Estados Unidos pondrá fin este domingo a más
de tres décadas de subsidios para los productores de etanol que les han
costado unos 6.000 millones de dólares anuales a los contribuyentes,
aunque se espera que el impacto sobre los agricultores sea ínfimo.
El Congreso inició su receso la semana pasada sin
extender los subsidios que han ayudado a que millones de toneladas de
maíz hayan ido a parar a los tanques de combustible de los vehículos
automotores en lugar de convertirse en ración para el ganado o una
miríada de alimentos para humanos.
Esas ayudas han expirado porque los miembros del
Congreso no se pusieron de acuerdo para renovarlas durante las
negociaciones para la reducción del déficit público.
Los subsidios para los agricultores surgieron del
toque de atención que recibió Estados Unidos cuando en 1973 un embargo
petrolero árabe demostró hasta qué punto la mayor economía del planeta
dependía de los hidrocarburos importados.
Durante la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981)
hubo mucho entusiasmo en EE.UU. por las fuentes de energía alternativas
y los combustibles obtenidos de recursos renovables, incluida la
producción de etanol a partir de materiales vegetales, especialmente el
maíz.
Aunque la llegada a la Casa Blanca del republicano
Ronald Reagan aminoró la búsqueda de fuentes alternativas de energía,
los subsidios para los productores de etanol se mantuvieron.
En el otro extremo del espectro político, los defensores
del medio ambiente también se opusieron a los subsidios para los
productores de etanol, con el argumento de que la expansión de los
cultivos implicaba más uso de maquinaria -con motores diésel- y un uso
mayor de fertilizantes.
"El etanol de maíz es extremadamente sucio", dijo
en un comunicado Michael Rosenoer, del grupo Amigos de la Tierra, que ha
celebrado la extinción de los subsidios por inacción legislativa.
"El etanol de maíz causa más contaminación que
afecta el clima que la gasolina convencional, y causa deforestación
además de los compuestos químicos que, dispersos en los plantíos, llegan
a los cursos de agua".
Una ley de 2005 requería la producción anual de
28.350 millones de litros de combustibles a partir de recursos
renovables y la producción este año llega a solo 23.625 millones de
litros. Una revisión de la ley en 2007 ha fijado la meta de producción
anual de 136.000 millones de litros hacia 2022.
De la meta marcada para 2022 la ley estipula que
al menos 56.700 millones de litros deben proceder de etanol obtenido del
maíz, y el resto debe provenir de otros cultivos que se usan para
alimento del ganado, como el pasto varilla (Panicum virgatum) y que
generan menos emisiones que contaminan la atmósfera.
En las estaciones de gasolina de casi todo Estados
Unidos ya es habitual el surtido de combustibles que contienen al menos
10 por ciento de etanol, y la mayoría de los expertos cree que el
mantenimiento de ese requisito federal es suficiente apoyo para los
productores, de manera que los subsidios ya no son necesarios.
Los productores de etanol esperan que el Congreso
no deje expirar otro subsidio que apoya el combustible obtenido de las
otras fuentes vegetales, conocido como etanol celulósico, y que está en
vigor cinco años más.
Éste es el etanol que puede obtenerse, además del
pasto varilla, de los residuos de madera en astilleros y aún de las
hojas y cañas del maíz. Nadie vende demasiado etanol celulósico todavía
debido al alto costo de la investigación, pero la industria espera la
prosperidad. EFE
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