Los españoles, sumidos en la
peor crisis de los últimos años, controlan cada vez más los gastos. Por
eso, para muchos de ellos, las marcas de bajo coste son una buena
solución.
"Si algo positivo está teniendo la crisis
económica es que los consumidores se fijan cada vez más en los precios
de los artículos y servicios", destaca Rubén Sánchez, portavoz de la
asociación española de consumidores Facua. "Ahora se prioriza más el
precio que la marca. Por eso se está desarrollando un auge histórico de
las marcas blancas y de los productos de bajo costo", estima Sánchez.
"Lo caro ya está pasado de moda, ya
nadie presume de haber gastado mucho dinero. Ahora la gente hace gala de
lo que ha ahorrado. Y lo veo necesario porque la vida es cada vez más
cara con respecto a los sueldos", considera María García, española de 29
años, y usuaria del bajo costo.
Es trabajadora autónoma, licenciada y con tres
másteres, y no suele facturar más de 800 euros (US$1.019) al mes, que lo
gasta directamente en cubrir pagos fijos. "Aunque trabaje 17 horas al
día y fines de semana, necesito ayudas familiares", cuenta.
La crisis económica está dejando a España con
más de cinco millones de desempleados, con recortes en las empresas,
congelación de salarios y subidas de impuestos. Esto afecta directamente
a sus ciudadanos, que en algunos casos tienen que asumir deudas de
hipotecas o encuentran grandes problemas para conseguir un crédito.
Pequeños lujos para "mileuristas"
En España, el 63% de los asalariados que
declaran la renta no cobra más de 1.000 euros (US$1.274) al mes, son
17,1 millones de personas, según datos del Sindicato de Técnicos del
Ministerio de Hacienda, Gestha.
"Esto supone un una capacidad de compra muy
limitada", estima José María Mollinedo, secretario del sindicato. "Los
mileuristas, que normalmente son jóvenes o mayores de 35 años con
trabajos no calificados, necesitan apoyo familiar u otros ingresos para
llegar a fin de mes".
Con este panorama, las empresas ven la
oportunidad para abrirse mercado con precios más asequibles. Y esto
beneficia a los consumidores. "Lo que está claro es que las empresas no
ayudan a la gente", aclara el sociólogo y experto en consumo José María
Arribas.
Esto incluye las aerolíneas que abanderan el estandarte del bajo costo (low cost
en inglés), la venta de coches a menos de 5.000 euros, los seguros
limitados, los productos fuera de temporada, las rebajas... y lo que se
está desarrollando a ritmo desorbitado, el llamado couponing, de venta colectiva por internet.
Una de estas empresas es Groupon. "Nuestro
crecimiento en España es de los más destacados. Desde 2010 hemos abierto
plataformas por las principales ciudades, con descuentos que alcanzan
hasta el 90%", dice Boris Hageney, director de Groupon en España. Estos
portales también ofrecen sus servicios en Argentina, Chile, Colombia,
México, Perú, Estados Unidos...
Perfil de los usuarios
"Si no es por las ofertas del bajo costo, yo
apenas podría disfrutar del ocio", dice María García. Ella ha viajado a
Malta durante cinco días por 65 euros (US$82) con vuelo y hostal
incluido. "El avión es más incómodo y el hotel no es de categoría, pero
al menos puedes dormir".
José María Arribas considera que el perfil de
usuarios de los servicios de bajo coste es muy variado. "Está dirigido
en principio a personas con bajos ingresos, pero no es verdad, esos
servicios los utiliza todo el mundo. Incluso la reina de España viajó en
una compañía low cost", ejemplifica.
Rubén Sánchez comparte esa teoría. "Compran
todos. La situación económica es problemática porque produce un efecto
psicológico que te empuja a ahorrar aunque no sea necesario".
Un reflejo es el caso de la aerolínea española
Iberia, que pretende sacar su compañía de bajo costo, Iberia Express, y
se ha enfrentado a una huelga por parte de sus pilotos que rechazan esta
iniciativa, lo que les ha supuesto la cancelación de 106 vuelos durante
las navidades.
¿Lección aprendida?
"No necesariamente baja la calidad en los productos de bajo costo. Incluso pueden ser ofertas atractivas para potenciar la imagen de marca"
Rubén Sánchez, portavoz de la asociación española de consumidores Facua
La cuestión es si, cuando acabe la crisis, los
precios volverán a subir, o ya los consumidores habrán aprendido a
valorar los productos y servicios. "La gente ya sabe que puede consumir
calidad por menos dinero", considera María García.
Para Boris Hageney el fenómeno couponing
no está supeditado al momento, "ya está instalado en la mente como una
forma más de adquirir bienes y servicios a precios más competitivos",
declara.
Por su lado, Rubén Sánchez advierte que habrá
que tener cuidado: "Los consumidores son víctimas del marketing",
declara. "Y las empresas experimentan con los cambios; como aprovecharon
para subir los precios en la confusión que supuso pasar de la peseta al
euro".
Pero las compras siempre tienen algo de
inconsciente, asegura Arribas. "Es un mito que estén racionalizadas, eso
lo dicen los economistas porque son inversores o hasta especuladores.
Pero el que compra en la calle no necesita normalmente ese producto,
sólo compra porque le da satisfacción".
Aunque matiza que esos impulsos están más
controlados durante la época de crisis. "Además, ahora es mucho más
fácil buscar ofertas gracias a internet. Incluso hay una aplicación en
el móvil que te indica qué mercado vende más barato el producto que
necesitas", cuenta.
Y detenerse un rato a comparar puede merecer la
pena. En un estudio de Facua se llegaron a encontrar diferencias de
hasta un 353% más caro en un producto de marca. "Era el caso de un
refresco de cola, que en un mercado costaba 1,36 euros, y en otro 30
céntimos", ejemplifica Sánchez.
La protección del consumidor
"No necesariamente baja la calidad en los
productos de bajo costo. Incluso pueden ser ofertas atractivas para
potenciar la imagen de marca", añade Sánchez. Durante esta época de
crisis, las compañías telefónicas y los bancos son lo que han registrado
más reclamaciones y quejas, según estudios de Facua.
Además, el nuevo gobierno, conservador, ha
eliminado la Secretaría General de Consumo, lo que Sánchez considera un
paso atrás. "El consumidor está más desprotegido, si el gobierno permite
que aumenten los fraudes, controlarán el mercado...", estima.
"A veces te das cuenta de que te engañan. Pero
en general, si no es por las ofertas de bajo costo, mi oferta de ocio y
los pequeños lujos estarían fuera de mis posibilidades", concluye María
García.
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