La cárcel de Guantánamo cumple este miércoles una
década de críticas y voces que piden su cierre. El penal estadounidense
para sospechosos de terrorismo internacional alberga en la actualidad a
171 prisioneros. BBC Mundo habló con algunos presos que pasaron por la
prisión e indagó sobre la situación de los que siguen allí.
El 11 de enero de 2002 un avión militar de
Estados Unidos procedente de Afganistán aterrizó en la Bahía de
Guantánamo; una base naval situada en el sureste de Cuba y que funciona
desde 1903. Una veintena de prisioneros, maniatados y con un mono
naranja, fueron transportados al Campamento Rayos X; una explanada llena
de alambres que durante tres meses se convirtió en una cárcel
provisional.
El saudí Shaker Aamer es el
prisionero US9SA-000239DP. Llegó a Guantánamo en enero de 2002 y sigue
encerrado en este penal del Caribe. "Se está muriendo en su celda",
afirma su abogado a BBC Mundo, Clive Stafford Smith.
"Los prisioneros siguen confiando en sus
abogados pero han perdido la confianza en el sistema legal", explica
Gita Gutiérrez, una de las primeras abogadas civiles que entró en el
penal y miembro del Centro para los Derechos Constitucionales (CCR), una
organización de Nueva York que ha coordinado la defensa de unos 200
reos de Guantánamo.
Dos de sus clientes siguen entre rejas: el
paquistaní Majid Khan, prisionero US9PK-010020DP, y el saudí Mohammed al
Qahtani, prisionero US9SA-000063DP, considerado el "piloto suicida
número 20" de los atentados del 11-S.
"La orden de cierre sigue vigente"
La abogada no duda en comparar a estos hombres
con "muertos vivientes". "Son caparazones sin vida, pero debajo de esas
cáscaras se esconden hombres que tal vez en otras circunstancias podían
volver a recuperar la ilusión", le cuenta a BBC Mundo.
A lo largo de estos diez años han pasado por
Guantánamo 779 prisioneros. Todos hombres, musulmanes y de más de 40
nacionalidades. Al menos una docena eran menores de edad. Ocho presos
han muerto en la cárcel; seis se suicidaron, uno murió de un ataque
cardíaco fulminante y otro a causa de una grave enfermedad.
Guantánamo cumple una década coincidiendo con un
año electoral. El Congreso ha bloqueado la partida presupuestaria de
Defensa destinada a nuevos traslados y ha reforzado la custodia militar
para extranjeros sospechosos de terrorismo.
"Los prisioneros parecen caparazones sin vida, pero debajo de esas cáscaras se esconden hombres que tal vez en otras circunstancias podían volver a recuperar la ilusión"
Gita Gutiérrez, abogada
En la actualidad los prisioneros están
encerrados en una prisión que es una réplica de una cárcel de máxima
seguridad de Estados Unidos y los responsables del centro aseguran que
el trato es "humano y justo".
En una reciente visita a Guantánamo, el
responsable de la cárcel, el coronel Donnie Thomas, aseguró que "la
orden de cierre de Obama sigue vigente".
La responsable de prensa, la comandante Tamsen
Reese, seguía ultimando la cobertura mediática del futuro juicio
(comisión militar) del saudí Abd al Rahim Hussayn Muhammad al Nashiri,
acusado de ser el responsable de los atentados del año 2000 contra el
buque de guerra USS Cole en los que murieron diecisiete marineros.
La vida después de Guantánamo
Algunos volvieron a países como el Reino Unido,
Australia, España o Australia, mientras que otros empezaron una nueva
vida en islas que no conocían, como Palau o Bermuda.
El australiano Mamdouh Habib es el prisionero US9AS-000661DP. Fue detenido en 2001 y liberado en 2005.
"Yo no fui detenido, a mí me raptaron", explica a BBC Mundo en conversación telefónica desde Australia.
Moazzam Begg es uno de los nueve británicos que
estuvieron encarcelados en Guantánamo. Fue detenido en 2002 y liberado
en 2005. Regresó al Reino Unido y fundó la organización CagePrisoners.
"Los exprisioneros tenemos que dar voz a los
hombres que siguen en Guantánamo y no pueden contar su historia",
explica Begg, prisionero US9UK-000558DP, a BBC Mundo.
"Solo estuve tres años allí; son pocos si
tenemos en cuenta que algunos prisioneros han pasado diez años en
Guantánamo", subraya.
Prisioneros que no querían regresar a China
El uigur Khalil Mamut no regresó a su país,
China. Es el prisionero US9CH-000278DP y pasó siete años en el penal.
Estados Unidos negoció con Bermudas que se hiciera cargo de Mamut y
otros tres uigures que no querían regresar a China por miedo a ser
torturados.
Mamut tiene una nueva casa y trabajo. "El sitio es bonito y el clima muy agradable", explica por correo electrónico.
Otro uigur ha tenido más problemas de
adaptación. Ahmad Abdulahad, prisionero US9CH-000201DP, llegó a
Guantánamo gravemente herido y los médicos le tuvieron que amputar una
pierna. Ahora vive en Palau, una isla del Pacífico que tiene 20.000
habitantes.
Abdulahad no puede salir de Palau y en la isla no hay médicos expertos en piernas ortopédicas.
Su abogada, Kristine Huskey, directora del
programa antitortura de la organización Physicians for Human Rights, no
ha encontrado una solución a largo plazo: "De momento mandamos a un
médico para que le ajustara la prótesis", comenta.
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