El capitán del Costa Concordia, Francesco Schettino (izquierda) y el capitán del puerto de Livorno Gregorio De Falco. |
"Suba
a bordo. ¡Es una orden!. Usted abandonó la nave, ahora mando yo. ¡Suba a
bordo! ¿Está claro? ¿Me oye?", le reclamaba por radio el capitán
Gregorio De Falco a Francesco Schettino, el capitán del Costa Concordia,
mientras éste miraba desde tierra el hundimiento del barco.
La dramática conversación de ambos capitanes que
se filtró a los medios, no sólo destapó los extremos de la tragedia del
crucero sino que abrió un debate nacional en Italia. Para los medios
italianos y sectores de la sociedad, ambos capitanes, héroe y villano,
reflejan dos caras del país.
Un juez ordenó este miércoles arresto domiciliario para Schettino.
"De Falco, el capitán modelo", titulaba el Corriere della Sera.
"Él es la verdadera Italia", acuñaba La Repubblica mientras en redes
sociales como Twitter o Facebook se leían mensajes como: "Gracias a Dios
que por cada Schettino que hay en Italia hay un De Falco".
Hasta la frase del comandante del puerto de Livorno, "Vada a bordo, Cazzo! (¡Suba a bordo, carajo!), ha comenzado imprimirse en camisas.
Imagen satelital del naufragio
Vista del crucero que encalló en
la costa de la isla de Giglio, en Italia, el pasado 13 de enero. La foto
fue tomada el 17 de enero.
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De Falco, responsable de la capitanía del puerto
Livorno, es un respetado marinero que ante la avalancha de
calificativos de héroe ha preferido guardar discreción. "No soy un
héroe. Mi voz era la voz de todos los marineros, la voz del mar, que
exige respeto y no tolera errores", comentó el comandante después de que
se filtrara la conversación este lunes.
Para entonces Schettino ya estaba arrestado y la
cifra de muertos ascendía a once. Desde el choque del Costa Concordia
contra un arrecife de la isla de Giglio el pasado fin de semana, las
actuaciones del capitán se han ido desvelando poco a poco.
La evacuación de los 4.300 pasajeros del crucero se ordenó una hora después.
La conversación de dos capitanes
"Estoy aquí, en frente (del barco). Estoy aquí
para coordinar el rescate", le dice Schettino a un De Falco que explota
de ira: "¿Qué está haciendo qué? Suba a bordo. ¡Es una orden!". "Yo
quiero subir pero la lancha de rescate se paró. ¿Se da cuenta que está
oscuro y no se ve nada?", balbucea Schettino más adelante.
"Lo preocupante es que gente como mi marido, personas que simplemente hacen su trabajo todos los días en este país se conviertan en ídolos o héroes"
Esposa del capitán Gregorio De Falco
Schettino, marinero de la misma región de De
Falco, se enfrenta a posibles cargos de homicidio, responsabilidad del
naufragio y abandono del buque.
A la mañana siguiente del choque del crucero
llamó a su madre Rosa de 80 años que vive en Nápoles para contarle lo
que había pasado, señala su hermana en el diario napolitano Il Mattino.
"Le dijo que había sido un desastre, que él
había tratado de salvar a tantos pasajeros como había sido posible y que
no se preocupara porque todo había terminado", detalla.
Rafaela, la esposa del capitán Gregorio De Falco, califica de indigna la actuación de Schettino.
"Pero lo preocupante es que gente como mi
marido, personas que simplemente hacen su trabajo todos los días en este
país se conviertan en ídolos o héroes", declaró al Corriere della Sera.
Marinos de la misma región
La conversación entre De Falco y de Schettino
que han escuchado millones de italianos, no sólo los ha transformado en
héroe y villano sino que ha avivado las contradicciones, las divisiones
del país, el norte próspero y el sur pobre (la tragedia ocurrió en el
sur de Italia).
"Una de las cosas que más nos ha ofendido es que
Schettino y mi esposo son la de misma región de Campani, del sur. Hay
tantos De Falco como Schettinos que merecen y que no merecen la etiqueta
de marineros", subraya.
Rafaela detalla que su esposo apenas ha podido
dormir y que ha llorado ante la impotencia de no haber podido hacer nada
por las víctimas.
De Falco, aficionado a las nuevas tecnologías, a
montar en bicicleta y a salir a recorrer Europa en una caravana
familiar, describió la conversación con Schettino en una frase: "En el
tono de su voz sabía que estaba mintiendo".
Schettino no ocultaba su temor al mar, a pesar de los más de 50 travesías al año que tenía que hacer con el Costa Concordia.
"No me gustaría ser el capitán del Titanic,
obligado a navegar entre icebergs", le dijo a un reportero del diario
checo Dnes en 2010 para un especial sobre cruceros de última tecnología.
"Pero creo que con la preparación adecuada cualquier situación se puede superar", agregó.
"Las tragedias se olvidan"
Cuando se le preguntó si la película Titanic
(1997) había desalentado a la gente de ir en un crucero, su respuesta
fue: "Por suerte, la gente se olvida rápidamente de las tragedias. Es
como los accidentes de avión. Todo el mundo piensa que no le puede pasar
a ellos", señaló.
Mientras las acusaciones contra contra Schettino
aumentan, algunos han salido en su defensa. En Facebook se ha creado
una página que defiende su inocencia con más de 2.500 seguidores.
De Falco, por su parte, ha prometido "no descansar hasta que aclare todo lo sucedido".
Héroe y villano, Italia se mira en la actuación de ambos capitanes en la tragedia.
El escritor y columnista Beppe Severgnini ha puesto el dedo en llaga en el debate.
"De Falco sólo hizo su trabajo. Y si la normalidad se ha convertido en algo heroico, Italia está en problemas", puntualizó.
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