Los cubanos de bajos recursos podrán recibir una
subvención municipal para la compra de los materiales de construcción y
el pago de la mano de obra de cara a reparar o construir su casa, según
una resolución del Consejo de Ministros.
El deterioro de las viviendas es tan grave, que
esta misma semana el derrumbe de un edificio de La Habana cobró varias
vidas. Los subsidios se suman a la autorización de venta de materiales
de construcción y la apertura del mercado inmobiliario.
24 horas después de entrar en vigor
la medida se habían presentado 4.900 solicitudes de ayuda y las
autoridades aprobaron ya 1.340. El alto número de negativas se debe,
según la prensa, a que muchos solicitantes "no reúnen los requisitos
para ser protegidos por este tipo de subsidios".
Se benefician las personas "sin solvencia
económica que vivan en condiciones habitacionales vulnerables, carezcan
de vivienda o estén necesitados de construir, ampliar, reparar o
conservar esta, siempre y cuando sea por esfuerzo propio".
Los subsidios se inician el día 15 y el trámite
es relativamente sencillo: los interesados deberán solicitar la
subvención en las direcciones municipales de la vivienda y estos
organismos tendrán que darles una respuesta en un plazo máximo de 45
días.
Estática milagrosa
La resolución gubernamental explica que "las
prioridades a la hora de seleccionar a los necesitados serán las
familias afectadas por catástrofes y los casos sociales críticos" pero
aclara que no se trata solo de personas que reciben ayuda social.
Alrededor de un 20% de la población cubana está
sostenida por la seguridad social para impedir que caigan en la pobreza
extrema, pero el porcentaje de personas sin recursos suficientes para
solucionar su problema habitacional es mucho mayor.
Según fuentes oficiales cubanas más del 40% de
las viviendas se encuentran en regular o mal estado, mientras otras
versiones consideran que faltan medio millón de casas para saldar las
necesidades inmediatas de la población.
Los derrumbes son pan de cada día; el martes en
uno de ellos murieron cuatro personas y al menos cinco otras resultaron
heridas. Los arquitectos cubanos acuñaron el término "estática
milagrosa" para explicar por qué algunos edificios se mantienen aún en
pie.
Ciclones y prohibiciones
Entre las causas del déficit se encuentran los
ciclones que frecuentemente atraviesan la isla destruyendo cientos de
miles de viviendas, sobre todo las más precarias que son propiedad de
las personas con menos recursos para poder volver a levantarlas.
Solo en el 2008, tres ciclones recorrieron la
isla desde una punta a la otra provocando pérdidas materiales cercanas a
los US$10.000 millones y la desaparición de barrios enteros en algunas
de las comunidades por donde pasaron.
La política inmobiliaria que rigió Cuba durante
medio siglo tampoco ayudó mucho; subvencionaba los materiales de
construcción pero para poder comprarlos hacían falta permisos oficiales
que se entregaban de forma muy limitada.
El peso fundamental de la construcción de
viviendas estuvo en manos de brigadas estatales que levantaron edificios
de apartamentos a lo largo de toda la isla. Sin embargo, nunca
estuvieron a la altura de las necesidades ni en cantidad ni en calidad.
Por otra parte, la compraventa inmobiliaria
estaba prohibida, por lo que mucha gente vivía en casas a las que no
podían dar mantenimiento, mientras que otros con más recursos tenían que
realizar miles de trampas legales para poder ampliarse.
La redistribución
Se pueden pedir varios subsidios pero para
objetos de obra diferentes. Serán de un monto máximo de 80 mil pesos
(unos US$3.500), lo cual calculan que sería suficiente para construir,
con esfuerzo propio, una habitación grande con cocina y baño.
El gobierno de Raúl Castro se plantea cambiar la
política de subsidios a los productos por la de subsidiar a las
personas necesitadas, un mecanismo que se propone extender también a los
alimentos, eliminando la libreta de racionamiento.
En el caso de las viviendas, el dinero para
estas subvenciones saldrá de los impuestos que pone el Estado a la venta
de materiales de la construcción a precios de mercado. Así, los cubanos
con mayores recursos financiarán a los de más bajos ingresos.
En general se trata de una medida aceptada por
todos: a los que tienen una situación económica más holgada les permite
construir sin temor, mientras que a los más pobres se les abre el acceso
a mejorar sustancialmente sus viviendas.
La actividad constructiva privada es enorme
desde que se venden materiales libremente. En todos los barrios se ven
obras de ampliación, reparación y construcción de casas. Tan es así que,
a pesar de sus altos precios, siempre escasean los materiales.
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