Vistas de página en total

sábado, 18 de julio de 2009

Otra perspectiva de la corrupción



Por Ramón Tejeda Read


En abril de 1965 Estados Unidos lanzaba decenas de miles de infantes de marina sobre la República Dominicana. ¿La razón? La dijo sin empacho el presidente Lyndon Johnson: Una rebelión “dirigida por cubanos” estaba en marcha.


Era una infamia. La CIA y Robert McNamara (hoy lo sabemos) nunca pudieron demostrar la mentira que decía su presidente, pero decenas de dominicanos y dominicanas ya dejaban sus vidas en las calles de Santo Domingo.


La misma mentira llevó a Vietnam cientos de miles de jóvenes soldados estadounidenses. Miles de ellos dejarían sus vidas en las espesas selvas tropicales en la “Tierra de los Anamitas” y con ellos las vidas de centenares de miles de hombres, mujeres y niños vietnamitas en una de las guerras más costosas e infames que haya conocido la humanidad.


Es ésa la perversión que ha dirigido al mundo por muchos años. Esa corrupción mayor ha llegado al paroxismo sólo ahora. Sobre Irak—bloqueado, bombardeado día y noche desde los días de Clinton, aterrorizado—se lanzaron decenas de miles de soldados a matar, a saquear, a destruir y a controlar la producción petrolea (aunque esto último no se decía nunca) sobre la base de otra mentira: Irak poseía armas de destrucción masiva.


El gobierno estadounidense nunca pudo demostrarlo, pero igual continuó—y hoy sigue—la guerra probablemente más cara y costosa que haya conocido la humanidad en los últimos años: más de mil millones de dólares semanales llegó a consumir (más de 200 millones de dólares diarios). A ella debemos, en buena parte, la crisis económica que abate hoy a la humanidad.

Hoy sabemos que el vice-presidente Cheney, a espaldas del Congreso de su país, manejó un presupuesto de millones de dólares para un programa “anti-terrorista” y secreto que sólo conocían él y algunos “súper-agentes” de la CIA.


Los horrores de las cárceles secretas hoy son conocidos y sobre el presidente Obama pesa el fardo de la decisión ante tanta ignominia.


Pero la prostitución de las instituciones estatales con fines particulares es altamente contagiosa y pronto quedarían todo el país y todo el sistema capitalista contaminado por semejante bacilo: un solo individuo, Madoff, con la complicidad de sus socios y del sistema, estafó a cientos de personas con 65,000 (sesenta y cinco mil) millones de dólares, dinero con el cual se podría borrar el hambre de África o de América Latina.


Es la misma corrupción que fue vendida, promovida e impuesta a los países más débiles con decenas de golpes de Estado y cientos de regímenes alimentados por y alimentando a la peor de las prostituciones: la estatal.


Como lo demuestra Madoff, el modus operandi de los grandes en el sistema pronto contagia a los chiquitos ávidos de riqueza y poder y con la actitud y la oportunidad para acceder a ellos.


Lo vemos hoy en la República Dominicana, pero lo vemos también en Honduras, donde un empresario, un oligarca, un Madoff cualquiera apoyado en instituciones corrompidas, da otro zarpazo alevoso contra la democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion nos ayuda a crecer