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martes, 28 de julio de 2009

El cuento del día: Cesare Pavese‏









Por Dante Andrés Michelena
El autor es un intelectual argentino residente en la Republica Dominicana
Vendrá la muerte y tendrá tus ojosesa muerte que nos acompañadesde el alba a la noche, inso mne,sorda, como un viejo remordimientoo un absurdo defecto. Tus ojosserán una palabra inútil,un grito callado, un silencio.Así los ves cada mañanacuando sola te inclinasante el espejo. Oh, cara esperanza,aquel día sabremos, también,que eres la vida y eres la nada.Para todos tiene la muerte una mirada.Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.


Será como dejar un vicio,como ver en el espejoasomar un rostro muerto,como escuchar un labio ya cerrado.Mudos, descenderemos al abismo.EL PARAISO SOBRE LOS TEJADOSSerá un día tranquilo, con una luz fríacomo el sol que levanta o que muere, y el cristalcerrará el aire sucio del cielo exterior.Nos despertarán un día, de una vez para siempre,en la tibieza del último sueño: la sombraserá tal la tibieza. Llenará la habitación,por el gran ventanal, un cielo aún más grande.


Desde la escalera que se subió un día para siempreno llegarán más voces ni más rostros muertos.No será necesario abandonar el lecho.Sólo el alba entrará en la estancia vacía.Bastará la ventana para vestirlo todode una tranquila claridad, casi como una luz.Pondrá una sombra pálida sobre el rostro supino.


Los recuerdos serán como grumos de sombraaplastados igual que vieja brasaen el camino. El recuerdo será como una llamaque aun hasta ayer mordía los apagados ojos.


DOS CIGARRILLOSCada noche es una liberación. Se ven los reflejosdel asfalto sobre los paseos que se abren lúcidos al viento.Cada tipo que pasa tiene un rostro y una historia.


Pero en esta hora no existe el cansancio: Los faroles, a miles,están a disposición del que se detiene a encender un fósforo.La llamita se apaga sobre el rostro de la mujerque me ha pedido lumbre.


Se apaga por el vientoy la mujer, desilusionada, me pide otra vez fuegoy se vuelva a apagar: la mujer ríe ahora, sumisa.Aquí podemos hablar en voz alta y gritar,porque nadie nos oye.

Levantamos la vistaa las muchas ventanas – ojos que duermen apagados –y esperamos. La mujer encoge los hombrosy se lamenta por haber perdido el chal de coloresque le servía de estufa en la noche.


Pero basta apoyarsecontra la esquina y el viento es sólo un soplo.Sobre el cansado asfalto ya hay una colilla.Este chal lo trajeron de Río, pero dice la mujerque se alegra de haberlo perdido, pues me ha encontrado a mí.Si el chal llegó de Río, atravesó la nochesobre el océano iluminado por la luz del gran transatlántico.Noches de viento claro. Era el regalo de un marinero.


Ya no está el marinero. La mujer me susurraque si subo con ella, me enseñará el retrato,rizado y bronceado. Navegaba sobre sucios barcosy limpiaba las máquinas; pero yo soy más guapo.Sobre el asfalto ya hay ahora dos colillas.


Miramos hacia arriba:la ventana de allí, en lo alto – me dice la mujer – es la nuestra.Pero arriba no hay estufa. Por la noche, los barcos perdidostienen muy pocas luces o sólo las estrellas.Cogidos del brazo cruzamos la calle, jugando a calentarnos.Cesare PaveseCesare Pavese: (Santo Stefano Belbo –Cuneo- Italia 9, Sep. 1908/ Turín, Italia. 27 Ago. 1950) Es considerado uno de los escritores más importantes del Siglo XX. Durante toda su vida tratará de vencer la soledad interior, que veía como una condena y una vocación.


Poeta y novelista. Estudió filología inglesa en la universidad de Turín y, tras su licenciatura, se dedicó por completo a traducir a numerosos escritores norteamericanos, así como a escribir crítica literaria.


Fue uno de los fundadores de la editorial Einaudi, en la que permaneció como editor hasta su muerte. Sus escritos antifascistas, publicados en la revista La Cultura, lo condujeron a la cárcel, donde escribió sus propias obras.


Durante la II Guerra Mundial formó parte de la Resistencia antifascista. La narrativa de Pavese trata, por lo general, de conflictos de la vida contemporánea, entre ellos la búsqueda de la propia identidad

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