CULTURA VIVA
Autor Lincoln López
Desde hace mucho tiempo
quedó establecida en la humanidad una clara distinción y oposición entre el
tiempo destinado a la satisfacción de
necesidades básicas o materiales, a través de la acción del trabajo y el tiempo
destinado a la satisfacción de las necesidades espirituales o superiores.
En el mundo griego surgió
el ideal de la skholé como un estado de paz que coloca al espíritu para
contemplar los supremos valores del mundo: la verdad, la bondad y la belleza.
Como anota el escritor Munné “La Skholé
no era un simple no hacer nada, sino su antítesis”, era un estado de paz y de
contemplación creadora.
Tal disposición “exigía disponer de un tiempo para sí”.
Aristóteles, considerado uno de los pensadores más grandes que ha conocido la
humanidad al referirse al ocio o Skholé explicaba que consistía en “estar libre
de la necesidad de estar ocupado”.
Tanto Aristóteles como Platón no se referían
a la pereza o vagancia, ni para dedicarse a las fiestas o desenfrenos mundanos,
es decir, aquellos aspectos negativos como la inactividad y la indecisión. El
primero reiteró “su desdén hacia la diversión y considera a los juegos y
espectáculos como necesarios para que
artesanos y groseros mercenarios descansen en sus fatigas” (Prof. J. P.
Portilla).
Por su parte la sociedad
romana, más pragmática e imperialista que la griega le dio una connotación
distinta al ocio (otium) o Skholé consistente a unas concepciones que responden
a un contexto económico y político. El Prof. J. P. Portilla afirma que Roma
introduce, por primera vez, “el ocio de masas”.
El Estado organiza el
calendario con días de fiesta y las élites lo alimentan y lo utilizan “como
instrumento de dominación”, por ende, nos pone en la ruta de lo que hoy
conocemos como la sociedad de consumo. Especialmente para “consumirte” o
disminuirte la capacidad cerebral como instrumento supremo para el desarrollo
individual y social.
Otro pensador posterior
muy interesante lo es F. Nietzsche quien considera “la esclavitud más ampliada
que nunca, ya que quien no dispone de
las tres cuartas partes de su tiempo para sí mismo, es un esclavo, haga lo que
haga”. En su texto “El grave defecto de los hombres activos” expresa “la desgracia de los hombres es que su
actividad resulta siempre un tanto irracional. No cabe preguntar al
banquero, por ejemplo, el objetivo de su compulsiva actividad,
porque está desprovista de razón…Todos los hombres, tanto de hoy como de
cualquier época, se dividen en libres y esclavos”.
No sea esclavo.
Es tiempo para alertar sobre
despilfarro por partida doble, o sea, lo material por los gastos innecesarios y
bacanales perversos, y lo intelectual abandonado a su suerte en sus
aspectos constructivos.
Alertar en tiempo de
Navidad y el ocio que nos trae, no sea de holgazanería, de violencia, o del cumplido
falso…En la explotación del ser humano por el ser humano.
Es tiempo para equilibrar
no para desequilibrar. Para ello hay que reflexionar desde su ideología política,
religiosa, económica, artística y cultural.
Es tiempo de la Skholé.
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