El 10 de enero un buque de carga ruso lleno de
contenedores del principal exportador de armas del país efectuó una
parada no programada en el puerto de Limassol en Chipre.
Los funcionarios del puerto que abordaron el barco descubrieron lo que describieron como "una carga peligrosa".
Una fuente bien ubicada confirmó a
la BBC que la nave estaba transportando toneladas de municiones
destinadas a las fuerzas de seguridad sirias que están siendo acusadas
de cometer atrocidades contra su propio pueblo, matando y torturando
miles de personas desde la revuelta que comenzó el año pasado.
El barco fue detenido durante varias horas en
Limassol antes de permitir que siguiera su viaje, finalmente alcanzando
el puerto sirio de Tartus unos días más tarde.
Este fue sólo el más reciente envío de armas y
municiones de Rusia para apoyar al gobierno de Asad, un aliado cercano
con el que Moscú ha mantenido buenas relaciones durante décadas.
Según algunos cálculos, el 10% de la venta
global de armas rusas tiene como destino Siria y se calcula que los
actuales contratos tienen un valor estimado de US$1.500 millones.
Además de municiones, las recientes ventas
incluyeron aviones de entrenamiento militar, sistemas de defensa aérea y
armas anti tanques.
El actual gobierno sirio también suministra algo
más que Moscú quiere: el prestigio de una base naval en el puerto de
Tartus, que es la última base rusa más allá de las fronteras de la ex
Unión Soviética.
El respaldo ruso al presidente Bashar al-Asad está generando ira entre los activistas de la oposición siria.
Mientras el gobierno ruso dice que seguir con la
venta de armas no está en contravención de cualquier embargo de armas y
que simplemente está cumpliendo con contratos existentes, Occidente y
algunos países árabes están cada vez más enojados.
"Es absolutamente obvio que la transferencia de
armas hacia una situación volátil y violenta es irresponsable y sólo
empeorará el baño de sangre", señaló el embajador británico ante
Naciones Unidas, Sir Mark Lyall Grant, en un comunicado inusualmente
directo en un reciente encuentro del Consejo de Seguridad.
Esta frustración con el sostenido apoyo ruso al
Pressidente Asad ya generó un impasse en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas que debate actualmente una resolución sobre Siria en la
que se exige la renuncia inmediata del presidente sirio.
El destino de la resolución podría depender de
si los árabes y los países occidentales pueden convencer a Rusia de que
no la vete.
Deterioro interno
A raíz del fracaso de la misión observadora de
la Liga Arabe, Siria está acercándose peligrosamente a una guerra civil,
mientras las filas de un ejército rebelde se llenan con soldados que
desertan y las fuerzas del gobierno aumentan su ofensiva sobre ciudades y
pueblos.
En estas circunstancias, algunos políticos rusos
están comenzando a expresar dudas sobre la política del Kremlin de
proteger al gobierno sirio de la condena internacional.
Si finalmente Moscú le retira el apoyo al presidente Asad, hay quienes sostienen que podría decretar su salida del poder.
"El régimen se sentiría extremadamente aislado y
debilitado y la moral de los partidarios de Asad bajaría
considerablemente", señala Malik al-Abdeh, un periodista sirio y
portavoz de la oposición radicado en Reino Unido.
"Si dentro del régimen se dan cuenta que se está
cayendo, que ha perdido la confianza de sus propios aliados
internacionalmente... miembros influyentes del régimen intentarán
desertar, quizás escapando a países vecinos y en ese momento el régimen
probablemente se derrumbaría muy rápidamente".
Para compensar a Rusia por la pérdida de
influencia y comercio en el Medio Oriente, algunos analistas señalan que
países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes "podrían entrar en juego".
"Los intereseses estratégicos rusos en la región
no comienzan y terminan con Bashar al-Asad y, de hecho, sus intereses
estratégicos en toda la región no comienzan y terminan con Siria", dice
el director del Centro Brookings en Qatar, Salman Skeikh.
"Con respecto a países como Arabia Saudita y los
Emiratos Árabes Unidos, hay ciertamente asociaciones que pueden ser
creadas y hay armas que pueden ser vendidas".
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