Autor Fernando Rodríguez Céspedes
Comunicador de la Patria
La
violencia siempre es mala, independientemente de contra quien se ejerza. Pero
la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres, sin importar alegatos, tiene el agravante de la cobardía por la
indefensión de la víctima.
Cuando
un hombre tiene un enfrentamiento físico con otro, estamos retrocediendo a la
caverna al dejar de lado el diálogo y los medios legales que existen para resolver conflictos. No
obstante, es un choque entre iguales.
Por
eso, esta situación no es tan repudiable
como la agresión física o moral de un
hombre contra una mujer, independientemente de la relación que exista o que pudiera haber existido entre ellos y
las razones que se aleguen.
Acaba
de celebrarse, el pasado 25 de noviembre, el Día de la no Violencia contra la
Mujer con una serie de actividades que incluyeron marchas, conferencias,
recolección de firmas, editoriales y otras actividades.
Todas
reclamando o abogando porque cese la ola de violencia que se ha desatado en los
últimos meses contra las mujeres dominicanas y que ha alcanzado una cifra
superior a las de 200 víctimas mortales
en lo que va de año.
Hay
otra cifra de violencia contra la mujer mucho más alta, pero esa no se contabiliza
porque no llegan al asesinato aunque si al maltrato físico y moral, y se queda, muchas veces, entre las cuatro
paredes del hogar por vergüenza o temor.
Vergüenza
ante los familiares, conocidos o compañeros de trabajo. Temor a que el macho
abusador arrecie sus agresiones ante la denuncia o sometimiento a la justicia o
que deje sin manutención a la familia yéndose de la casa.
Esta es una
triste realidad en un país en el cual, por razones económicas, sociales, políticas y educacionales, la mujer, en u n alto porcentaje, depende del esposo o
compañero para la manutención de sus
hijos.
Pero
debieran pensar, que si por temor a que
sus hijos queden sin padre, no denuncia las agresiones, corren el riesgo de
perder la vida y dejar completamente
solos a sus descendientes, puesto que su verdugo, si no se suicida, va seguro a
la cárcel.
Es
difícil tomar decisiones como el divorcio o la separación, pero nuestra
historia está llena de ejemplos de madres solteras que han tenido el coraje de
levantar solas, familias que son ejemplos de superación y honestidad.
Por
eso, ante la posibilidad de ser víctima de su compañero sentimental, luego de
agotar los recursos necesarios para lograr entendimiento y respeto, es preferible
la adopción de la medida menos riesgosa, la denuncia y la separación.
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