"Estudia en línea y gradúate en el campus" es el lema
de la Universidad de Liverpool, en Reino Unido, que da la bienvenida en
su sitio web.
La Universidad de Stanford ofrece textos completos, sin
ningún costo, a través de su servicio HighWire, mientras que el
Massachussets Institute of Technology (MIT) anunció hace pocos días que
impartirá cursos en línea también gratuitos.
La percepción es que la
educación a distancia y universal va in crescendo.
Tanto, que el debate acerca de si la educación
en línea terminará sustituyendo eventualmente a la presencial ya se está
dando en Estados Unidos. Con lo costosos e inaccesibles que se han
vuelto los estudios superiores en este país, cuesta pensar que los
estudiantes elegirán endeudarse y pagar más de US$50.000 al mes, en
lugar de formarse en su casa a través de una computadora.
El periodista Stephen T. Gordon del The Boston Globe,
por ejemplo, cree que en unos años los campus se convertirán en lugares
a los que los estudiantes acudirán sólo para buscar tutorías,
establecer redes o simplemente socializar. Según él, ellos preferirán
perderse de toda la experiencia universitaria que invertir en una
formación de prestigio, para luego conseguir trabajos que no les
generarán ganancias suficientes como para solventar sus deudas producto
de matrículas sumamente costosas.
Ante ese panorama se podría pensar que un
latinoamericano preferiría hacer un curso en el MIT -lo cual aportaría
mucho a su curriculum- que pagarse estudios en la Universidad del
Salvador en Argentina, por ejemplo.
Pero en América Latina, este cambio radical en
el modelo convencional de las universidades está muy lejos de
convertirse en una realidad.
La base es indispensable
Luis Yslas Prado, profesor universitario
"Los talleres o cursos en línea son
sólo un eslabón en la extensa cadena de procedimientos para la
adquisición y divulgación del conocimiento. ¿Que se pierde el contacto
directo con el docente? ¿Que se deshumaniza la cultura? No lo creo.
Durante mucho tiempo, por ejemplo, los libros sirvieron para la formación intelectual, sin que mediara un intercambio personal directo.
Las universidades que se valgan de cursos en línea para la formación de sus estudiantes, sólo están incorporando nuevos procedicimientos y soportes, para el ejercicio de una labor tan antigua como el hombre: educar. Sí me parece que no se debería desechar del todo los viejos procedimientos educativos, el trabajo en aula, por ejemplo, pero es valioso e importante además que se incluyan los nuevos soportes tecnológicos y que se adapten a la enseñanza de las materias.
Los cursos en línea además, permiten sortear las distancias espaciales y temporales típicos de la enseñanza, y si, como es el caso de algunas universidades, son gratuitos, pues vendrían a solventar también el problema económico de muchos estudiantes. Eso, permitiría, universalizar más el conocimiento. ¿No es ese acaso uno de los fines de la universidad?
Lo que verdaderamente importa no son las formas en que se transmita el saber, sino que la formación universitaria (pero también la de otros campos) se enriquezca con la incorporación de estos soportes, cada vez más masivos y útiles para la vida cotidiana".
Durante mucho tiempo, por ejemplo, los libros sirvieron para la formación intelectual, sin que mediara un intercambio personal directo.
Las universidades que se valgan de cursos en línea para la formación de sus estudiantes, sólo están incorporando nuevos procedicimientos y soportes, para el ejercicio de una labor tan antigua como el hombre: educar. Sí me parece que no se debería desechar del todo los viejos procedimientos educativos, el trabajo en aula, por ejemplo, pero es valioso e importante además que se incluyan los nuevos soportes tecnológicos y que se adapten a la enseñanza de las materias.
Los cursos en línea además, permiten sortear las distancias espaciales y temporales típicos de la enseñanza, y si, como es el caso de algunas universidades, son gratuitos, pues vendrían a solventar también el problema económico de muchos estudiantes. Eso, permitiría, universalizar más el conocimiento. ¿No es ese acaso uno de los fines de la universidad?
Lo que verdaderamente importa no son las formas en que se transmita el saber, sino que la formación universitaria (pero también la de otros campos) se enriquezca con la incorporación de estos soportes, cada vez más masivos y útiles para la vida cotidiana".
Para Carlos Emilio Raigoso, magíster en
Sociología y académico de la Universidad Nacional de Colombia, el
desarrollo de la educación en línea en América Latina no es comparable
con el de Estados Unidos ni Europa, sobre todo tomando en cuenta que hay
una gran cantidad de zonas rurales en donde el internet no llega.
"Además, para poder estudiar en línea deben
existir niveles de alfabetización más o menos desarrollados.
No se trata
de saber leer y escribir, sino de tener conocimientos que permitan al
menos la interpretación de textos. Eso no puede desarrollarse a través
de una máquina, es muy complicado. Aunque no quiero decir que no se
logre, creo que es más fácil cuando oyes a alguien que difiere de tu
opinión o a quien te contrapone argumentos", explicó Raigoso a BBC
Mundo.
Lo que sí está ocurriendo en la región es que la
educación en línea ha llegado para complementar las visitas a la
universidad. Así lo cree, José Gregorio de Llano, director del Centro de
Estudios en Línea de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en
Caracas, Venezuela.
De Llano dijo a BBC Mundo que desde 1999, la
UCAB está trabajando con ofertas de educación a distancia, enfocadas
principalmente en la especialización y la actualización. Y la tendencia
es que eso vaya en aumento.
"Acudir a la universidad es importante sobre
todo para los jóvenes que acaban de terminar la secundaria, hay una
formación social importante. Sin embargo, creemos que eso se puede ir
complementando con modelos en línea, una educación mixta en la que se
ponga énfasis en lo presencial durante los primeros años, y que luego
pueda ser a distancia para contribuir a que el profesional se integre
más temprano al mercado de trabajo".
Aunque estos programas en línea pueden costar
menos que la educación presencial, es muy difícil que las instituciones
los ofrezcan sin ningún costo. Y ahí habría que tomar en cuenta otro
elemento que es saber identificar cuáles programas son de calidad y
cuáles carecen de ella.
"Pueden ser universidades muy prestigiosas, pero
se debe revisar el tipo de contenidos que ofrecen de manera gratuita.
Es posible que se trate de una forma de difundir el nombre de la
institución, como si estuviesen siendo generosos con la humanidad,
cuando en realidad no es así".
Otro tipo de discriminación
"Para estudiar en casa y sin un profesor en frente hace falta tiempo, disciplina y haber estudiado algo antes"
Estudiante en línea
Raigoso coincide en que ambos elementos deben
combinarse. "Creo en lo presencial y el compartir con los otros, pero
también entiendo que la educación se desarrolla de una manera muy
individual. En ese sentido lo online me parece muy apropiado".
Una estudiante de un máster en línea lo
confirma: "Para estudiar en casa y sin un profesor en frente hace falta
tiempo, disciplina y haber estudiado algo antes".
El académico colombiano hace hincapié, de nuevo, en este último punto y explica por qué.
Según él, las universidades públicas en América
Latina son de difícil acceso, en cuanto a capacidades cognitivas. Entrar
en una institución privada, en cambio, puede ser más fácil, pero se
necesita la capacidad económica que permita costearla.
"En un modelo convencional de educación, podrías
pensar que los que tienen más recursos pueden pagarse las universidades
más prestigiosas y yo creo que el modelo en línea podría estar
reproduciendo lo mismo. En la región, alguien que tenga recursos, no va a
conectarse a internet sino que seguirá viajando para formarse a la
universidad de Stanford o se quedará y acudirá a la mejor institución
privada de Colombia", dice.
Las conexiones en línea quedarían para las
clases medias y bajas, con el agravante de que estos grupos pudieran
carecer de la formación adecuada. Si no consiguen desarrollar la
disciplina y la capacidad de lectura y escritura, por ejemplo, llegarán a
la universidad en línea y gratuita y no podrán mantenerse en ella.
Volverán a ser discriminados, pero de otra forma, señala.
En todo caso, para estos académicos, las instituciones en América Latina están muy lejos de sentirse amenazadas por lo online y más bien realizan intentos por beneficiarse cada vez más de los avances de la tecnología.
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