Por Dante Andrés Michelena
El autor,es un intelectual argentino,radicado en nuestro pais
Esto comenzó siendo una loca idea para sacarnos de la gris rutina de medios y consumo, cuando comencé a enviar estos correos éramos solo 6 amigos, esta semana ya son mas de 900 y descubrí que en gran forma todo lo que ha pasado por aquí en estos 9 meses me ha hecho crecer y en cierta forma cambiar la percepción de muchas cosas.
En el camino he recibido, apoyo, aportes, criticas pero fundamentalmente muchísimo aliento y como comencé enviando material introspectivo, pues digamos que hoy vuelvo a las raíces, y gracias Yez por mostrarme entre otras cosas a éste autor!!!"¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?"(Mt. 16,26)
Recuerde la clase de sentimiento que experimentas cuando alguien te elogia, cuando te ves aprobado, aceptado, aplaudido... Y compáralo con el sentimiento que brota en tu interior cuando contemplas la salida o la puesta del sol, o la naturaleza en general, o cuando lees un libro o ves una película que te gusta de veras.
Trata de revivir este último sentimiento y compáralo con el primero, el producido por el hecho de ser elogiado. Comprende que este primer tipo de sentimiento proviene de tu propia "glorificación" y "promoción" y es un sentimiento mundano, mientras el segundo proviene de tu propia realización y es un sentimiento anímico.
Veamos otro contraste: recuerda la clase de sentimiento que experimentas cuando obtienes algún éxito cuando consigues lo que anhelabas, cuando "llegas arriba", cuando vences en una partida, en una apuesta, en una discusión.
Y compáralo con el sentimiento que te invade cuando disfrutas realmente con tu trabajo, cuando de veras te absorbe por entero la tarea que desempeñas. Y observa, una vez más, la diferencia cualitativa que existe entre el sentimiento mundano y el sentimiento anímico.
Y todavía otro contraste más: Recuerda lo que sentías cuando tenías poder, cuando tú eras el jefe y la gente te respetaba y acataba tus órdenes, o cuando eras una persona popular y admirada.
Y compara ese sentimiento mundano con el sentimiento de intimidad y compañerismo que has experimentado cuando has disfrutado a tope la compañía de un amigo o de un grupo de amigos con los que te has reído y divertido de veras.
Una vez hecho lo anterior, trata de comprender la verdadera naturaleza de los sentimientos mundanos, es decir, los sentimientos de autobombo y vanagloria, que no son naturales, sino que han sido inventados por tu sociedad y tu cultura para hacer que seas productivo y poder controlarte.
Dichos sentimientos no proporcionan el sustento y la felicidad que se producen cuando contemplas la naturaleza o disfrutas de la compañía de un amigo o de tu propio trabajo, sino que han sido ideados para producir ilusiones, emoción... y vacío. Trata luego de verte a ti mismo en el transcurso de un día o de una semana y piensa cuantas de las acciones que has realizado y de las actividades en que te has ocupado han estado libres del deseo de sentir esas emociones e ilusiones que únicamente producen vacío, del deseo de obtener atención y la aprobación de los demás, la fama, la popularidad, el éxito o el poder. Fíjate en las personas que te rodean. ¿Hay entre ellas alguna que no se interese por esos sentimientos mundanos? ¿Hay una sola que no esté dominada por dichos sentimientos, que no los ansíe, que no emplee consciente o inconscientemente, cada minuto de su vida en buscarlos' Cuando consigas ver esto, comprenderás cómo la gente trata de ganar el mundo y cómo, al hacerlo, pierde su vida. Y es que viven unas vidas vacías, monótonas, sin alma...
Propongo a tu consideración la siguiente parábola de la vida: un autobús cargado de turistas atraviesa una hermosísima región llena de lagos, montañas, ríos y praderas. Pero las cortinas del autobús están echadas, y los turistas, que no tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las ventanillas, se pasan el viaje discutiendo sobre quién debe ocupar el mejor asiento del autobús, a quien hay que aplaudir, quién es el más digno de consideración... Y así siguen hasta el final del viaje.
Anthony de MelloLlamada al amorAnthony de Mello, S.J. (1931—1987) Sacerdote jesuita famoso por sus libros y conferencias de espiritualidad, donde mezclaba la doctrina judeo-cristiana con el budismo. De Mello nació en Bombay (India) en 1931.
Participó en el Movimiento de Renovación Carismática, con gran intensidad. Ambas experiencias fueron la base de lo que vendría después. Murió en la Universidad de Fordham, de un fulminante ataque cardiaco, la misma noche de su primer día en Nueva York, el 1 de junio de 1987 y tres meses antes de cumplir los cincuenta y seis años.
Sus restos descansan en el Cementerio de la Iglesia de San Pedro, en la ciudad de Bandra (India), donde había sido bautizado. Posteriormente a su muerte, en 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe (dirigida por el entonces cardenal Ratzinger) investigó sus escritos y calificó algunos de ellos como «incompatibles» con la fe católica. Algunas ediciones de sus libros llevan una hoja de precaución que indica: 'Los libros escritos por el padre Anthony de Mello fueron escritos en un contexto multireligioso para ayudar a los seguidores de otras religiones, agnósticos y ateos en su búsqueda espiritual, y el autor no pretendió que fueran un manual de instrucciones sobre la fe católica en la doctrina y dogmas cristianos.
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