"un trabajo bien remunerado" que lo trajo a Brasil hace cerca de tres años.
La promesa venía de un traficante de
inmigrantes, relata, pero apenas su autobús llegó desde Lima a Sao Paulo
entendió que lo habían engañado: lo dejaron frente a un hotel, para que
se las arreglase como podía sin hablar portugués ni conocer la gran
ciudad.
"Uno tiene que sacrificarse cuando es ilegal", comenta Claros.
En su nuevo destino vivió la explotación,
trabajando en la costura hasta 15 horas diarias, durmiendo poco. Pero al
final pudo regularizar sus papeles y encontró un empleo mejor con el
hilo y la aguja en Río de Janeiro.
Hace un año también llegó su esposa a Brasil y
ahora ambos sueñan con ahorrar suficiente dinero para volver algún día a
Perú, donde los esperan sus hijos.
Su historia es apenas una de las tantas que han
engrosado la lista de inmigrantes en los últimos años en Brasil: desde
los que llegan a probar suerte como él hasta los que traen títulos
universitarios, cada vez más extranjeros apuestan a trabajar en el
gigante sudamericano.
Sólo en la primera mitad de este año, la cifra
oficial de extranjeros que viven en Brasil en situación regular aumentó
52,5% para alcanzar 1.466.000 personas, en medio de un crecimiento
económico en el país que contrasta con la crisis del empleo en Europa y
Estados Unidos.
Sumado a la cantidad de brasileños que estaban
en el exterior y ahora regresan, el fenómeno ha volcado la balanza
inmigratoria del país a cifras positivas luego de dos décadas de saldos
negativos.
"Hay más gente entrando a Brasil que saliendo",
explica Helion Póvoa Neto, del núcleo de estudios migratorios de la
Universidad Federal de Río de Janeiro.
Aunque muchos extranjeros encuentran aquí las
oportunidades laborales que faltan en otros lados, a menudo Brasil
también está lejos de ser la tierra prometida de los inmigrantes, como
lo muestra la historia de Claros.
"Escasez de talentos"
El secretario brasileño de Justicia, Paulo
Abrão, cree que la tendencia migratoria hacia su país va a "permanecer
por un buen tiempo".
Inmigrantes
País | 2009 | 2011 |
Colombia | 6.181 | 18.925 |
Bolivia | 35.092 | 50.640 |
Paraguay | 11.229 | 17.604 |
Perú | 11.314 | 16.949 |
Fuente: Ministerio Brasileño de Justicia |
Abrão, cuya secretaría procesa los datos de
extranjeros en Brasil, apunta que el fenómeno responde a la expansión de
la economía local, que tiene una tasa de desempleo de 6%, bastante
menor que en países desarrollados.
Por un lado, eso atrajo "una mano de obra
extranjera altamente calificada, para trabajar en empresas y
universidades con tecnología e innovación", explica el funcionario a BBC
Mundo.
La falta de mano de obra calificada en Brasil
fue puesta en evidencia por un estudio de la consultoría RH
ManpowerGroup según el cual 14% de las empresas en el país debieron
buscar trabajadores en el exterior.
Eso incluye ingenieros, técnicos y gerentes que llegan desde países como Estados Unidos, Argentina, Alemania, Portugal y España.
"Seis de cada 10 empresarios brasileños se
enfrentan a una escasez de talentos", indicó el representante de
Manpower en Brasil, Riccardo Barberis, en un comunicado.
La industria petrolera es uno de los sectores de
la economía brasileña donde la necesidad de trabajadores calificados es
evidente tras el reciente descubrimiento de grandes yacimientos de
crudo en el Atlántico.
Ahí es donde proyecta su futuro laboral John
Hernández, un peruano que llegó hace más de tres años a Río de Janeiro
para hacer la maestría en ingeniería naval.
"Hay muchas oportunidades de trabajo aquí en el
área de petróleo", dice Hernández a BBC Mundo. "Por eso decidí hacer el
doctorado y posteriormente buscar una oportunidad de trabajo aquí".
"El Dorado"
Pero también hay otro perfil de inmigrantes en
Brasil más parecido al de Claros, sin títulos universitarios pero con
hambre de oportunidades laborales para mejorar económicamente.
Abrão dice que esa gente viene al país para
sustituir también parte de los trabajos que dejaron de hacer los 30
millones de brasileños que salieron de la pobreza y entraron a la clase
media en los últimos cuatro años.
"No deja de ser una demanda del país", comenta.
A su juicio, la proyección internacional que ha
ganado Brasil con mega eventos como el Mundial de fútbol 2014 y los
Juegos Olímpicos 2016 alienta la entrada de mano de obra extranjera.
Los datos de su cartera dicen que la mayoría de
los que entran a Brasil para residir con papeles provienen de Portugal,
Bolivia, China y Paraguay. Pero también aumentó la cantidad de
inmigrantes de otros países sudamericanos.
Grover Calderón, presidente de la Asociación
Nacional de Extranjeros e Inmigrantes en Brasil, sostiene que muchos de
los que llegan ven aquí "una especie de El Dorado: un lugar donde
encuentran por lo menos trabajo, vivienda, vestido y alimentación".
"Aquí en Sao Paulo, los hogares pudientes
prefieren empleadas domésticas latinas porque les sale más barato,
aceptan quedarse en las casas el período integral e incluso les enseñan
un idioma alternativo a los hijos", dice Calderón.
Sin embargo, los trabajos que realizan muchos
inmigrantes son muchas veces mal remunerados y bajo condiciones
ilegales, incluso degradantes.
Una señal de eso surgió en agosto cuando las
autoridades brasileñas descubrieron en Sao Paulo talleres clandestinos
de un proveedor de la marca española de ropa Zara con obreros bolivianos
y peruanos en condiciones similares a la esclavitud.
Los inmigrantes vivían en el taller, su libertad
estaba condicionada y trabajaban hasta 16 horas diarias por salarios
inferiores al mínimo. Entre la quincena de personas liberadas había una
adolescente de 14 años.
Sin papeles
"Seis de cada 10 empresarios brasileños se enfrentan a una escasez de talentos"
Riccardo Barberis, representante de Manpower en Brasil.
Brasil carece de estimaciones oficiales sobre
cuántos inmigrantes indocumentados hay en su territorio, pero el diario O
Globo informó en base a organizaciones no gubernamentales que la cifra
asciende a 600 mil.
El periódico indicó que si a ellos se suman los
que están en situación regular, el total de extranjeros en Brasil ya
supera a los dos millones de brasileños que viven en el exterior según
datos oficiales (la mitad que hace seis años).
Una señal de que Brasil mira de buena forma esa
llegada de extranjeros es el reconocimiento de Abrão de que ejercen "su
derecho humano a la migración, de búsqueda de nuevas oportunidades".
Esta actitud oficial también contrasta con los
mayores controles y obstáculos para la llegada de inmigrantes a Estados
Unidos y Europa.
Brasil firmó acuerdos con sus socios del
Mercosur (Argentina, Paraguay y Uruguay) así como con Chile, Perú,
Bolivia y Ecuador para admitir la entrada de ciudadanos de esos países
como residentes temporales por hasta dos años, recuerda el funcionario.
Los convenios, agrega, contemplan la posibilidad
de que al cabo de ese plazo se solicite una residencia permanente si se
cumplen determinados requisitos.
Además, en el año 2009 hubo una ley de amnistía para regularizar a extranjeros en situación irregular.
Pasado vs. futuro
Pero los expertos advierten que las exigencias
de esos acuerdos de regularización son tales que muchos quedan afuera. A
la ley de amnistía se acogieron unos 47 mil inmigrantes (40%
bolivianos), pero se estima que menos de la mitad han conseguido los
papeles definitivos hasta ahora.
La burocracia brasileña también está dando señales de estrés.
"Los procesos que antes en el Ministerio de
Trabajo demoraban un mes, últimamente están demorando tres o cuatro
meses", señala Calderón.
Abrão reconoce la necesidad de "adaptación de (las) estructuras burocráticas" para responder al mayor flujo de inmigrantes.
En el Congreso brasileño, explica, está en
trámite un nuevo estatuto de extranjeros y se prevé la creación de una
política nacional de inmigración.
Sin embargo, el proyecto de extranjería descansa
hace cerca de dos años en los despachos legislativos y es considerado
insuficiente por organizaciones defensoras de inmigrantes.
Brasil fue históricamente un país de
inmigrantes, pero en cierto modo este es uno de los ejemplos donde las
necesidades presentes del país chocan con su falta de planificación y un
pasado reciente distinto.
"(Brasil) se tornó un poco más abierto en los
últimos años", dice Póvoa Neto. "Pero la ley de inmigración viene de la
época de la dictadura, entonces dificulta mucho la regularización".
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