Para muchas personas hablar de adicción significa hablar de sustancias como alcohol, nicotina, cocaína o heroína.
Pero según le explica a la BBC en doctor
Mark Griffiths, experto en adicciones de la Universidad de Nottingham
Trent, Inglaterra, si podemos obtener una recompensa con algo, es
posible hacernos adictos a casi cualquier cosa.
"Durante los últimos 25 años he
estado estudiando los juegos de azar y creo apasionadamente que estos
juegos en su forma más extrema son tan adictivos como cualquier droga.
El costo social y de salud de los problemas de
juego es enorme y tiene muchas cosas en común con las adicciones más
tradicionales; por ejemplo, cambios en el estado de ánimo, problemas de
relación, absentismo laboral, violencia doméstica y bancarrota.
Los efectos en la salud, para los jugadores y
sus parejas, incluyen ansiedad y depresión, insomnio, trastornos
intestinales, migraña, problemas vinculados al estrés, malestares
estomacales y pensamientos suicidas.
Si las conductas como el juego de azar pueden
convertirse en una adicción genuina, en teoría tampoco hay razón que
impida que algunas personas se conviertan en adictos genuinos a
actividades como los videojuegos, el trabajo o el ejercicio.
La investigación sobre jugadores patológicos
muestra que estas personas, cuando se ven sometidas a abstinencia de
juego, presentan al menos un efecto secundario físico, que puede ser
insomnio, dolor de cabeza, pérdida de apetito, debilidad física,
palpitaciones, dolor muscular, dificultad para respirar y escalofrío.
De hecho, comparados con los adictos a drogas,
los jugadores patológicos parecen experimentar más efectos físicos por
abstinencia cuando intentan dejar su conducta.
Entusiasmo exagerado o adicción
Pero entonces, ¿cuándo se convierte en adicción el entusiasmo excesivo por una actividad?
"En resumen, la diferencia fundamental entre un entusiasmo excesivo y una adicción es que los entusiasmos sanos enriquecen la vida pero las adicciones la empobrecen"
Dr. Mark Griffiths
Puedo pensar en muchas personas que se
comprometen excesivamente en actividades pero no las clasifico como
adictas porque no parecen experimentar ningún efecto perjudicial por
llevar a cabo esa conducta.
En resumen, la diferencia fundamental entre un
entusiasmo excesivo y una adicción es que los entusiasmos sanos
enriquecen la vida pero las adicciones la empobrecen.
Para que cualquier conducta pueda ser definida
como adictiva, tiene que haber consecuencias específicas, como el que
ésta se vuelva la actividad más importante en la vida de la persona o la
única forma con la que puede mejorar su estado de ánimo.
Además, pueden sentir la necesidad de
incrementar gradualmente la cantidad de tiempo que le dedican a esta
actividad porque si no lo hacen comienzan a experimentar síntomas
psicológicos de abstinencia.
Esto puede conducir a conflictos con el trabajo y
las responsabilidades laborales. El individuo puede incluso
experimentar "recaídas" si intenta renunciar a su actividad.
La forma en la que se desarrollan las adicciones, ya sean químicas o conductuales, es compleja.
Una conducta adictiva se desarrolla por una
combinación de la predisposición biológica/genética de la persona, el
ambiente social en el que se desenvuelve, su constitución psicológica
-como factores de personalidad, actitudes, expectativas y creencias- y
la propia actividad.
Muchas adicciones conductuales son adicciones
"escondidas". A diferencia, por ejemplo, del alcoholismo, esas no
muestran síntomas obvios, como hablar con dificultad o no poder caminar
en línea recta.
Sin embargo, una adicción conductual es un
asunto de salud que necesita ser tomado seriamente por todos los
profesionales de la salud.
Si el principal objetivo de los médicos es
cuidar la salud de sus pacientes, entonces la concientización sobre las
adicciones conductuales y los problemas las rodean debe ser una parte
importante de su conocimiento y entrenamiento básicos.
Las adicciones conductuales pueden ser tan graves como las adicciones a las drogas".
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