Autor Tiberio Castellanos
Desde Miami
Según me dicen, los Papas han bregado con bárbaros desde hace mucho
tiempo. Y lo siguen haciendo todavía. Me cuenta mi amigo Alberto
Pardiño, que el Papa León III, León el Grande, salió de Roma en un
burrito a recibir al bárbaro Atila ("Donde pisa mi caballo no vuelve a
nacer la yerba"), que venía hacia la ciudad con sus feroces Hunos, que
conferenció con éste,y que el bárbaro Atila decidió seguir rumbo a
Hungría y no entrar a saco en Roma. Y, por lo menos esta vez, la ciudad
de Roma se salvó de la visita de los bárbaros.
De entonces acá, es decir, desde Atila hasta
Raúl Castro, los Papas de Roma han tenido que reunirse o visitar muchos y
diferentes caudillos, dictadores, presidentes, reyes, emperadores, etc.
y, lo que no entiende mucha gente que no conoce la verdadera misión de
la Iglesia de Cristo, el Papa sigue ahí, y la Iglesia sigue ahí, porque
"Las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella".
El gran Napoleón, magnifico y soberbio, como
vemos en un cuadro del gran pintor Jean Jaques Louis, le arrebató al
Papa la corona y se la puso él mismo, en aquella ceremonia en la
catedral, cuando se proclamó Emperador.
Un poco después el Papa lo
excomulgó. Y no puedo precisar ahora si por aquello solamente o si
también por alguna otra travesura del Gran Corso.
Con la misma magnificiencia y soberbia, Napoleón
replicó: -La excomunión no hará que se les caigan los fusiles de las
manos a mis soldados-. Y, precisamente, eso fue lo que ocurrió en
Rusia: los soldados del gran Napoleón en retirada, y abatidos más por el
duro invierno ruso que por los soldados enemigos, corrían en desbandada
soltando los fusiles.
Se cuenta que reunidos en Yalta, durante la
Segunda Guerra Mundial, Churchill, Stalin y Roosevelt,
Churchill mencionó al Papa y a la Iglesia Católica entre los recursos
con que contaban, en su lucha contra el Nazismo, los Aliados. Ese
bárbaro y asesino que fué el Gran Stalin, cantado por Neruda y otros
poetas, preguntó: ¿Y cuántas divisiones tiene el Papa?.
Nunca he sabido cual fue la respuesta de Churchil.
En cuanto a Roosevelt, posiblemente tuvo para el georgiano una sonrisa
comprensiva. !Que él fue para éste bárbaro muy comprensivo!.
Menos de un siglo después, y según dicen
algunos, la "divisiones" de Juan Pablo Segundo, junto a Ronald Reagan y
la computadora, limpiaron a Europa de los sucesores de Stalin.
Algunos ignoran que lo único que el Papa exige
para visitar una nación, es que sea invitado allí por los obispos de ese
pais y por el gobierno de la nación, sin que entre en juego que el jefe
de estado de alli, sea cristiano o musulmán, o dictador o demócrata o
que sencillamente sea un bárbaro como Atila.
Un abrazo.
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