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lunes, 16 de enero de 2012

Una herida en la costa toscana

Costa Concordia
La silueta del barco permanecerá meses, quizás años, al frente de la isla de Giglio.
El periodista de la BBC Matthew Price, describe desde la isla de Giglio el ambiente que se vive tras el hundimiento del barco Costa Concordia.


Uno de los dos buzos levanta su martillo y golpea con fuerza la ventana de la embarcación.
Levanta la mano otra vez, tan alto como le es posible, mientras se balancea en el agua fría. Una vez más, lo hace bajar rápidamente, pero la ventana no cede.

El vidrio solía estar varias cubiertas por encima de la línea de agua. Ahora está casi por completo sumergido bajo el mar.

Si se rompre podria ser otra vía de entrada, otra manera de llegar a los sobrevivientes.
Desde el ferry, cuando te aproximas a él, puedes ver desde lejos al Costa Concordia. Su casco blanco brilla al sol, contrastando con el verde oliva de las montañas de la costa de la italiana Isla de Giglio.

Se asemeja a una plataforma gigante anclada frente a la costa. Pero al acercarte, la imagen es cada vez menos real, menos verosímil: el casco del crucero de lujo, rajado, casi violado, a pocos metros del viejo puerto, con su paseo de casas amarillas y azules en tonos color pastel.

Al mirar hacia arriba se ve el puente de mando, desde donde el capitán y sus oficiales han debido tener una vista clara del desastre que estaba a punto de ocurrirles. De la magnitud de la tragedia que se les venía encima.

Herida de metal

Helicóptero de rescate
Las labores de rescate siguen.
Un tercio de las ventanas del barco ahora se adentran en el agua formando un ángulo agudo. Todo parece patas arriba.

Hay una gran raja a lo largo del casco del Costa Concordia, la marca dejada por las rocas escondidas bajo el agua al rasgar al crucero italiano.

Incluso una de las rocas está todavía atascada con firmeza en la herida de metal retorcido por donde el agua inundó la embarcación.

Un helicóptero vuela por encima del barco, se suspende un instante en el aire y dos rescatistas más bajan a lo que solía ser uno de los laterales de la nave. Ahora es su cubierta superior, con una suave pendiente.
Allí un grupo tira con fuerza una cuerda que cuelga hacia el interior.

En el otro extremo se encuentra un  sobreviviente, que finalmente puede ser retirado y trasladado al hospital con una pierna rota. Muchos de los rescatistas son de la isla, voluntarios que no han dudado en ofrecer su ayuda. 

Hombres como Mauro Pretti, quien normalmente se desempeña como guía turístico en esta hermosa sección de la costa toscana, pero que hoy trabaja sin descanso, día y noche, para ayudar a los guardacostas.

Ruta del crucero y lugar donde encalló

Gráfico
Haga clic para ver el gráfico con más detalle
En este mapa es posible observar la ruta prevista del crucero y el lugar donde encallar
Cuando el barco encalló, fue uno de los testigos de la impresionante escena, observando cómo se rompía el casco y luego presenciando cómo se hundió.

"La gente abrió la escuela, la iglesia y sus casas para ayudar a los pasajeros", dice.
El barco se ha convertido en una atracción para muchos de los que viven en esta pequeña y unida comunidad.

En tierra, y bajando por la ladera hacia el buque siniestrado, un grupo se detiene un momento para recuperar el aliento.

"Es un desastre para nosotros, es increíble lo que pasó", dice una mujer.

Isla con cicatrices

Desde el promontorio rocoso, la nave está a pocos metros de distancia. La línea de fondo de la pista de tenis ubicada en la cubierta superior al aire libre, ahora está al nivel donde el agua chapotea alrededor del barco.
Una mesa y un disco receptor de satélite flotan alrededor.
Chimenea del barco
Al acercarte, la imagen es cada vez menos real, menos verosímil, asegura Matthew Price, de la BBC.
Sillas reclinables se encuentran amontonadas contra una pared tras deslizarse por la cubierta.
Y es posible mirar hacia dentro de la enorme chimenea amarilla que una vez se alzaba con orgullo sobre el barco.

Los esfuezos de rescate continúan. El hombre a cargo, Francesco Paola Tronca, dice que es "muy difícil y sensible. Tenemos la misma gente que trabajó en (el terremoto de) L'Aquila".

Cada vez hay más probabilidades de que la cifra de muertos aumente, tal vez incluso llegue hasta 20.
Pero teniendo en cuenta que más de 4.200 personas estaban a bordo, y que muchos de los sobrevivientes se han quejado de que, en lo que a ellos respecta, la tripulación no estaba preparada para un desastre, es quizás un número notable.

Por mucho tiempo más esta pequeña isla quedará marcada, así como las víctimas y sus familias.
Durante meses, incluso años, el panorama aquí estará dominado por la silueta ladeada de este crucero de lujo, que poco a poco se irá asentando en el lecho marino.

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