Una medida que prohíbe a "nanas" y trabajadores
caminar en un exclusivo condominio desató un gran debate respecto de
cuán inclusivo es el país.
Un exclusivo barrio ubicado en la zona norte de
Santiago de Chile se convirtió en ícono del debate sobre la
discriminación en el país, luego de conocerse algunas medidas contra las
"nanas" o asesoras del hogar que según muchos analistas rayan en lo
anacrónico.
Chicureo
es el sector que ha estado en el centro de las críticas. Primero por el
reglamento de un club de golf que instaba a los socios a preocuparse de
que sus empleadas domésticas no circularan sin un uniforme que las
identificara como tales.
Y luego porque las normas internas de un
condominio impedían el ingreso y salida a pie de "nanas", jardineros y
obreros, para evitar que hablaran entre sí y entregaran datos sobre los
hogares que pudieran ser usados por delincuentes para perpetrar robos en
el lugar.
A juicio del sociólogo Carlos Livacic, académico
de la Universidad Central, estas medidas dan cuenta de una
característica del país, que en su interna mantiene prácticas "propias
de los períodos de esclavitud, donde se promueven los ciudadanos de
primera y segunda categoría".
"Es el fiel reflejo de la sociedad chilena hasta
el día de hoy. Si bien tiene un discurso abierto, inclusivo y
participativo, en lo más interno de la genética nuestra no ha cambiado
mucho la dinámica clasista, sectaria y segregadora de la población",
dijo a BBC Mundo.
El debate sobre la discriminación se instaló en
Chile, que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE) es uno de los países más desiguales del grupo en
cuanto a distribución de la riqueza, con una proporción de 25 a 1 entre
los que ganan más y los que ganan menos.
El video de la polémica
Las medidas contra las "nanas" generaron
reacciones a todo nivel, incluido el gobierno de centro derecha de
Sebastián Piñera, pero fue un video de una habitante del exclusivo
condominio defendiendo estas normas el que hizo arder las redes
sociales, con un "linchamiento virtual" de la aludida.
¿Te imaginai acá en el condominio todas
las nanas caminando para afuera, todos los obreros caminando por la
calle, y tus hijos ahí en bicicleta?", fue la frase de Inés Pérez que
encendió la polémica.
Y aunque luego se supo que el canal televisivo
había editado el testimonio, y éste ya no suena tan duro si se analiza
en su totalidad, hay una actitud de fondo que habla de un problema en la
sociedad chilena.
Así lo planteó a BBC Mundo Benito Baranda,
director de la fundación América Solidaria, señalando que "la
discriminación desgraciadamente no ha salido todavía en Chile y eso es
fruto de un clasismo social que es transversal a la sociedad".
A juicio del psicólogo, hay una forma de actuar
propia de las enormes distancias entre los sectores ricos y los más
pobres, pero también una característica que va más allá de las
diferencias económicas.
"En medio de la pobreza también ocurre esta
situación. Muchas veces si una nana chilena tiene al lado a una peruana y
ella es la encargada de dirigir el trabajo, también maltrata a la otra
persona, no es algo privativo solamente de la clase alta. Es muy
transversal", expresó.
Siempre lo mismo
Ruth Olate es la presidenta del Sindicato de
Trabajadoras de Casa Particular (Sintracap), donde no sorprendió que
surgieran a la luz pública estos casos de discriminación. Ella denuncia
que llevan años soportando una situación que no ha cambiado con los
años.
"Ha sido siempre lo mismo. Espero que con todo
esto tomemos conciencia todos y podamos tener un Chile mejor, que no
haya dos Chiles, uno de gente pobre y otro de gente con dinero, sino uno
en que todos somos seres humanos y tenemos que tener el mismo respeto",
declaró a BBC Mundo.
A su juicio, los chilenos son "demasiado
clasistas, racistas y discriminadores", relatando que medidas como las
de Chicureo se dan a diario en otros lugares, como la existencia de
ascensores especiales para el servicio doméstico en edificios de la zona
más acomodada de Santiago.
Benito Baranda remarcó que la fuerte
segmentación educacional y la segregación residencial hacen que este
problema se mantenga a lo largo de los años. Para combatirlo, plantea
que el Estado debe mejorar la calidad de la enseñanza e impulsar una
política habitacional que no siga creando ghettos para los más pobres.
Las movilizaciones estudiantiles y
manifestaciones sociales que marcaron 2011 dan una luz de esperanza para
Baranda, ya que buscan una mayor igualdad educacional y generan un
espacio para un trato más igualitario.
Menos optimista es el sociólogo Carlos Livacic,
quien subrayó que "hoy día la pregunta es dónde se producen los espacios
de participación, de socialización, y de lo que es más importante, de
tolerancia e inclusión".
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