Los latinoamericanos de la capital británica
aprovechan las oportunidades de la ciudad para reforzar lazos y
recuperar las raíces.
Elephant and Castle es un barrio al sur de
Londres, donde hace tiempo que la comunidad latinoamericana tiene una
presencia consolidada. Hay bares, asociaciones, tiendas latinas y es un
lugar donde el castellano se oye en la calle casi tanto como el inglés.
El
pasado mes de diciembre un evento congregó a decenas de
latinoamericanos en el barrio. El día internacional del migrante se
celebró en el Fusion Centre de Elephant and Castle, y reunió en un solo
lugar a gente de todo el continente.
Este tipo de eventos no son raros en Londres,
ciudad con una amplia cultura de "comunidad", aunque esta vez las
comunidades sean todas de diferentes lugares. Muchos de los
participantes en el día del migrante trabajan en asociaciones locales
informando, sirviendo de ayuda a los recién llegados y echando una mano
con el omnipresente tema del idioma.
La excusa es siempre la misma: sentirse un poco más cerca de casa.
Una comunidad numerosa
La comunidad latina en Londres es grande. Según
un informe de la asociación Trust For London, unas 113.000 personas de
origen latinoamericano viven en la capital, lo que sitúa a la comunidad
por encima de otras también importantes como la polaca.
"Lo mejor de Londres..." piensa Silvia, y
enseguida está segura de la respuesta: "la multietnicidad". Esta
argentina lleva más de 30 años en una ciudad donde se hablan decenas de
lenguas, se profesan infinidad de religiones, se cocinan platos de los
más variados olores y sabores, y se respira un ambiente realmente
multicultural.
Y es que aquí no solo hay latinos. Hay indios,
pakistaníes, polacos, estadounidenses, australianos, somalíes, y una
interminable lista de nacionalidades que han tomado por barrios este
lugar y han traído sus costumbres, sus bailes, su comida.
En el día del migrante las mesas de comida están
llenas de empanadas y suena música del altiplano, de la cordillera e
incluso del caribe. Parece que todo el mundo se conoce de algún otro
lado, y la gente se mueve entre los puestos de comida y los de
información. Indistintamente, delante y detrás del mostrador.
Juan Piedra es miembro y coordinador del
Movimiento Ecuador en el Reino Unido, grupo organizador del evento.
Cuenta que su generación tuvo problemas con el inglés, pero espera que a
sus hijos no les pase.
A juzgar por un grupo de niños que juega a la
pelota en un rincón del centro y que mezclan con absoluta naturalidad el
inglés y el español, Juan no tendría que estar preocupado, a pesar de
que según el informe de Trust For London un tercio de los
latinoamericanos que viven en la ciudad no habla inglés.
El grupo de Juan organiza eventos en el barrio
londinense de East Ham, al este de la ciudad, y uno de los más pobres de
Londres. Ahora tienen un proyecto en el cual colaboran profesores
ingleses y ecuatorianos, la idea es que los niños conserven lo que
trajeron pero que no se queden atrás con el inglés.
El clima y la familia
Nancy dejó su Colombia natal en 2003, año desde
el cual vive en Europa, concretamente entre Londres y España. Es
educadora y directora del Teléfono de la Esperanza, un servicio
telefónico de ayuda emocional que llevan implantando desde hace 5 años
en el Reino Unido, y que se ofrece en español y en portugués.
"Me gusta mucho ver cómo personas con diferentes
formas de pensar son capaces de esta convivencia", asegura. "Londres
tiene una magia que se puede descubrir día a día a través del arte, de
la cultura, de los festivales." Con el clima no tiene tantas quejas: "me
llama la atención cómo en un día pueden estar todas las estaciones",
señala.
Como ella, son muchos los que pasaron por España
antes de llegar a Inglaterra, y los que decidieron dejar una península
sumida en la crisis por un destino con más dificultades (idioma,
cultura), pero más seguro económicamente.
Pero hay muchos que llegaron hace tiempo.
Claudio es de Perú, y lleva en Londres más de 20
años. Lo que mas extraña es su familia, a la que no ve tan a menudo
como quisiera, pero su actividades no le dejan demasiado tiempo libre.
"Soy profesor de español pero también colaboro con una campaña de
reconocimiento a la comunidad latinoamericana, y con el Café Filosófico,
que intenta promover la reflexión desde esta parte del mundo sobre la
realidad de nuestro continente".
La cuestión del reconocimiento de la comunidad latina es algo sobre lo que no solo Claudio y su grupo se mantienen activos.
Gladys es de Bolivia, lleva aquí desde 1995 y
trabaja en una organización que asesora a solicitantes de asilo y a
emigrantes. Es además miembro de una campaña que busca el reconocimiento
de la comunidad latinoamericana como minoría étnica en el Reino Unido,
reconocida como tal solo en el municipio de Elephant and Castle.
Pero a pesar de las oportunidades, Gladys creo que la vida londinense puede llegar a ser a veces demasiado agitada.
Lisette está de acuerdo y asegura que "todo es
muy robótico, parece que los sentimientos se han dejado de lado, y que
la gente vive para trabajar, y tendría que ser al revés" señala esta
ecuatoriana, que cree que para ella llegó el momento de irse.
"He encontrado mucha gente buena aquí, pero esto
ya no me da lo que quiero por eso regreso a ecuador", cuenta. Ha
convencido a su novio, alemán, que como en Ecuador en ningún lado, y él
se va con ella.
Las relaciones
Y es que entre las dificultades que muchos otros encuentran en Londres está el tema de las relaciones humanas.
"Aquí se tarda en conocer a la gente, hay más
rituales. La conversación de la superficialidad se va haciendo más
profunda con el tiempo, pero se tarda. Esa es una de las cosas que más
extraño de Argentina", asegura Silvia.
Pero la ciudad ofrece también cosas positivas
que propician el acercamiento, como la posibilidad de realizar
actividades voluntarias en la comunidad. "En otros países, como
Alemania, donde también he vivido, no tienen organizaciones tan abiertas
donde hacer cosas", comenta Gladys.
"Esto es un entrecruzamiento de culturas, de
ideas... es muy interesante. Pero mucha de la gente que viene de otras
partes del mundo se siente discriminada, no hay una actitud homogénea
con respecto al migrante. Hay mucha gente que recibe muy bien, y que
organiza cosas para los recién llegados y hay mucha otra que se siente
invadida", afirma Silvia.
Sea como fuere, lo que está claro es que los
latinos en Londres se buscan, se conectan, y hacen un esfuerzo por
aprovechar las oportunidades de la ciudad para conseguir este
acercamiento.
"Ese 'si y no' es tambien interesante. Donde no
hay conflicto no hay crecimiento de alguna manera: es cómo resolvemos
los conflictos lo que hace que vayamos progresando", concluye Silvia.
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