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viernes, 13 de enero de 2012

El Obispo de Roma: Desde Atila hasta los viejos Castro.‏

 Autor Tiberio Castellanos 
Desde Miami

Según me dicen, los Papas han bregado con bárbaros desde hace mucho tiempo. Y lo siguen haciendo todavía. Me cuenta mi amigo Alberto Pardiño, que el Papa León III, León el Grande, salió de Roma en un burrito a recibir al bárbaro Atila ("Donde pisa mi caballo no vuelve a nacer la yerba"), que venía hacia la ciudad con sus feroces Hunos, que conferenció con éste,y que el bárbaro Atila decidió seguir rumbo a Hungría y no entrar a saco en Roma. Y, por lo menos esta vez, la ciudad de Roma se salvó de la visita de los bárbaros. 

  
   De entonces acá, es decir, desde Atila hasta Raúl Castro, los Papas de Roma han tenido que reunirse o visitar muchos y diferentes caudillos, dictadores, presidentes, reyes, emperadores, etc. y, lo que no entiende mucha gente que no conoce la verdadera misión de la Iglesia de Cristo, el Papa sigue ahí, y la Iglesia sigue ahí, porque "Las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella".
 
     El gran Napoleón, magnifico y soberbio, como vemos en un cuadro del gran pintor Jean Jaques Louis, le arrebató al Papa la corona y se la puso él mismo, en aquella ceremonia en la catedral, cuando se proclamó Emperador.
 
Un poco después el Papa lo excomulgó. Y no puedo precisar ahora si por aquello solamente o si también por alguna otra travesura del Gran Corso.
 
Con la misma magnificiencia y soberbia, Napoleón replicó: -La excomunión no hará que se les caigan los fusiles de las manos a mis soldados-. Y, precisamente, eso fue lo que  ocurrió en Rusia: los soldados del gran Napoleón en retirada, y abatidos más por el duro invierno ruso que por los soldados enemigos, corrían en desbandada soltando los fusiles.
 
    Se cuenta que reunidos en Yalta, durante la Segunda Guerra Mundial, Churchill, Stalin y Roosevelt, Churchill  mencionó al Papa y a la Iglesia Católica entre los recursos con que contaban, en su lucha contra el Nazismo, los Aliados. Ese bárbaro y asesino que fué el Gran Stalin, cantado por Neruda y otros poetas, preguntó: ¿Y cuántas divisiones tiene el Papa?.
 
Nunca he sabido cual fue la respuesta de Churchil. En cuanto a Roosevelt, posiblemente tuvo para el georgiano una sonrisa comprensiva. !Que él fue para éste bárbaro muy comprensivo!.
 
     Menos de un siglo después, y según dicen algunos, la "divisiones" de Juan Pablo Segundo, junto a Ronald Reagan y la computadora, limpiaron a Europa de los sucesores de Stalin.
 
     Algunos ignoran que lo único que el Papa exige para visitar una nación, es que sea invitado allí por los obispos de ese pais y por el gobierno de la nación, sin que entre en juego que el jefe de estado de alli, sea cristiano o musulmán, o dictador o demócrata o que sencillamente sea un bárbaro como Atila.       
     Un abrazo.


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