El mundo digital está estremecido con los eventos que se están
desarrollando esta semana, hasta el punto de que ya se habla de una
posible "guerra mundial de internet".
El miércoles, Wikipedia y otros sitios decidieron ponerle un velo a
sus páginas en señal de protesta por dos controversiales proyectos de
ley en Estados Unidos.
El jueves, el Departamento de Justicia anunció el cierre de la página de intercambio de archivos Megaupload.
Y el viernes, como represalia por esto último, activistas virtuales
del grupo Anonymous atacaron páginas pertenecientes a las autoridades de
Estados Unidos, disqueras y otros defensores de un ataque a la
piratería.
El Congreso de Estados Unidos decidió entonces detener el
debate sobre los dos proyectos de ley (SOPA y PIPA).
Ante esta situación, la BBC decidió pedirles a varios expertos de
diferentes tendencias que analicen los eventos y, sobre todo, que
respondan a la siguiente pregunta: ¿Y ahora qué viene?
Los ataques de los hackers contra el FBI, el Departamento de Justicia
y la industria creativa, sumados a las recientes protestas por algunas
compañías tecnológicas contra nuevas leyes antipiratería, han dejado
entrever algunos de los secretos sucios de la economía de la piratería
en internet.
Anonymous acusa a gobiernos y a la comunidad creativa de ser
"tiranos" por tratar de evitar que roben el trabajo de otras personas.
Esto ilustra el extremismo de buena parte del movimiento que está en
contra de los derechos de autor.
No sólo está moralmente mal justificar que se tome el trabajo de
otras personas a cambio de nada, sino que además ignora la simple verdad
de que todo lo que tiene algún valor, incluyendo el entretenimiento,
necesita tiempo y dinero para ser creado.
Uno esperaría que estas
visiones ingenuas tengan poca influencia pública. Pero tienen unos
aliados muy poderosos.
Bajo el disfraz de que están peleando por su visión de una "internet
abierta", algunos monstruos de Silicon Valley lanzaron una campaña de
alto perfil para oponerse a nuevas leyes de Estados Unidos que buscan
combatir importantes páginas piratas.
Como un truco publicitario para esta campaña, Wikipedia cerró por un
día y Google "censuró" su Doodle, pidiéndoles a sus usuarios que se
opusieran a la legislación.
Estas grandes corporaciones argumentan que restringir el acceso a
algunas páginas piratas masivas equivale a una censura de la libertad de
expresión al estilo chino y "romperá la internet", ignorando que otros
tipos de sitios ilegales son bloqueados de manera rutinaria y que las
personas siempre tendrán la libertad de expresar sus puntos de vista a
través de las millones de páginas perfectamente legales que no violan
los derechos de autor.
¿Pero está motivada la oposición de la comunidad tecnológica a tratar
de resolver la piratería por principios? ¿O por las ganancias?
Muchos consumidores ven el robo digital como un tipo de crimen sin
víctimas. Los músicos y las estrellas de cine tienen montones de dinero,
¿cierto?
De hecho, la mayoría de los músicos ganan menos que el salario
promedio nacional y todos los que trabajan en el sector creativo, desde
los llamados roadies (quienes transportan y montan el equipo de un grupo
musical en gira) hasta los ingenieros de audio, se ven afectados
negativamente por la piratería.
Pero resulta que el dinero que ahorran quienes bajan música, libros o
películas gratis está cayendo silenciosamente en manos de grandes
corporaciones tecnológicas.
"Si queremos una economía digital que funcione, los grandes jugadores
en la internet tienen que deshacerse de su adicción al dinero que llega
de la piratería. Como Steve Jobs, tienen que demostrar que valoran la
creatividad de otras personas tanto como la creatividad propia."
Servicios de hosting o alojamiento en línea les pagan a los usuarios
para que suban a la red los archivos más populares y cobran por
garantizar una descarga más rápida.
Gigantes de las búsquedas ganan miles de millones por concepto de la
publicidad en línea, y las búsquedas sobre películas y música ilegal
gratis son un gran generador de tráfico.
Los proveedores de banda ancha les cobran a sus usuarios por todo el ancho de banda extra que consuman bajando material gratis.
La industria de publicidad en internet gana comisiones de la
publicidad en sitios piratas y algunas marcas llegan a una gran
audiencia de manera barata.
Esta es la economía pirata escondida de internet.
Buena parte de las compañías de internet que se benefician de esto
aseguran de manera rutinaria que no apoyan la piratería. Puede que sean
sinceros. Pero al mismo tiempo se oponen de manera sistemática a
cualquier medida nueva para enfrentarse a ella y no ofrecen ninguna
alternativa efectiva propia.
A largo plazo, esta no puede ser la manera de proceder.
El exdirector de Apple, el fallecido Steve Jobs, entendió que las
industrias creativa y tecnológica deberían ser socias y que los
consumidores se benefician de un mejor servicio de calidad como
resultado. Spotify y otros han decidido tomar la batuta y hay ejemplos
nuevos que son bienvenidos, como Google y algunos proveedores de
servicios de internet que están lanzando sus propios servicios digitales
de música.
Pero si queremos una economía digital que funcione, los grandes
jugadores en la internet tienen que deshacerse de su adicción al dinero
que llega de la piratería. Como Steve Jobs, tienen que demostrar que
valoran la creatividad de otras personas tanto como la creatividad
propia.
Geoff Taylor es el director de British Recorded Music Industry (BPI),
el órgano comercial que representa la industria discográfica británica.
UN APUNTE
El inicio
El enfrentamiento entre las agencias de investigaciones y los
gobiernos con ciberjaqueadores se ha desatado por los reclamos de uso
libre de música, películas y creatividades.BBC Mundo
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