La
conocen como la dama de hierro del petróleo aunque detrás de su imagen
galvanizada existe una historia de renuncias que comenzó en una de las
favelas más pobres de Río de Janeiro. Graca Foster, la nueva presidenta
de Petrobras, el gigante petrolero de Brasil, se ha convertido en una de
las mujeres más poderosas del mundo, un camino que comenzó en su niñez
recogiendo cartones y latas.
"Siempre trabajé y estudié porque sabía que
tenía que hacerlo. Necesitaba sobrevivir y cuidar de mi madre", señaló
la ejecutiva en una entrevista para el diario brasileño Valor. Oriundas
del Estado de Minas Gerais, madre e hija se asentaron en el Morro do
Adeus de Río, un barrio erizado de favelas y problemas, huyendo de las
golpizas de su padre. Así creció, destinando parte de sus ganancias a
comprar libros escolares.
Ahora, Graca, tiene entre sus manos
US$ 225.000 millones de presupuesto para que la joya de la economía
brasileña, Petrobras, regrese a su senda de crecimiento. La compañía
pasó de ser la tercera petrolera del mundo en 2010 a la quinta el año
pasado.
La petrolera, no obstante, un robusto emporio
ubicado en el puesto 34 de las 500 principales empresas de Fortune,
aspira a convertirse en uno de los mayores proveedores mundiales de
petróleo, capitalizando las reservas que se encuentran frente a la costa
brasileña.
Técnica
Foster dice que está dispuesta a morir por la
compañía, lo ha subrayado a los medios. Lleva 32 años en la firma, toda
su vida laboral. Comenzó como becaria en Petrobras después de graduarse
como Ingeniera Química en la Universidad Federal Fluminense.
Este jueves la junta de accionistas oficializará su nombramiento con la certeza de ir por el buen camino.
"Cuando anunciaron su candidatura para
reemplazar a José Sergio Gabrielli, el precio de las acciones subió. Eso
indica que el mercado aprueba su nombramiento en primer lugar porque
tiene un perfil más técnico, toda su vida ha trabajado en Petrobras y es
amiga de la presidenta Dilma Rousseff", declaró a la BBC el consultor
Adriano Pires.
"Su principal desafío", agrega, "será equilibrar
las decisiones políticas y técnicas. Muchas de las decisiones de
Gabrielli eran de carácter político provocando que las acciones de
Petrobras descendieran".
Amiga de Dilma Rousseff
Foster fue sugerida para el puesto por la
presidenta de Brasil. Se conocieron en 1998 y unos años después, cuando
Rousseff fue elegida para estar al frente del Ministerio de Minas y
Energía, le pidió a Graca que fuera su secretaria de petróleo, gas y
energías renovables.
"Siempre trabajé y estudié porque sabía que tenía que hacerlo. Necesitaba sobrevivir y cuidar de mi madre"
Graca Foster, nueva presidenta de Petrobras
"Ambas tienen la reputación de ser obstinadas y
buenas gestoras. Foster es muy trabajadora y le gusta que las cosas se
hagan bien. No es una persona que perdona fácilmente los errores, en ese
sentido se parece a Dilma", detalló a la BBC John Forman, ex director
de la Agencia Brasileña de Petróleo.
Antes de su candidatura, Foster dirigía la
división de Gas y Energía de Petrobras donde desarrolló programas de
combustibles biodiesel y promovió la construcción de plantas de energía a
gas. Bajo su gestión, la división pasó de tener un déficit de US$ 760
millones en 2007 a ganar US$ 1.700 millones el año pasado.
De la pobreza a un mar de petróleo
El día que anunciaron su candidatura, frente a
la presidenta Dilma Rousseff y varios ministros, Graca enseñó su carné
de empresa. "Hace más de 30 años que andamos juntos. Aquí, todos los
días", detallaba la ejecutiva en medio de aplausos.
Su reto como presidenta es que Petrobras retome
su senda de crecimiento. Ella está dispuesta de sumergirse de lleno a
pesar, incluso de su familia.
Tienen dos hijos y un nieto que suelen acompañarla a la oficina y que entienden que desde hace años tiene otra familia.
"Mi vida privada se adapta a Petrobras, no al revés. Mi familia me anima y me apoya", subraya Foster.
Si desde la cima del Morro do Adeus, rodeado de
un mar de miseria, veía un futuro, ahora, desde la cima de la principal
compañía de su país, ve el mar de petróleo (más de 50.000 millones de
barriles) que está enterrado debajo de una gruesa capa de sal frente a
las costas de Río de Janeiro.
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