Dice que mató a 255 personas en Irak y que no se arrepiente.
"La leyenda", "el exterminador" y "el diablo de
Ramadi" son sólo algunos de los apodos por los que se conoce al
francotirador estadounidense Chris Kyle.
Entre 1999 y 2009, el entonces
oficial del pelotón Charly, tercer grupo de la fuerza de élite
estadounidense conocida como Navy SEALs, se ganó la reputación de ser el
francotirador más letal en toda la historia del grupo.
"Me gustó lo que hice. Todavía me gusta. Si las circunstancias fuesen diferentes -si mi familia no me necesitase- volvería en un abrir y cerrar de ojos"
Chris Kyle, francotirador de SEALs
Oficialmente se le adjudican 150 víctimas, una
cifra que supera el récord anterior, de 109, alcanzado por un
francotirador durante la Guerra de Vietnam.
Pero Kyle afirma que el número es mayor. Sólo en
su segunda batalla en Fallujah, a finales de 2004, dice haber dado
muerte a 40 enemigos.
En "American Sniper", un libro publicado
recientemente en EE.UU. por la editorial HarperCollins, Kyle relata con
lujo de detalles el trabajo que desempeñó como combatiente en Irak.
"Me gustó lo que hice. Todavía me gusta. Si las
circunstancias fuesen diferentes -si mi familia no me necesitase-
volvería en un abrir y cerrar de ojos", escribe.
Conciencia tranquila
La narrativa es clara, cruda, como la definió un
crítico literario estadounidense, y deja ver la compleja y tensa
psicología de guerra.
Kyle cuenta cómo a lo largo de su carrera dejó de dudar al enfrentarse a su víctimas y mejoró su trabajo bajo el fuego cruzado.
Su compañía, Charly, fue una de las primeras en
desembarcar en la península de al-Faw, al inicio de la llamada Operación
Libertad, iniciada el 20 de marzo de 2003, por el entonces presidente
de EE.UU., George W. Bush.
A fines de ese mes, en un pequeño poblado de la
región de Nasiriya, los oficiales de SEALs aguardaban la llegada de los
infantes de marina. Kyle y otros soldados vigilaban el operativo desde
lo alto de un edificio.
Todos los vecinos se encerraron en sus casas, a
mirar por las ventanas. Todos menos una mujer y unos pocos niños que
merodeaban por la calle.
"Mis balas salvaron a varios estadounidenses cuyas vidas valían claramente mucho más que la de aquella mujer de alma retorcida"
Chris Kyle, francotirador de SEALs
Cuando los infantes se acercaron, la mujer les lanzó un objeto amarillento que tenía guardado en su bolsa.
¡Es una granada! ¡Una granada china!, gritó el jefe de Kyle. ¡Dispara!
Al verlo titubear, el jefe repitió: ¡dispara!
Kyle apretó el gatillo dos veces, la "primera y
única vez" que mató a una persona en Irak que no fuese un hombre ni un
combatiente.
"Era mi deber. No me arrepiento", escribe. "Mis
balas salvaron a varios estadounidenses cuyas vidas valían claramente
mucho más que la de aquella mujer de alma retorcida".
"Puedo enfrentarme a Dios con la conciencia tranquila en relación a mi trabajo".
Odio
Este estadounidense de Texas, que aprendió a
usar un arma de pequeño, se convirtió en un virtuoso cumpliendo una de
las funciones más controvertidas en los conflictos armados.
En la Segunda Guerra Mundial, los
francotiradores de élite eran considerados asesinos en serie. En las
guerras contemporáneas, donde se valora la precisión, estos
especialistas ganaron un estátus especial.
Kyle se enorgullece de haber matado a un hombre a
una distancia de 2.100 metros, en Ciudad Sadr, un distrito en los
suburbios de Bagdad, en 2008.
"El número no es importante para mí. Me hubiese gustado haber matado más gente. No para presumir, sino porque creo que el mundo es un lugar mejor sin salvajes que atenten contra la vida de estadounidenses"
Chris Kyle, francotirador de SEALs
Los asesinatos a tiros cometidos por sociópatas o
psicópatas -como el caso del noruego que mató a 69 jóvenes en la isla
de Utoeya- refuerzan la imagen fría de estos profesionales.
Kyle, por su parte, explica el odio por "el enemigo" que se fue acrecentando durante sus viajes a Irak.
"Odio profundamente el mal que había dentro de
esa mujer", dice Kyle en referencia a su primera víctima de sexo
femenino. "La odio hasta el día de hoy".
Los cuatro viajes de Kyle le dieron prestigio y
fama. Los insurgentes iraquíes lo bautizaron al-Shaitan (el diablo) y
ofrecen una recompensa por su cabeza.
Pero el militar no le da importancia a la fama
que obtuvo como el "francotirador más eficiente en las historia de las
fuerzas de élite".
"El número no es importante para mí. Me hubiese
gustado haber matado más gente. No para presumir, sino porque creo que
el mundo es un lugar mejor sin salvajes que atenten contra la vida de
estadounidenses".
Retirado de sus funciones desde 2009, Kyle vive
ahora en Texas, donde dirige una empresa que entrena a francotiradores
de élite de las Fuerzas Armadas Estadounidenses.
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