Vistas de página en total

lunes, 10 de mayo de 2010

El regalo de Angelita Trujillo a los dominicanos

Por Aquiles Julián


Angelita Trujillo, una de las hijas del dictador Rafael L. Trujillo (y la que más nos costó: el país se desangró para “coronarla” en una parodia ridícula de la coronación de Isabel II de Inglaterra, montada por ese siniestro maestro de la mise en scene tropical que era su padre), acaba de hacerle un favor inmenso al pueblo dominicano. Todo es asunto de si somos capaces de aprovechar el obsequio. Y propongo que sí, que se le acepte.

 

Angelita acaba de colocarse en posición de ser demandada legalmente por difamación e injuria y daños a la honra ajena, al firmar un libelo en que acusa a diestra y siniestra a personalidades, víctimas y héroes dominicanos, para exculpar a su padre de sus crímenes.



Ese regalo, típico de operaciones de desinformación y encubrimiento, permite que se pueda instrumentar en su contra una acción legal: es de una importancia extrema.


Si se le lleva a los tribunales a que pruebe sus afirmaciones, tendría que comprobar sus acusaciones de manera incontrovertible. Y eso daría oportunidad para desmontar definitivamente las calumnias con que los remanentes de la dictadura han querido confundir al país recurriendo a la maledicencia y al rumor injurioso.


Y creo que la demanda conviene radicarla en territorio norteamericano, por tres razones:

1. Porque es en ese país en que reside quien sería la acusada

2. Porque, al radicar la querella ante los tribunales norteamericanos, evitaríamos la acusación de prejuicio o predisposición que arrojaría dudas sobre la idoneidad del fallo judicial que emane de los tribunales dominicanos.
3. Porque el libro fue editado y puesto en circulación en territorio norteamericano.

Angelita Trujillo señala, acusa, detracta, sin ofrecer prueba alguna. Y las familias de Luis Amiama Tió, Segundo Imbert Barrera, Pupo Román y otros calumniados, así como las organizaciones patrióticas que reúnen a los familiares y allegados de los héroes del ajusticiamiento del 30 de mayo y la democratización del país, tienen una oportunidad excepcional de sentar en el banquillo de los acusados a la hija adorada del tirano y obligarla a probar sus acusaciones o sentir el peso de la justicia.


Al involucrar en forma directa a personas específicas en acciones deleznables y criminales, como el asesinato aleve de las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, asesinadas a golpes junto al chofer Rufino de la Cruz que las conducía cuando iban a Puerto Plata a visitar a sus esposos encarcelados por conspirar contra el régimen, uno de los hechos trágicos que mostraron la faz horrenda de la tiranía a quien pensara que tenía algún tipo de escrúpulos, se puede juzgar el acto de inventar calumnias para encubrir la responsabilidad de su padre y sus esbirros en la muerte de las heroínas de Ojo de Agua, Salcedo.

 
No basta escandalizarse, aunque siempre es válido no pasar por alto la afrenta ni callar frente al infundio. La oportunidad que el libro brinda es que se convierte en sí mismo en prueba del delito de difamación e injuria, que atenta contra el buen nombre de familias respetables del país.


Siendo especialistas en Derecho parte de las familias afectadas, es de rigor que se aprovechen las circunstancias para entablar juicio, tanto en lo civil como en lo penal, contra la señora Trujillo, responsable incluso, según familiares de las víctimas, de la muerte de una pareja de esposos por despecho.

Se trata de exigir que cualquier afirmación hecha por la autora se valide con pruebas incontrovertibles. Eso la obligará a revelar sus fuentes, a exponer qué documentos respaldan sus asertos.

Al radicar la denuncia y el litigio en territorio norteamericano, en donde residen muchos de los sicarios que escaparon a la justicia dominicana, por la connivencia, sin dudas, de muchos esbirros que quedaron en el país y a los que tampoco se les hizo justicia por sus crímenes, se facilitará que salgan a la luz hechos y personas que permanecen en una conveniente penumbra para ellas, pero altamente perjudicial a la memoria histórica del país.

Y esa es otra poderosa razón para litigar en los tribunales norteamericanos: Los autores materiales de los hechos imputados están vivos muchos de ellos. Si bien fueron juzgados y condenados en territorio dominicano (y luego convenientemente excarcelados y sacados del país por los servidores del régimen que se mantuvieron en las sombras, dentro de las Fuerzas Armadas dominicanas o en los engranajes del Estado y que aprovecharon las circunstancias de la revuelta de abril del 1965 para cometer la fechoría), se radicaron en territorio norteamericanos y pueden ser obligados por instancia judicial a declarar y esclarecer aún más el abominable crimen.

Ciertamente, los dominicanos hemos permitido que los esbirros del trujillismo permanezcan en nuestra sociedad con toda impunidad. Que sicarios y esbirros intelectuales, los peores, disfruten incluso de un manto de silencio y que se les tenga por honorables, cuando en realidad fueron responsables mayores del crimen y el abuso, beneficiarios directos de toda la maldad y vesanía del dictador.

Así, en el país se mantienen calles dedicadas a renombrados esbirros como Virgilio Díaz Ordóñez, Rafael Vidal, Luis F. Thomen, Rafael Estrella Ureña, Francisco Prats Ramírez y Ludovino Fernández, entre otros responsables intelectuales de la dictadura.
¿Es posible que en el mismo sector coincidan calles dedicadas a los servidores abyectos de la tiranía, individuos sin ningún mérito, verdugos de su pueblo, serviles, delatores (todos lo eran, esa una condición sine qua non para poder ser parte del tinglado) y calles dedicadas a las víctimas de esas mismas personas?

Vergüenza debe darnos que en gobiernos de los distintos partidos del espectro político dominicano, entre ellos, 12 años del PRD y 10 años del PLD, la cobardía y la complacencia servil han permitido que las jóvenes generaciones se engañen con personajes indignos, cómplices, delatores y corresponsables de aquellos 31 años de expoliación, crímenes y abusos que encabezó el progenitor de Angelita con el apoyo y la colaboración total de dichos personajes. Eso bien indica que la complicidad, el ocultamiento, la doble moral, el servilismo con la dictadura se prolonga a través de las instituciones políticas y los líderes políticos de todos los pelajes.



Y que nadie reclame inocencia, pues todos, absolutamente todos, sabían lo que pasaba, y todos, absolutamente todos, contribuyeron de distintos modos a que aquella tiranía feroz se mantuviera y se lucraban de ello, recibiendo prebendas y canonjías.

Ninguno se redimió mediante el noble acto de librarnos del monstruo, como lo denomina con justicia Efraím Castillo, tal como sí hicieron los héroes de Mayo. Por el contrario, sirvieron y se prosternaron hasta el último momento. Y todavía siguen haciéndolo.


Igualmente, pienso que de alguna manera, las instituciones que deben velar porque ese atropello no se produzca, lo han permitido. ¿Dónde están las instancias legales para revertir esas ultrajantes designaciones en que los verdugos y paniaguados escapan a la repulsa social y pasan por personas dignas y meritorias? ¿Por qué los justificadores y delatores ( todos los que le sirvieron a Trujillo lo fueron, todos cumplieron las así llamadas “tareas especiales”), figuren con calles dedicadas a honrarlos, como si sus conductas fueran excusables o perdonables, cuando muchísimos héroes que pagaron con sus vidas el querer liberar al país del monstruo no tienen dedicados ni un callejón?


El regalo de Angelita Trujillo debe servir para algo; debe permitirnos revisar esas designaciones y derogarlas. Debe servirnos para someter a la justicia a la desmemoriada hija del tirano y lograr que la condenen y encarcelen por el delito de difamar y calumniar. Debe ayudarnos a que salgan a la luz hechos y personeros que maniobran por mantenerse en las sombras.

Espero que las fundaciones dedicadas a honrar las memorias de los mártires y patriotas asuman el reto. Que los abogados y especialistas vinculados directa o indirectamente a estas familias e instituciones pongan manos a la obra.

 Que empleemos los medios y recursos que el estado de derecho provee para proteger el buen nombre de quienes perdieron sus vidas o se arriesgaron por liberarnos de la tiranía y que la señora María de los Ángeles Trujillo Martínez, usufructuaria de una fortuna robada al pueblo dominicano de manera violenta por el delincuente que tuvo por padre, tenga que ir a los tribunales a probar sus afirmaciones que, por fortuna, figuran por escrito y fueron publicadas.


Y de hecho, hago un aporte de RD$3,000.00 pesos dominicanos y llamo a que 100 dominicanos o más hagan lo mismo, para financiar ese esfuerzo. Eso serían RD$300,000.00 pesos y afirmo que aquí tienen que haber más de cien dominicanos dispuestos a un pequeño sacrificio financiero por llevar al banquillo de los acusados a la hija del tirano.



Y es que tan buen regalo, no puede ser desperdiciado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion nos ayuda a crecer