En octubre de 1911, China se sublevó en la Revolución
de Xinhai. Cuatro meses después, su último emperador había caído y los
financieros europeos se abalanzaron a Pekín, ansiosos por financiar la
nueva y quebrada república.
En octubre de 2011, otro financiero europeo fue a
Pekín. Pero Klaus Reging, director del Fondo Europeo de Estabilidad
Financiera, no fue a prestarle dinero a China. Fue a que le prestaran, a
pedirle a China que salvara a Europa del desastre económico.
En apenas un siglo, China ha pasado
de ser un caso perdido desde el punto de vista económico a ser el
banquero del mundo, y Europa ha hecho el mismo viaje en la dirección
opuesta.
Es uno de los mayores reveses de la historia. ¿Cómo ocurrió? Y, más importante, ¿qué significa?
El giro es parte de una historia mucho más larga.
Un mundo cada vez más pequeño
Empieza alrededor de 1600, cuando China era la
nación más rica del planeta y los europeos, deseosos de comerciar con
China, estaban construyendo nuevos tipos de barcos.
Durante miles de años, el Océano Atlántico había
sido una barrera que separaba a Europa del resto del mundo, pero las
nuevas naves europeas "encogieron" el mar, tornándolo en una carretera
comercial. Para 1700, los recursos de América eran el combustible del
lanzamiento europeo.
En 1800, la riqueza de Europa ya era tan grande
como la de China, y los procesos de cambio continuaron funcionando. Para
1900, los barcos de vapor habían hecho que el Atlántico fuera aún más
pequeño, mientras que los ferrocarriles y el telégrafo se habían tragado
las vastas praderas americanas. Y, a medida que eso pasaba, Estados
Unidos empezó a sacar a Europa del peldaño superior de la escalera
económica.
Para 2000, barcos de carga, aviones e internet
habían encogido el mundo aún más, y el Pacífico también se convirtió en
una carretera comercial. Eso impulsó a Asia oriental hacia la economía
global y primero Japón, luego los Tigres Asiáticos y ahora China
subieron la escalera para quedar justo abajo de Estados Unidos y Europa.
Todavía le falta mucho por escalar. El británico
o estadounidense promedio gana 10 veces más que el chino promedio. Pero
China está avanzando.
Así que, ¿por qué le va a prestar China dinero a Europa en 2011?
Probablemente por las mismas razones que Europa le prestó a China en 1911: para mantener a sus mercados estables.
La Unión Europea es uno de los socios
comerciales más grandes de China y Pekín necesita que los europeos
puedan comprar sus productos.
Pero cuando los europeos le prestaron a China en
1911, consiguieron más que un mercado estable. También ganaron un grado
de control cada vez mayor de la economía china y, a través de ello,
sobre su política.
Desde la época de la antigua Roma, de hecho, los
poderes nacientes han dependido tanto de las finanzas como de las armas
para dominar a sus rivales.
¿Significa eso que Europa se suicidó al mandar a
Regling a Pekín? Nuevamente, podemos aprender mucho si revisamos lo que
pasó hace 100 años.
En 2011, solemos leer en los diarios que China
es un gigante económico corrupto y burdo, que está manipulando su moneda
y los mercados para ponerse a la altura de Occidente. En 1911, los
diarios británicos acusaban de lo mismo a Estados Unidos.
Y tenían razón. En cuestión de 50 años, EE.UU. había conquistado los mercados mundiales y los imperios europeos ya no existían.
Un desastre para Europa... ¿o quizás no?
En 2011, el europeo promedio vive 30 años más
que en 1911 y gana cinco veces más dinero. Europa es más libre de lo que
era en 1911 y no ha tenido una guerra grande en 66 años.
A fin de cuentas, el perder su supremacía y
convertirse en dependiente del capital estadounidense fue un buen
negocio para la Europa del siglo XX.
"Pereza y desidia"
¿Resultará la dependencia en capital chino en el siglo XXI igual de conveniente?
Nadie sabe, pero no parece muy prometedor.
Recientemente, Jin Liqun, el jefe de la junta supervisora del fondo
soberano chino le dijo a la cadena de TV al-Jazeera que Pekín sólo le
debe prestar a Europa si la Unión Europea se transforma.
"Si uno examina los problemas que aquejan a los
países europeos, son puramente resultado de los problemas acumulados de
una sociedad de bienestar gastada. Las leyes laborales inducen a la
pereza y desidia más que al trabajo duro".
Vivir bajo la hegemonía económica china probablemente será más difícil para Europa que bajo la estadounidense.
Entonces, ¿qué debe hacer? Volver a revisar la historia ofrece una respuesta.
Hace 150 años, más o menos en 1861, China y
Japón colapsaron cuando los barcos de guerra occidentales y sus
financieros se impusieron en Asia oriental. Ni China ni Japón podían
haber hecho nada para frenar el aumento de la riqueza y el poder de
Occidente. No obstante, la manera en la que reaccionaron ante tal
acontecimiento marcó la diferencia entre el triunfo y la tragedia.
Los gobernantes chinos pidieron muchos préstamos
del extranjero, despilfarraron el capital y cayeron en la dependencia.
Los gobernantes japoneses compraron tiempo, recaudaron cantidades
enormes de capital local y financiaron una revolución industrial nativa.
Para 1911, Japón era una gran potencia y China era el país pobre de
Asía.
Un siglo y medio más tarde, la UE enfrenta las
mismas alternativas. No hay nada que pueda hacer para frenar la emersión
de la riqueza y el poder oriental: en 100 años Asia será el centro
neurálgico de la economía mundial, pero cómo reacciona es muy
importante.
Europa debe elegir el camino de Japón. Tomará
trillones de euros contener la crisis y será inmensamente doloroso. Pero
la alternativa de hipotecar el futuro de Europa con préstamos chinos
puede ser peor.
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