sin importar el mensaje, siempre que suene y me invite a mover las caderas.

Así termina la noche.  Entre la magia del final del siglo pasado y la estridencia con que arranca el nuevo.  A pesar de todo, lo clásico no nos abandona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion nos ayuda a crecer