Autor Tiberio Castellanos
Comunicador dominicano residente en Miami
Es
que ahora estoy, por así decirlo, repasando mis recuerdos. Y eso es
parte de lo que alguien me ha recomendado como disciplina mental:
repasar y actualizar viejos recuerdos e informaciones... y aprender algo
nuevo cada día. Así, el Alemán tendrá que intentar con otro viejo, no
conmigo.
He vuelto al tema de La Guerra Civil
Española. Todavía no habia yo cumplido diez años cuando comenzó esta
horrible tragedia fratricida.
En el Pimentel de mi infancia tenía mucha
presencia un grupo de comerciantes españoles, socios del Club Pimentel y
que también se daban sus tragos, con otra gente del pueblo, como hacen a
veces políticos y comerciantes.
Y no era muy extraño que uno de
ellos, después de algunos tragos, gritara aquello de !Viva La Pepa! que
yo tardé muchos años para saber que eso tenia que ver con aquella
Constitución de Cádiz, nacida el dia de San José y que no era la
vulgaridad que aparentaba ser.
Uno de estos españoles, Manolo Trigo,
novio de mi hermana Estela, trajo a la victrola de casa el Himno de
Falange, -Cara al sol con la camisa nueva, que tu bordaste en rojo
ayer-. Y a mi, a tan corta edad, me impresionaban casi violentamente
aquellos versos:-Odiaré la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver-.
Y en aquel pueblito entonces sólo en
contacto con el resto del mundo por el tren que venia de Sánchez o La
Vega, se comentaban en las esquinas las noticias de la guerra: que el
Frente del Ebro, que las hábiles arengas radiofónicas de Queipo de Llano
y que si la Batalla de Madrid. Y de esto último, los más maliciosos
hacían un chiste casi pornografico: ¿En que se parece Madrid a una
muchacha? y no se si lo recuerdo mal, pero luego decían: -que si entra
Franco sale Miaja-.
Pues ahora estoy repasando esos
recuerdos en un texto de Ricardo de la Cierva. Y veo que fueron
indispensables para el triunfo de Franco, los aportes de dos grupos de
milicianos, guerreros muy altamente motivados, con ideologías y metas no
muy semejantes, los Falangistas y los Requetés, a los que Franco, no
sin poca fuerza y maña, integró junto con los militares en una fuerza
única, disciplinada y eficiente.
Los Requetés, fuertes principalmente en
Navarra, eran los restos de los Carlistas, que pelearon tres guerras
para imponer su candidato a la corona de España. Pues bien, este Duque
de Cadiz, casado con Carmen Martinez Bordiú, nieta de Franco, era
quizás, el último Principe Carlista aspirante a la Corona de España.
Y
estuvo, según dicen, siendo estudiado por El Caudillo, en los años
sesenta, para futuro Rey. Luego que Franco se decidió por su primo Juan
Carlos en 1969 él fue nombrado Embajador en Suecia, donde estuvo hasta
el año 1978.
Allí conoció a Carmen Martinez-Bordiú con quien se casó en
1972. Uno o dos años despues, la pareja visitó Santo Domingo. Estuvieron
en la Biblioteca Nacional donde Pedro Gil Iturbides, muy
criollamente, les brindó Mabí Seibano.
Lamentablemente, la elegante y
noble pareja se deshizo unos años más
tarde. Y poco después, la muerte anduvo cortejando a uno y otra.
Yo
confío, que la mala suerte que persiguió a ambos, nadie quiera
atribuirla a ese agradable producto del bejuco de indio, que un día le
brindamos a ellos en la Biblioteca Nacional Dominicana.
Un abrazo.
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