Hace
falta habilidad y coraje para domar a estas enormes locomotoras
cargadas de minerales que serpentean por la cordillera de los Andes.
Esto hace de Perú, posiblemente, el país más duro del mundo para ser un conductor de tren.
El
Ferrocarril Central Andino (FCCA) se desplaza desde el nivel del mar a
las minas de Cerro de Pasco, una de las ciudades más altas del planeta,
4.330 metros sobre el nivel del mar.
El ascenso, en algunas de las vías más empinadas
del mundo, es lento. Pero la verdadera habilidad está en hacer bajar
locomotora, con plena carga, de regreso a la costa del Pacífico, al
oeste de la capital, Lima.
"Hay que tener nervios de acero", dice el
conductor Daniel García Zegarra. "Así hay que tratar al tren:
acariciarlo poco a poco, sin movimientos bruscos, lentamente".
"Una vez que los frenos fallaron terminamos yendo a 130 km/h"
Ameliano, brequero
Arriba en las montañas, las vías del tren tienen
pocas señales o barreras de seguridad para protegerse contra una caída
vertical. El más mínimo error de un conductor puede tener resultados
desastrosos.
"El tren puede descarrilar y caer por el
acantilado", dice Ameliano, brequero del tren, que tiene la función
clave de ajustar los enormes frenos mecánicos.
A menudo los vagones traseros del tren -de 200
metros de largo- no quedan a la vista del conductor por las rutas
zigzagueantes, y su peso -cuando está totalmente cargado- con mercancías
y camiones ronda las 2.500 toneladas.
El temor de descarrilar y caer por la ladera de la montaña está siempre presente.
"Una vez que los frenos fallaron", dice Ameliano, "terminamos yendo a 130km/h y nos estrellamos contra un túnel".
"Me cubrí en el segundo vagón y sobreviví. El conductor murió al saltar del tren, que se descarriló".
Daniel permanece todo el tiempo alerta y mantiene la velocidad constante para evitar un posible desastre.
Error de visitante
El aire es menos denso a tanta altura y el motor se puede detener si va muy lento.
Es una habilidad difícil de conseguir, incluso
para un maquinista experimentado como Simon Davies, del Reino Unido, que
viajó a los Andes con el equipo de filmación de la BBC.
NERVIOS DE ACERO
- El Ferrocarril Central Andino recorre 535 kilómetros
- Llega a 4.800 metros de altitud en la estación de La Galera, casi la misma altura que el Mont Blanc
- Tiene 27 estaciones
- Los gradientes en la línea alcanzan el 5% entre Matucana y La Galera
- El ferrocarril cruza el altiplano - la meseta más alta de la tierra después del Tíbet - que se extiende por partes de Perú, Chile, Argentina y Bolivia
Una vez en los controles, Simon apagó el motor y el equipo y luego intentó, sin éxito, reiniciarlo.
Los hombres corren el riesgo de quedar
inmovilizados en temperaturas bajo cero mientras esperan el rescate, y
Simon estaba realmente preocupado.
"Estábamos atrapados allí, sin calefacción, sin
electricidad... Ellos trataban de disimularlo, pero pude ver un gesto de
pánico en sus caras", contó luego de que todo acabó.
Finalmente el motor arrancó, pero el problema no se terminaba ahí.
Las ruedas giraban pero no conseguían traccionar. El clima empeoró y Daniel tomó una decisión drástica.
"Tenemos demasiado peso. La nieve empeora las
cosas. Tenemos que eliminar algunos de los vagones y cortar el tren por
la mitad", decide.
La tripulación, exhausta, llega a destino bien entrada la noche.
Simon, escarmentado, pudo sentir en carne propia lo difícil que es para los trabajadores controlar estos enormes trenes.
"Muchas veces se pierde la concentración", le dijo Daniel a Simon mientras bebían una taza de té tras la extenuante jornada.
"Eso ocurre porque uno no ve la velocidad. Si pierdes la concentración durante apenas un segundo, puede ser muy grave".
Minerales
La cordillera de los Andes alberga algunas de
las reservas de metales y minerales más ricas de la Tierra, con cobre,
zinc, plomo y plata.
"Si no hubiera minería aquí, no habría ningún tren. Sólo transportamos minerales", dice otro piloto, Eloy Galván.
Los metales y minerales representan el 60% de las exportaciones peruanas y le han traído nueva riqueza al país.
Los hombres del FCCA suelen pasar hasta dos
semanas fuera de su casa, trabajando todos los días hasta que lleguen a
destino y pasan las noches en cabañas pequeñas, sin calefacción, en la
ladera de la montaña.
"Estos son lugares tristes y solitarios. No es como estar en casa con mi esposa y mis hijos", dice Eloy.
"Normalmente soy bastante bueno a la hora de
trabajar duro, pero esto es otra cosa", agrega Simon. "Esto es más que
trabajo duro."
"Tenemos que estar quedarnos aquí y hace un frío
terrible. Me dejo puesto el gorro y toda mi ropa porque está
absolutamente helado y sólo tenemos unas mantas de llama".
A la mañana siguiente los hombres se despiertan
y, después de una oración en el santuario de la Virgen de Cocharcas, se
preparan para tomar el tren, ya cargado, y descender de la montaña.
De vuelta en casa, en el puerto del Callao, las
familias de los ferroviarios esperan ansiosos que la tripulación llegue
sana y salva.
Camaradería
"Tengo miedo. Me ha dicho que a veces baja con 2.200 toneladas", dice Cathy, la esposa de Daniel.
"Antes era menos carga. Cuando baja con 2.450 toneladas le digo: 'No, piensa en tu familia' ".
"Cuando baja con 2.450 toneladas le digo: 'No, piensa en tu familia'"
Cathy, esposa de Daniel
A mitad de camino, por la ladera de la montaña,
las ruedas se recalientan, pero Daniel está alerta ante el peligro. Una
pequeña demora basta para dejar que se enfríen y reanudar el viaje de 15
horas.
Para Simon Davies, que normalmente maneja un
tren de Londres a Manchester, es una experiencia que nunca olvidará. Le
llama la atención lo que sus colegas peruanos deben soportar.
"Todos los días, a toda hora, trabajan con un peligro potencial importante para mantener a sus familias.
"La camaradería y el trabajo en equipo están
presentes todo el tiempo, realmente se cuidan los unos a los otros. Yo
los considero unos guerreros".
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