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lunes, 19 de diciembre de 2011

SOBRE LO DIFICULTOSO QUE PUEDE RESULTAR SALVAR EL ALMA SIN EMPEÑARSE TAMBIEN EN SALVAR EL CUERPO.‏

Tiberio Castellanos
 Comunicador dominicano residente en Miami
 
Comprendo muy bien que el título de esta descarga es demasiado largo. Pero no encuentro otro modo de sintetizar el alcance de lo que quiero decir. Queda claro que  esta descarga tiene una orientacion cristiana.


No obstante, me parece que sirve tambien, para los que no son cristianos ni creen en el Cielo, pero si están seguros de que tienen un alma. Y por supuesto, de que también tienen un cuerpo. 
 
     Y mira que en esto último está la cosa, o gran parte de ella: en que yo tenga o posea un cuerpo, o que ese cuerpo mío me tenga o me posea a mi. Entiendo, que eso puede no estar muy claro, así que sigamos. 
 
      Hace un montón de años, Pablo, en su epístola a los Romanos, nos explica como funcionan los vicios. Es decir, aquello que hacemos una y otra vez, aunque nuestra mente considere, una y otra vez, que está incorrecto hacerlo.
 
Dice Pablo:"En lo íntimo, cierto, me gusta la ley de Dios, pero en mi cuerpo percibo unos criterios diferentes que guerrean contra los criterios de mi razón y me hacen prisionero de esa ley del pecado que está en mi cuerpo".
 
Subrayemos esto último: ESA LEY DEL PECADO QUE ESTA EN MI CUERPO. 
    Luego habla Pablo, de la lucha de la razón, por una parte, y de los bajos instintos, por la otra. 
 
Yo diría, o lo entiendo mejor diciendo así, la lucha de los deseos del cuerpo, contra lo que en mi cabeza tengo por justo, correcto, decente (aunque este último concepto está en estos tiempos en crisis). Me cuenta mi amigo Juan que Virgilito, un amigo de ambos, le dijo: -el cigarrillo está acabando conmigo-. 
 
Juan le dice:- pues deja de fumar-.       Claro que mi amigo Juan no es psicólogo, ni ha leído las Epístolas. De otro modo, entendería cómo los deseos del cuerpo de Virgilito se imponen sobre su voluntad, sobre su raciocinio. A eso es a lo que llamamos vicio.
 
     Y yo no se si llamarle tambien vicio, o viciosa, a la conducta de aquellos que no hacen, lo que ellos saben que está recomendado hacer, o por la ciencia o por las buenas costumbres.
 
En esta conducta, eso entiendo yo, hay un poco de Soberbia y también de Pereza. Y uso aquí las mayúculas porque se trata de dos Pecados Capitales.
 
     En otra de sus cartas, Pablo, que ha visitado Atenas en tiempo de las originales olimpíadas, observa y así lo dice en su carta a los Corintios: "cada contendiente se impone en todo una disciplina; ellos (los atletas) para ganar una corona que se marchita; nosotros una que no se marchita. 
 
Pues yo corro de esa manera (se refiere a su disciplina), no sin rumbo fijo; boxeo de esa manera, no dando golpes al aire; nada de eso, mis directos van a mi cuerpo y lo obligo a que me sirva, no sea que después de predicar a otros me descalifiquen a mí". 
 
     Asi que Pablo dice que OBLIGA A SU CUERPO A QUE   QUE LE SIRVA. Pues, ahora lo digo yo, esa es la esencia de la autodisciplina. Y me parece apropiado aclarar aquí, que esta disciplina está al alcance de todos. No solamente de personas excepcionales como Napoleón:"-Esta noche no, Josefina-".
 
Algunos quieren decir ésto cuando la llaman "Fuerza de Voluntad". No, la disciplina puede adqirirla cualquiera. Pero sí es la disciplina lo que puede hacer excepcional a cualquier persona.
 
Y otra cosa es que a muchos le ayuda, no a todos por cierto, la disciplina de grupo. Entiendo así la disciplina de academias militares, seminarios y conventos, etc. Pero dije no a todos. Pues es común ver a personas que cuando ya no están sometidas a esta disciplina de grupo actuan de un modo muy diferente.
     
En fin, que ahora pienso, que en vez de el farragoso título de esta descarga, podemos poner otro más sencillo, por ejemplo éste: En Elogio de la Disciplina. O quizas otro tan sencillo pero mas personal. Yo Soy: Mi Disciplina.
Un abrazo.

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