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lunes, 26 de septiembre de 2011

Salió al abuelo

 
Escrito por Lavinia Del Villar
La autora es una Maestra consagrada de la Republica Dominicana







Casi siempre cuando nace una criatura surge automáticamente la pregunta: “¿Y a quién se parece?”, lo que da lugar a la inmediata comparación: “Tiene los ojos del papá, la boca del tío, las entradas (sin el bebé tener pelo) del abuelo etc., y no falta quien con una sutil mala intención exprese: “No se parece en nada al papá.” 


Parece como si cada ser humano debiera ser una caricatura de otro, especialmente del papá o su familia, y que el parecido fuera la garantía de la paternidad.

Hasta las madres nos gusta que los hijos se parezcan a sus padres, como si inconscientemente necesitáramos probar nuestra integridad y fidelidad.

Aunque las comparaciones en torno a lo físico muchas veces afectan la personalidad, el problema real aparece cuando queremos justificar comportamientos con herencia. A veces escuchamos el pronóstico de que niños de meses van a tener mal genio igual que el padre, y solapamos algunas conductas inadecuadas porque son heredadas de los ancestros.

Así disculpamos pataletas y violencia, porque salió al abuelo que no era fácil cuando joven; inclinación a la bebida, porque heredó a los tíos que son unos borrachones; desorden y falta de cooperación, porque actúa igualito al otro tío que todo lo dejaba regado… 

Y no hablemos de las abuelas que, con algunas excepciones, nos especializamos en excusar la mala conducta de los nietos. 

Si no respeta las reglas… “así mismo era el papá cuando chiquito, desobediente y malcriado.” Si no saluda, no da gracias, ni pide por favor…, “es tímido, pim pum su papá cuando estaba en esa edad.”

El mensaje sería que nuestros niños y jóvenes no son responsables de su conducta, sino los genes. Sin embargo, no siempre el hijo de gato caza ratón, y a veces las ahuyamas paren calabazas.

Así pues, permitamos que nuestros descendientes tomen responsabilidad de sus acciones, porque en materia de comportamiento, hasta la genética se puede modificar con orientación, voluntad y disciplina.

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